Perros y mascotas reciben agasajos cariñosos de sus dueños. Cada 16 de agosto, San Roque, marca una fecha singular.
Juan Manuel Ijurko
Hoy es su día. Desde temprano, sus dueños alistan simpáticos agasajos para celebrar a San Roque, el amigo de las mascotas. Los más creyentes no dudarán de acudir a las iglesias para pedir una bendición que los proteja. Otros optan por prepararles una comida especial y adular a sus pequeños acompañantes.
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El santo católico se ha convertido en el patrono de los perros y, por extensión, de todas las mascotas. En gran parte de Hispanoamérica, San Roque es recordado como el Día de los Perros antes que recordar la figura del santo.
Desde la Iglesia católica se realza la figura del santo que, además de vincularse con los animales, también es el patrón de los enfermos. El portal católico Santopedia recuerda que nació en Montpellier (Francia) a comienzos del siglo XIV “y adquirió fama de santidad peregrinando piadosamente y curando por toda Italia a los afectados por la peste”.
Europa padeció una cruenta peste negra, enfermedad que dañaba los pulmones, y vio reducida su población en un 60%. Se estima que más de 50 millones de personas perecieron a consecuencia de la peste.
De acuerdo a la tradición, el santo “quedó huérfano muy pronto y vendió toda la herencia familiar para entregar los beneficios a los pobres”.
En su peregrinar visitó diversos hospitales del norte de Italia acompañando y compartiendo con los enfermos. A él se le atribuyen numerosas sanaciones.
San Roque aprendió nociones de Medicina en su ciudad natal. Durante su peregrinar hacia Roma puso en práctica estos conocimientos al servicio de los enfermos por la peste negra. En muchos lugares, a los pacientes se les expulsaba de las ciudades y comunidades por el temor que la peste producía.
Durante su estadía en esa región, contrajo la enfermedad. Las manchas negras vinculadas a la enfermedad comenzaron a aparecer. No quería ser una carga para nadie y, mucho menos, convertirse en propagador más de la peste negra.
Según una de las versiones más extendidas de la vida de San Roque y reflejada en la ‘Acta Brevoria’, el santo se “trasladó al bosque para no infectar a los vecinos de Piacenza”.
En las estampas del Santo es frecuente ver a un perro que le alcanza un mendrugo de pan.
Cada día recibía la visita de un perro que le llevaba un panecillo sustraído de la mesa de su amo, “un hombre bien acomodado llamado Gottardo Pallastrelli. Después de ver la escena repetidamente, decidió un día seguir a su mascota y penetró en el bosque donde encontró al pobre moribundo”, revela el portal católico.
Pallastrelli se llevó a Roque a su casa y le ayudó con las curaciones oportunas. Otras versiones populares afirman que fue el mismo perro quien le curó, después de lamerle la herida de su pierna varias veces cuando el santo estaba en el bosque.
Ya recuperado, el santo retornó a los hospitales para acompañar a los enfermos. Además, revelan diversas fuentes, también amplió su atención a los animales que requerían de algún tipo de ayuda.