Los niños son fanáticos de los villanos de la serie surcoreana y buscan los disfraces rojos. Los precios van desde los Bs 90 para niños hasta los 220 para adultos.
Luis Escobar
Los trajes rojos de El Juego del Calamar se imponen en la fiesta de Halloween en La Paz. Los niños son los que más demandan la vestimenta de los villanos de esta serie. Se mantiene la demanda de los disfraces de personajes clásicos, como el muñeco Chucky, vampiros y brujas.
“Los niños son los que se imponen y ellos prefieren el Juego del Calamar”, contó Efraín, un comerciante de la calle Illampu. “Los más pequeños son los que piden, cada vez, cosas más terroríficas. Pero este año se impuso el traje de esta serie”, agregó.
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La serie surcoreana alcanzó el primer puesto en 90 países del mundo en sus primeros 10 días. En ese lapso se convirtió en la más popular de la plataforma Netflix y superó -incluso- a la producción española La Casa de Papel. Hasta la anterior semana logró recaudar cerca de 900 millones de dólares.
Lo que no se vende en la misma proporción son los trajes verdes de los concursantes del juego y que corren el riesgo de morir en caso de no superar alguna prueba. Jesús, un niño de 12 años, dijo por qué ocurre esa situación: “Lo que más me gustó fue el primer juego (de la serie, llamado) Luz roja y luz verde. No escogí el otro traje (el verde) porque quería matar a las personas en lugar de esperar a que me maten”.
Estos trajes se venden a partir de 90 bolivianos para niños de nueve años. Para los adultos, el precio se eleva a 220.
Las máscaras negras con figuras de triángulos, círculos o cuadrados se venden por separado y de diferente calidad. Hay desde 35 hasta 70 bolivianos. El arma se debe adquirir aparte para completar el juego.
Génesis, una adolescente que iba acompañada de una amiga, prefería ir a una fiesta con un disfraz de ángel blanco. “El traje de El Juego del Calamar se volvió común. Por eso buscamos otras opciones”, comentó.
Chucky, el muñeco diabólico, es otro de los trajes más cotizados. “Los niños son los que más se llevan este disfraz porque están a su altura y les gusta asustar con la máscara”, dijo Marco F., otro de los vendedores.
Los ciudadanos buscan -además- otros atuendos como el saco y pantalón negro a rayas de Jack Skellington, de la película de Tim Burton; y las tradicionales capas y sombreros de brujas y de Dráculas.
A la lista se suma una infinidad de máscaras de mutantes, animales y otros seres grotescos.
Uno de los más costosos es el traje de Harley Quinn, la pareja del Joker. “Llega a costar 270 bolivianos porque la tela es licra y se ajusta al cuerpo de la persona”, afirmó Augusto Fernández.
Norma, otra de las comerciantes, se dedica a la confección de disfraces y atiende pedidos de todo tipo. Para la fiesta de Halloween, la artesana recibió un trabajo diferente: hacer trajes de las figuras de piedra, papel y tijera. Elaboró los trajes con esponja.