¡Esto es crisis!

 

Lo que está ocurriendo en el contexto político nacional solo puede definirse en una palabra, “Crisis”.



Para definir lo que significa crisis, existen un sinfín de definiciones y enfoques que pueden moldear la aplicación de este concepto según el contexto al cual se quiere referir, pero en esta ocasión usaremos la definición del psicólogo Karl Slaikeu, quien define a la crisis como -un estado temporal de trastorno y desorganización caracterizado por la incapacidad del individuo de abordar situaciones particulares-. Para el desarrollo del presente artículo aplicaremos esa definición de crisis al actual estado del gobierno de Luis Arce y David Choquehuanca.

La actual gestión de gobierno tuvo desde sus inicios negros augurios, los mismos que no surgieron necesariamente desde una oposición detractora, más al contrario este negro porvenir lo marcaba la radicalidad de sus propios movimientos sociales con afinidad al ala dura del masismo que responden a Evo Morales, Quintana y los García Lineras. La tensión conflictiva interna del MAS y la volatibilidad de la política boliviana, erosionaron rápidamente el discurso de paz, consenso y unidad que anunciaron en su asunción. A pesar de que estos eventos deberían haber puesto bajo alerta al gobierno boliviano, apostaron por gestionar la crisis como si se tratara de un conflicto, en lugar de buscar clausurar la crisis o minimizar el impacto de la misma con la priorización de la agenda pública, decidieron apostar por discursos incendiarios, persecuciones y la institucionalización del abuso de poder por sobre las leyes para consolidar su hegemonía en los diferentes órganos del estado.

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No hace falta ser un analista con honores para darse cuenta de que esta receta dictatorial desencadenaría en el futuro una respuesta de tensión social con episodios de violencia y un país en situación de bloqueo institucional, con una latente crisis económica y sanitaria que serian la cereza del pastel. La respuesta del gobierno ante esta situación de crisis fue bastante predecible, pues obedece al manual de comportamiento de los dictadores socialistas, es decir estos líderes mesiánicos comprenden las crisis desde una posición egoísta, se personalizan como víctimas de la situación, su posición se endurece y son enemigos de escenarios de diálogo o donde deban acceder a ceder algo de poder, entienden la crisis como una situación donde está en juego su ego y su rol de mandatarios. Es por ello que la narrativa de gobierno implementada en estas semanas de conflicto giró en torno a la criminalización de las manifestaciones ciudadanas como un intento de golpe de estado al gobierno de Luis Arce, minimizaron la discusión de las leyes en cuestión e intentaron posicionar una narrativa de victimización apelando al odio como herramienta de movilización en sus movimientos sociales.

Durante estas semanas de conflicto se puede identificar 4 encuadres que exponen la crisis política del gobierno de Luis Arce, la misma que inició con una postura de bravuconería y concluyó con una postura de ceder a la dureza inicial lo que refleja un rostro de derrota y debilidad.

Cuando el gobierno movilizó a la Policía a horas del paro cívico con órdenes de arrestar a quienes participen en los bloqueos oficializó el primer encuadre “Represión ante la movilización ciudadana”; esto generó que la ciudadanía ejerza mayor resistencia en los puntos de bloqueo.

En el momento en el que el vicepresidente convocó a los movimientos sociales a movilizarse para evitar los bloqueos y a utilizar todos los recursos a su alcance para defender al gobierno, oficializó el segundo encuadre “Sostener el poder mediante la violencia y confrontación”. Esto desató una ola de violencia generada por grupos radicales del MAS que munidos de explosivos y vehículos incautados al narcotráfico atentaron contra la integridad física de los ciudadanos en diferentes departamentos, esta lógica de confrontación del gobierno solo potenció la resistencia ciudadana y la adhesión de más sectores sociales a la causa cívica.

Ante la creciente ola de protestas contra la Ley 1386 y el anuncio del endurecimiento de las medidas de presión, el gobierno convocó al diálogo a sectores sociales que comenzaban a ejercer resistencia al régimen tras comprender que también serían afectados con la ley en cuestión, aquí se oficializó el tercer encuadre “Gobernaremos escuchando al pueblo, con la oposición no se dialoga”; En este momento comenzaba a denotarse un quiebre en el gobierno, la presión ciudadana estaba haciendo retroceder al régimen.

Al día siguiente Luis Arce con cara de derrota anunciaba la abrogación de la ley 1386 en conferencia de prensa, rodeado por dirigentes sociales, cedía a la dureza inicial, aquí se oficializa el cuarto encuadre “La debilidad del gobierno ante la presión social”.

Como se puede apreciar el gobierno de Luis Arce se encuentra en una inminente crisis política, la tensión conflictiva es una constante y no hay miras de que el contexto se enfríe, los abusos y la institucionalización de grupos radicales como medio de defensa del gobierno solo deslegitimizan al régimen y potencia la resistencia ciudadana.

Rodrigo G. Delgado Camacho

Ciudadano en ejercicio, activista por la Democracia y los DDHH.