Más de 2.300 mineros trabajan en al menos 140 bocaminas que están distribuidas en diferentes sectores del cerro, muchas de las cuales fueron abiertas en tiempos de la Colonia y aún están en operación.
Fuente: paginasiete.bo
Fernando García T. / Potosí
Cuando el sol apenas comienza a asomarse entre las montañas, en las faldas del Cerro Rico cientos de mineros van y vienen, se aprovisionan de coca, alcohol, mechas, herramientas y otros artículos en el Mercado Campesino.
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Como cada día, desde que tienen uso de razón, Pedro y su hermano Alberto emprenden el ascenso hasta uno de los primeros parajes de la montaña, donde su padre se ganó el derecho de trabajar su propia porción de tierra en las entrañas de cerro que es explotado desde la época colonial.
“Aquí andamos, entrando y saliendo del cerro, trabajando como esclavos, así es la vida del minero. Se gana, para qué vamos a decir que no, pero también se deja la vida aquí adentro”, comenta Pedro, con un bolo de coca que pasa de una mejilla a otra, sentado frente a su hermano, ambos en actitud contemplativa al Tío, el dueño de los minerales que entraron a extraer de su macizo.
Los dos mineros trabajan por debajo de la cota 4.400 del Cerro Rico, aunque, según datos a octubre de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), 17 cooperativas y sus trabajadores continúan con las operaciones por encima del nivel permitido por el Decreto Supremo 27787, que fijó la altura límite de explotación para preservar el monumento que aparece en el escudo nacional.
Cinco siglos de explotación
Gracias al Cerro Rico, su riqueza cultural e histórica, la ciudad de Potosí está inscrita desde 1987 en la Lista del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Esa institución reconoce la explotación de la montaña desde el siglo XVI, cuando se consideraba que Potosí era el mayor complejo industrial de todo el mundo.
En la actualidad, el riesgo de perder el título depende en gran medida de la estabilización del cerro, que presenta 12 hundimientos, tres de ellos en la cúspide.
“Hay 12 hundimientos detectados en todo el Cerro Rico, en la cúspide tenemos por lo menos tres hundimientos, el más grande es el número 3, que necesita relleno”, declaró a Página Siete el presidente del Comité Cívico Potosinista (Comcipo) Juan Carlos Manuel, en una entrevista anterior al allanamiento de las oficinas de la institución y la aprehensión del excívico Marco Pumari.
El titular de Comcipo precisó que el tercer hundimiento en la cima del cerro tiene un diámetro de unos 20 metros y que fue el causante de que en agosto pasado la montaña expulse una densa columna de polvo y tierra.
“Ha habido una nevada y el terreno se ha remojado y ha cedido. Por eso salía como una humareda, era por el hundimiento que está más crítico en este momento”, manifestó el dirigente cívico.
Este medio tomó contacto con Comibol para conocer la situación actual del Cerro Rico y confirmar los datos proporcionados por Comcipo sobre los hundimientos, pero aunque se solicitó un cuestionario y se enviaron 10 preguntas, no se obtuvo respuesta de esa institución.
En la información disponible en su sitio web se explica que hasta el 14 de octubre pasado, Comibol, parlamentarios de Potosí y autoridades del Ministerio de Minería trabajaban en el plan de migración de las cooperativas que trabajan por encima de la cota 4.400.
Las bocaminas y los mineros
El comité potosino contabilizó al menos 140 socavones en toda la extensión del cerro y 2.380 mineros que explotan el yacimiento, según registros oficiales de las instituciones del sector.
“Son 2.380 trabajadores mineros que están registrados legalmente, con información que nos da Comibol, pero en realidad estos cooperativistas contratan a más gente, estamos hablando de por lo menos 10.000 que estarían trabajando en diferentes turnos”, dijo el titular de Comcipo.
Muchas de las bocaminas que operan en la actualidad datan del periodo de la Colonia y en muchas de ellas se hicieron trabajos para su ampliación y adecuación a las formas actuales de trabajo.
Manuel insistió en que el objetivo de Comcipo no es cerrar el Cerro Rico como yacimiento, sino evitar que las operaciones mineras continúen causándole daños a la cima, que corre peligro de hundirse, dejar víctimas mortales y daños en el monumento.
“La idea no es cerrar el cerro, es la cúspide la que nos preocupa por el patrimonio que representa para Potosí y Bolivia”, señaló.
La participación de Manquiri
Gran parte de las cooperativas mineras que explotan los óxidos del Cerro Rico operan por encima de la cota 4.400 y venden ese material a la privada Manquiri, que tiene instalada en la montaña una planta de refinación de óxidos.
“Todas las cooperativas que trabajan por encima de la cota 4.400 producen óxidos pura ley que terminan en la planta de Manquiri (…). Es una negación de la realidad decir que la Manquiri no se está beneficiando de los óxidos que están por encima de los 4.400”, explicó la coordinadora del programa América Latina y cogerenta de MiningWatch Canada, Kirsten Francescone.
En la tesis de doctorado que prepara sobre la historia de la privatización del Cerro Rico de Potosí y las empresas transnacionales que se aprovecharon de su riqueza, Francescone recorrió el yacimiento desde 2016, se entrevistó con mineros, funcionarios y autoridades, y llegó a la conclusión de que las operaciones de varias empresas privadas transnacionales causaron daños en la montaña.
“Manquiri tiene la única planta procesadora industrial de óxidos en el país, si no estuviera trabajando esa planta, no habría forma de procesar este material y se quedaría en el cerro. El simple hecho de haber instalado esta planta ha promovido que muchos cooperativistas se establezcan en la zona y envíen su producción a Manquiri”, indicó la experta.
Página Siete tomó contacto con la persona encargada de comunicación de la empresa, a quien se le solicitó la versión de la compañía sobre las alusiones referidas a su supuesta responsabilidad en el deterioro del cerro, pero no atendió el pedido y dejó en visto el mensaje enviado a su línea.
Una fuente de la empresa minera Manquiri precisó a este medio que en el Cerro Rico operan 67 ingenios con capacidad de entrega diaria de 150 toneladas de óxidos cada uno de ellos. Por día, Comibol reporta una salida de 10.000 toneladas de óxidos del cerro, de las que Manquiri compra 200 toneladas, no más del 2%.
La compañía minera privada tiene contrato para la explotación de ese yacimiento hasta 2023. Se informó que al cumplirse el plazo retirará sus operaciones del cerro y también se aclaró que no practica la minería subterránea porque sólo compra los minerales que producen las cooperativas que trabajan en Potosí.
Debajo del Cerro Rico, se extienden varios kilómetros de vías de explotación. Los hundimientos continúan sin solución y con el riesgo de desplome de la cima.
El millonario plan de preservación
El plan de preservación del Cerro Rico de Potosí como monumento y patrimonio nacional es un proyecto que fue impulsado por instituciones de la Villa Imperial, que hasta el momento no cuenta con un monto fijo de inversión ni los recursos para su ejecución en el corto plazo.
“El hundimiento 3 está en la misma cúspide y se necesitarán más de 37.000 cubos de relleno para evitar su hundimiento”, explicó a Página Siete el titular de Comcipo, Juan Carlos Manuel.
El proyecto consiste en trasladar material residual que está acumulado en la zona de San Miguel de Potosí, para mezclarlo con cemento y depositar esa preparación en la zona afectada.
“Comcipo ha presentado una propuesta para que el material de la zona de San Miguel sea llevado con una mezcla de hormigón y cemento para dar solución a este problema. Anteriormente, se metió relleno seco, como arena, pero como no ha habido algo que solidifique se ha seguido hundiendo”, indicó el líder cívico.
Comcipo pidió que Comibol y el Ministerio de Minería entreguen incentivos a las cooperativas para que dejen de operar en las zonas críticas del Cerro Rico y trasladen sus operaciones a nuevos parajes donde ya cuenten con caminos, bocaminas y todo esté dispuesto para seguir la faena.
El presidente ejecutivo de Comibol, Eugenio Mendoza, señaló el viernes 27 de noviembre que la institución “está consciente de que los trabajos por encima de la cota 4.400 deben parar” y que, de forma paulatina, conforme se entreguen otras zonas de trabajo a las cooperativas mineras, consolidar el traslado y hacer un seguimiento sobre la estabilidad física del Cerro Rico de Potosí.
La cogerenta de MiningWatch Canada y postulante a doctora en antropología y economía política de la Universidad de Carleton, en Ottawa, Canadá, Kirsten Francescone, sostuvo que el proyecto de Comcipo demandará una inversión de no menos de 200 millones de dólares, un monto superior a las regalías que recibió por regalías desde la privatización de las operaciones en la montaña.
“El plan de relleno seco del Cerro Rico, un símbolo nacional, costaría entre 200 y 300 millones de dólares, un monto mucho mayor a lo que la región ‘ganó’ por concepto de regalías. ¿Quién pagará la cuenta?”, cuestionó.
El abogado del Comcipo, Rafael Montoya, indicó a El Potosí que la regional de Comibol es la responsable del deterioro que sufre la cúspide del Cerro Rico.
Comcipo planteó una acción popular cuya audiencia está prevista para este lunes 13 de diciembre, tras dos suspensiones.
El proceso de migración de trabajadores
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Mineros El pasado 27 de noviembre, el presidente de Comibol, Eugenio Mendoza, informó que el proceso de migración de trabajadores del Cerro Rico comenzará con 400 mineros de la Cooperativa Unificada, quienes serán trasladados a explotar en otra zona alejada de la superficie de riesgo del cerro.
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Preservación El ejecutivo agregó que se llevan a cabo trabajos de topografía a cargo del Ministerio de Minería y Metalurgia, para conocer el grado de deterioro que tiene el Cerro Rico y plantear soluciones.
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Yacimiento El titular de Comibol indicó que se lleva a cabo la “prospección geoquímica y geofísica” para determinar otras posibles estructuras mineralizadas disponibles en las zonas bajas del Cerro Rico para trasladar a los mineros que están encima de los 4.400, según la agencia estatal de noticias ABI.
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Acuerdos Comibol además firmó un convenio con la Cooperativa 10 de Noviembre, que también se acogerá al proceso de migración, y la Cooperativa Esperanza envió una nota para migrar a otra zona.
PUNTO DE VISTA
Kirsten Francescone,
MiningWatch Canada
El daño en el cerro está hecho
Hoy en día, el Cerro Rico está siendo explotado por unas decenas de miles de cooperativistas mineros en un par de cientos de minas que producen polimetálicos de plata, plomo, zinc, estaño y óxidos de plata (estos principalmente en la parte superior del cerro, a más de 4.400 metros).
Los mineros utilizan varios métodos de trabajo subterráneo que van desde trabajar “a pulso” con barreno y pala hasta minas grandes que cuentan con compresoras, perforadores neumáticos y pequeñas palas mecánicas. En rasgos generales, es sabido que cuanto más uno se acerca a la cúspide del cerro, más se sube la ley de cabeza de plata —el contenido de plata del mineral—.
A su vez, la Empresa Minera Manquiri (EMM), actual subsidiaria de la empresa transnacional Andean Precious Metals (APM), trabaja en la superficie de la montaña, removiendo depósitos superficiales llamados “pallacos” (depósitos aluviales de plata), y también antiguos desmontes y residuos de las viejas operaciones estañífereras llamados “sucus”, con palas mecánicas y camiones. La empresa entró en producción en 2008. Su planta de lixiviación de cianuro tiene la capacidad de procesar 5.500 toneladas por día de estos materiales polimetálicos y los óxidos de plata, produciendo plata de alta pureza en la única refinería de plata con estas caracterizas, en todo el país.
Es bien sabido que el Cerro Rico ha sido explotado por casi medio milenio. Fue el depósito minero más importante a principios de la época colonial; fue parte de la primera época industrial minera del país y de la minería estatal estañífera, y ahora se encuentra bajo explotación en una combinación de minería industrial transnacional y minería cooperativista de pequeña escala. ¿Por qué entonces después de haber sido explotado por tantos años, el cerro está hundiendo ahora? Las raíces de este problema pueden encontrarse en el proceso de privatización.
Después de la “relocalización” de 1985, el Cerro Rico formó parte de la cartera de proyectos diseñados por el Banco Mundial con base en los cambios tecnológicos que permitían que la plata diseminada y la plata residual de los trabajos estañíferos pudieran ser extraídos de forma rentable. El proyecto incluyó una doble operación en este yacimiento de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol): la primera parte en la parte superior del cerro, donde la empresa trabajaría utilizando métodos “open-pit” para explotar los depósitos de óxidos, además de los depósitos superficiales pallacos; la segunda sería subterránea en la cual la empresa utilizaría métodos industriales “block-caving” para explotar el yacimiento polimetálico. Ambos serán refinados en una planta de lixiviación.
Cuenta la historiadora y antropóloga Pascale Absi que cuando se presentó el plan a principios de los años 90 el pueblo potosino, al ver que la cúspide del cerro iba a desaparecer con la explotación a gran escala, rechazó el proyecto para conservar su estructura cónica y así el patrimonio de la ciudad y el país. Frente al rechazo generalizado de la población, se decidió ofrecer el proyecto a una privada con la estipulación que ésta no explotaría la roca dura y sólo trabajaría en los depósitos superficiales llamados pallacos, sucus y desmontes. Esto representaba una parte del proyecto inicial y dejaba así de lado los óxidos de plata de muy alta ley.
La población le tomó la palabra a Comibol —estos trabajos superficiales no debían afectar la estructura del cerro—. Al mismo tiempo, Comibol, que trataba de entregar el yacimiento con la menor cantidad de otros actores, empezó a atacar al sector cooperativista pintando a sus métodos de trabajo como irracionales, sin planificación y en oposición a los trabajos racionales de las empresas transnacionales mineras. Esta campaña logró el consentimiento de la población potosina para el proyecto llamado San Bartolomé y luego posicionará al sector cooperativista como principal responsable del deterioro del Cerro Rico.
Hoy en día, no faltan notas en la prensa nacional e internacional que siguen esta lógica. Sin lugar a duda, los cooperativistas mineros representan la cara visible del trabajo minero en Potosí, fuente de sustento para decenas de miles de trabajadores y sus familias, razón por la cual defienden tal fuente. Sin embargo, lo que se reconoce muy pocas veces es cuán relacionado está este trabajo cooperativista con las operaciones del otro actor casi invisible y mucho más poderoso, la EMM.
Para iniciar sus operaciones, la empresa desplazó a cientos de mineras “palliris” de sus áreas de trabajo (desmontes y pallacos) y firmó, después de años de resistencia, varios contractos de arrendamiento y subarrendamiento con el sector cooperativista para acceder a los desmontes. Los cooperativistas, sin apoyo económico del gobierno y carentes de la tecnología necesaria para procesar estos depósitos, se vieron forzados a ceder paso a la empresa transnacional por un canon de arrendamiento sumamente bajo.
A diferencia del trabajo cooperativista, la operación de la empresa es de gran escala y las huellas que dejan sus trabajos son muy significativas. La empresa utiliza métodos de “open-pit” para extraer los materiales superficiales. En alguna instancia, esta remoción puede llegar a profundidades mayores a 50 metros. Caminando por el cerro, uno queda impresionado por los mini-cañones que fueron claramente áreas de trabajo de la empresa. Muchas de estas áreas se sobreponen a minas de cooperativas en operación y han habido casos de intentos de paralización de los trabajos de la empresa por parte de cooperativistas, ya que, según ellos, éstos ponían en riesgo sus vidas (por ejemplo, la mina Santa Rita de la cooperativa Unificada). Asimismo, el Comité Cívico de Potosí (Comcipo) ha denunciado que la empresa realiza trabajos de explotación en roca dura y por encima de la cuota 4.400 metros, a pesar de la prohibición.
Pero además de sus trabajos superficiales, ya se sabe que, contrariamente a los parámetros del proyecto, la empresa también realiza compras de la producción cooperativista. Es decir, compran mineral de procedencia subterránea. Esta práctica empezó en 2015 y el año pasado la casa matriz Andean Precious Metals reportó en su página web que el 40% del suministro de la planta provenía del sector cooperativista, incluidas cooperativas del Cerro Rico.
El “Estudio Técnico San Bartolome” de la misma empresa resalta que esa producción es de mucha mayor ley de cabeza que sus propias reservas, lo que ayudó a mejorar la rentabilidad de la operación. Entre 2016 y 2017 también pude comprobar en campo la compra de producción de óxidos por encima de la cuota 4.400 por parte proveedores de la EMM.
A las zonas Roberto y Sucumayu, llegaban camiones para comprar mineral “a ciegas” (sin laboratorio) de los productores, quienes decían no tener opciones, ya que la empresa era la única compradora y tenían que someterse a los precios que ésta ofrecía. La mera existencia de su planta, además de la necesidad de llegar a su capacidad máxima todos los días para asegurar su rentabilidad, estimula un mercado de venta de óxidos que se encuentran en su mayoría por encima de la cuota y en zonas estructuralmente inestables.
Revisando los datos de mineral procesado por Comibol, Coeur Mining y ahora Andean Precious Metals, los impactos de las operaciones de la EMM quedan bastantes claros. Entre 1988-2020, es decir, toda la época de explotación de óxidos y polimetálicos, se procesaron 23,4 millones de toneladas de roca. De esta cifra, el 84% fue procesado por la EMM.
Sólo en las anteriores dos décadas se comenzó a hablar de hundimientos que afectan la estructura cónica del Cerro. No es por nada casual que la gran mayoría de los 12 hundimientos que Comibol tiene registrado en el Cerro Rico se hayan producido durante el funcionamiento de la EMM. De hecho, tan sólo en 2021 se produjeron cuatro.
Durante mi trabajo de campo también pude atestiguar que los trabajos de la empresa produjeron hundimientos y colapsos de varias minas. En 2016, la mina Venus y la casilla de la custodio o “guarda” se hundieron debido a tales trabajos. Escuché varios testimonios de “guardasminas” sobre el colapso de sus casas y de los propios mineros cuyas minas quedaron enterradas o se desplomaron debido a las operaciones de la empresa. Según geólogos potosinos, estos trabajos superficiales tienden afectar a la estructura misma del cerro, ya que los “pallacos” son componentes estructurales del mismo, que con las intensas lluvias y tormentas provocan deslizamientos de tierra y riadas, poniendo en riesgo a los trabajadores, sus minas y también a los residentes de la parte alta de la ciudad. Sus trabajos superficiales mueven grandes cantidades de mineral y roca de la superficie y sus compras estimulan la producción de los cooperativistas a niveles no vistos antes.
Lamentablemente parece que el daño ya este hecho. En 2018, Coeur Mining vendió la EMM después de apenas nueve años de producción por un monto pequeño y declararon en la prensa que se estaban liberando de más de 50 millones de dólares en “pasivos”. Para este tiempo, ya habían recuperado su inversión (más de 230 millones de dólares) además de una gorda ganancia, según el sociólogo Vladimir Díaz Cuéllar. Tuvo un festín, llevándose las ganancias y el capital al exterior mientras los impactos se quedan en Bolivia.
La nueva empresa matriz es una empresa canadiense muy pequeña, y el negocio se ha vuelto especulativo. Esta empresa anuncia que dejará de comprar producción cooperativista del cerro en 2023, mientras que las reservas de los “pallacos” se reducen este año.
Coeur Mining, que sí tenía la capacidad económica para solventar una remediación ambiental adecuada, partió; la actual operadora Andean Precious Metals, en cambio, no tendrá la capacidad técnica ni económica, y tal vez ni siquiera estarán obligados por el gobierno nacional bajo las condiciones actuales para realzar tal remediación.
Lo que queda en Potosí luego de la bonanza son las lamentables muertos de trabajadores mineros, una contaminación horrorosa, un dique de colas volátil y tóxico y un plan de relleno seco del Cerro Rico, un símbolo nacional, que costaría entre 200 y 300 millones de dólares, un monto mucho mayor a lo que la región “ganó” como regalías. ¿Quién pagará la cuenta?
Kirsten Francescone es la coordinadora del programa América Latina, cogerenta de MiningWatch Canada y postula al grado de doctora en Antropología y Economía Política de la Universidad de Carleton en Ottawa, Canadá. La tesis que defenderá en 2022 analiza la historia de la privatización del Cerro Rico de Potosí y las empresas transnacionales que se aprovecharon de su riqueza.
Conocemos el riesgo en el cerro hace más de 10 años. Dieron arrendamientos a cooperativas, aunque estaba prohibido
Juan Carlos Manuel, Comcipo
Varias casas de guarda minera se cayeron por el hundimiento por excavación. Al suceder eso, abrieron nuevas bocaminas
Kirsten Francescone, experta
Fuente: paginasiete.bo