Juan Carlos Urenda: “Es fundamental reinstalar el relato autonómico”


“El boliviano necesita saber de qué manera negativa lo afecta este sistema groseramente centralizado”, señaló el ideólogo autonomista.

Hace 35 años el constitucionalista Juan Carlos Urenda publicó el libro Autonomías Departamentales, que abrió una amplia discusión sobre el modelo de Estado boliviano. Después vendría la materialización del movimiento autonomista, con epicentro en Santa Cruz e importante irradiación en gran parte del país.



Desde eju.tv entrevistamos al autor, para evaluar los cambios producidos a partir de esa propuesta y pensar en cómo reconducirla en lo venidero.

eju.tv: ¿Qué impacto tuvieron las ideas vertidas en Autonomías Departamentales para el debate regional y nacional?

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Juan Carlos Urenda: Alcides Parejas en Historia de los cruceños indica que con este libro se inició el proceso autonómico en Bolivia. Fue pionero en el país y en Sudamérica en la esquematización del tema autonómico. Eso ayudó al debate sobre estas ideas que hace 35 años eran muy revolucionarias, cuando a lo más que aspirábamos era a la descentralización administrativa. Fue útil al momento de analizar y debatir este tema.

¿Cuál sería el balance sobre la implementación parcial de las autonomías en el nuevo orden constitucional boliviano?

La estructura básica gubernamental de las autonomías está bien formulada: la estructura de los gobiernos departamentales, con una Asamblea Legislativa con facultades normativas y un gobernador elegido por voto popular, así como las estructuras democráticas de Concejo Municipal y alcalde elegido por voto popular, y también las estructuras de los gobiernos indígenas.

Básicamente, la Constitución del 2009 tomó la nomenclatura y el orden que había establecido el Estatuto cruceño en el referéndum de mayo de 2008. Esa es una muy buena base. En ese sentido, creo que tenemos una de las mejores organizaciones estructurales autonómicas en el continente.

Sin embargo, la asignación de competencias fue absolutamente insuficiente. Los gobiernos departamentales no tienen las competencias necesarias para que se constituyan autonomías de verdad. Las competencias exclusivas establecidas en el artículo 300 son insuficientes y la Constitución tiene demasiados candados que impiden el logro de una autonomía verdadera.

A eso hay que sumarle que en la última década y media hemos tenido un gobierno extremadamente centralizador, ideológicamente centralizador. Entonces, tenemos por una parte las limitaciones constitucionales y por otra la vocación centralista del gobierno, haciendo que la autonomía no se pueda desarrollar a plenitud.

Si a eso le agregamos que la oposición al gobierno ha hecho muy poco para luchar por avanzar en este proceso, el panorama es nada alentador. La conclusión es que estamos muy centralizados. Por eso, en mi último libro anoto que vivimos en una autonomía centralizada. Es un oxímoron perfecto, una contradicción. En esa situación vive el país.

¿Cómo se podría retomar o profundizar el proyecto autonómico a corto, mediano y largo plazo?

La primera medida a corto plazo es estructurar un relato que diga la verdad. El boliviano necesita saber de qué manera negativa lo afecta este sistema groseramente centralizado. Eso es muy importante, porque el oficialismo está ganando este relato, diciendo que ya somos autónomos, en lo que había coincidencia con algunos gobiernos departamentales en el pasado; y señalando que todos los movimientos descentralizadores tendientes a profundizar la autonomía y el federalismo pudieran ser separatistas, lo que es un absurdo.

Cuanto antes hay que establecer de manera sistemática, programada y coordinada, a nivel nacional en lo posible, el argumento de que los procesos descentralizadores tienden a mejores gobiernos y a beneficiar a los ciudadanos. Reinstalar el relato me parece central, de manera inmediata y permanente.

Luego, es importante que los gobiernos departamentales empiecen a asumir las 36 competencias exclusivas que se les asignó en el artículo 300 de la Constitución. Si bien no son de una cualidad autonómica importante, porque no tienen competencia en materia de minería, agricultura, hidrocarburos o policía, hay otras menores que se deben aprovechar al máximo para ir avanzando en este proceso.

A mediano plazo hay que buscar una reforma parcial de la Constitución, es importante saber que si no se amplían las competencias aquí no habrá autonomías, peor federalismo. Ese es el camino. No podemos hacer borrón y cuenta nueva para establecer un sistema federal. Lo coherente es avanzar sobre lo ya logrado, tendiente a consolidar una autonomía plena y avanzar hacia el federalismo.

Los sistemas autonómicos están en medio de un sistema unitario centralizado y un sistema federal. La autonomía y el federalismo no son contradictorios, son parte de un mismo continuo. Para llegar al federalismo hay que pasar necesariamente por un proceso de autonomía, es el derrotero que han seguido España y Bélgica, por ejemplo. Bélgica ya es formalmente federal después de haber sido autonómica constitucionalmente. España en los hechos es prácticamente un Estado federal, siendo más descentralizada que Argentina, Venezuela o México.

Es importante una modificación parcial de la Constitución tendiente a ampliar las competencias, que nos lleve a una autonomía de verdad camino al federalismo.

En el largo plazo tiene que haber un permanente discurso tendiente a eliminar los prejuicios que hay en este tema. Einstein decía que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio. En Bolivia, los prejuicios de la gente son tal vez el principal obstáculo para avanzar en esto, especialmente en poblaciones rurales del altiplano, donde ha ganado el discurso gubernamental de que todos estos procesos serían perjudiciales para el país, que son separatistas.

La destrucción del prejuicio debe ser un permanente anhelo, tendiente a mostrar las bondades de los procesos descentralizadores. La mayoría de los países autonómicos y federales se han desarrollado mejor que aquellos países donde hay una férrea centralización.

Edición y entrevista: Emilio Martínez

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