Hace un año que escribí un artículo que menciona la conciencia pública de rechazo a las medidas de bioseguridad, la creencia en curas milagrosas y el pensar que la Covid-19 simplemente desaparecerá. Un año después, pareciera como si esas palabras se repitieran.
La pandemia nos ha hecho más vulnerables, ya se ha cobrado la vida de más de 20 mil bolivianos y bolivianas, y el impacto se ve agravado por la ausencia de empatía de grupos minoritarios que están en contra de vacunarse a pesar de que se ha comprobado que las vacunas son efectivas.
Lo cierto es que la Covid-19 podría ser sinónimo de crisis, ya que, en un nuevo informe, la CEPAL estima que el total de personas pobres ascendió a 209 millones a finales de 2020, lo que son 22 millones más que el año anterior.
Sin embargo, contrario a lo que se creería, el 10% de la población que tiene el 85% de riquezas del mundo, ahora se ha hecho más rica a costa de los más pobres, las 20 mayores fortunas terminaron el 2020 con un incremento del 24% en sus patrimonios e iniciaron el 2022 con un aumento del 30%. ¡La fortuna de Elon Musk ha crecido 30 millones de dólares en un solo día con sus coches Tesla!
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A lo mejor vacunarse es la oportunidad de ser más solidarios con nuestros amigos, colegas y familia que han luchado en contra de la enfermedad y que su situación puede agravarse, porque no solo contribuye a mejorar la salud de la población, sino a la reactivación económica.
No podremos revertir los incrementos de los índices de pobreza y desigualdad, si no mitigamos la persistente presencia de la Covid-19, es importante y un gran desafío para nosotros, concientizar sobre los problemas por los que atraviesan las personas más necesitadas y conocer el vínculo que existe entre la pandemia y la reactivación de la economía en Bolivia.