Vamos a escribir sin eufemismos.
A Santa Cruz le están dando por todo lado.
La tierra es la mayor riqueza que tienen los cruceños, y para despojarlos de ese tesoro, los aymaras -ya tropicalizados en el Chapare- se están haciendo pasar por ellos.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Es decir, los están suplantando.
El otro día, la prensa anunciaba que «chiquitanos oriundos del oriente» llegaban en marcha a la sede de Gobierno para reclamar dotación de tierra (sobre los bosques, para colmo).
Pongo entre comillas lo anterior, porque todos ellos iban vestidos de pollera, poncho y ojotas. Lo que todos sabemos que no es propio de las tierras bajas.
De hecho, los chiquitanos son conocidos por su música barroca, por sus hermosos tallados en madera, por su blanca y ligera vestimenta y, entre otras cosas, por cultivar yuca, no coca.
Y claro, uno se pregunta, cuántos de esos marchistas «chiquitanos» no habrán reconocido a sus parientes en las calles de El Alto.
Parece chistoso, pero no lo es.
¿Qué sucedería si -por ejemplo- los mojeños partieran desde el Beni hasta el lago Titicaca para reclamar allí la titulación de tierras?
Los correrían a chicotazos, sin duda.
O en el peor de los casos, los ponchos rojos los ajusticiarían como a esos pobres perros.
¿Se dan cuenta con esto para qué lado va la política «colonialista» del Gobierno?
Queda claro para quiénes se gobierna y en contra de quiénes, ¿no?
Y todo con el pretexto del texto constitucional que valida la recuperación de predios ancestrales. Excusa con la que los aymaras están queriendo llegar hasta el Atlántico.
«Para gobernar, poblar», decía Juan Bautista Alberdi.
Pero no todos son ignorantes en este país.
No a todos se les puede sembrar nabos en la espalda.
Los aymaras en todo caso deberían migrar en dirección a Chile, ya que según los más serios y recientes estudios arqueológicos sitúan a sus antepasados allá. Más o menos por la región de Copiapó.
No lo sostengo yo, lo sostienen varios académicos. Hace algunos años publicaron un artículo relacionado a ello en una revista de la Fundación Cultural que depende del Banco Central de Bolivia. Lo que no es moco de pavo.
Así que los cruceños tienen nomás que tomar cartas en el asunto, si no quieren ser ellos los que terminen migrando al otro lado del Atlántico. Quien en el mundo se fía, camina sin guía.
Y en esto no se sientan solos, desde Sucre los apoyamos.