En Bolivia el derecho a la protesta se encuentra garantizado en la Constitución Política del Estado (art.21.5), en la cual se establece que todo ciudadano tiene derecho a expresar su pensamiento u opinión (libremente) por cualquier medio de comunicación, sea de forma oral, escrita y visual, pudiendo hacerlo de forma individual o colectiva. Cabe recalcar que este derecho, así como los demás consagrados en la CPE, se deben interpretar conforme a los Tratados Internacionales de Derechos Humanos (DDHH), es decir, que, ante una violación a los mismos, el Estado podría ser sancionado por la Corte Interamericana de DDHH.
Las protestas en democracia muestran el malestar de la sociedad, frente a determinadas situaciones o ilegalidades. Por lo general, estas manifestaciones civiles se materializan en marchas que terminan en concentraciones donde se hace uso de la palabra para exigir el derecho vulnerado, así como dirigirse a las autoridades que estarían incumpliendo los temas en cuestión.
En nuestra ciudad, hemos sido testigos de diferentes convocatorias para protestar (pacíficamente), entre las cuales se destacan: Marchas promovidas por diferentes sectores (ex promociones de colegios, universitarios, mujeres, comparsas, fraternidades, gremios, etc.) en las cuales sugirieron diferentes tonos de vestimentas (generalmente blanco), así como portar banderas o carteles alusivos a lo que se reclama.
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Otros ejemplos se vieron durante los últimos paros cívicos, en los cuales se convocó a caravanas de motos y bicicletas para recorrer la ciudad, así como también realizaron vigilias, grupos de oración y encuentros en las diferentes rotondas, en las cuales los vecinos se organizaban e invitaban artistas musicales que pudieran coadyuvar con el reclamo de la causa común, siendo la música, el canto e incluso el baile, parte de la protesta. Lo cierto es que en nuestro país cada región tiene su forma de protestar, algunos con dinamita, otros con bloqueos de carretera y otros con música, pititas y tamboritas.
Al final, ser creativos –dentro de los límites legales- hacerse ver y escuchar, es el reto que tiene toda sociedad para protestar y exigir el respeto a sus derechos. Algunos pueden cuestionar el valor de una protesta, ya que los resultados de la misma no son inmediatos. Sin embargo, lo que ignoran, es el hecho que mientras más vista y escuchada sea una protesta, demostrará con mayor contundencia la falta de capacidad de sus gobernantes, aplicándose este efecto a cualquier nivel de gobierno (central, departamental o municipal). El peor error que puede cometer una sociedad ante los abusos del poder, es quedarse callado. El silencio, la inactividad y la indiferencia de una sociedad, fortalecen la tiranía y la opresión. La protesta activa, creativa y masiva, se convierte en dolores de cabeza para cualquier gobernante (sea Presidente, Gobernador o Alcalde), pues muestran al mundo la ineficiencia de su gestión y su falta de capacidad profesional.
Vivimos tiempos donde la sociedad cruceña de manera constante se ha pronunciado protestando contra los atropellos judiciales y policiales. Sin embargo, la misma sociedad ha entrado en controversia respecto a protestar en carnaval o simplemente renunciar a la fecha. Cada quien tendrá la libertad de decidir, pero lo cierto es que el feriado de carnaval podría usarse como una forma de protesta aún más llamativa que las marchas realizadas. Es una oportunidad para lanzar mensajes directos y de forma masiva.
Quedarse en silencio no aporta nada, solo debilita la causa común y al final fortalece la tiranía. Ojalá la sociedad civil cruceña comprenda y sepa aprovechar el momento para realizar una protesta masiva y diferente, quedando claro que, si bien no hay motivos para festejar, sí hay motivos para protestar y no callar, así sea Carnaval.
Oscar Gómez Berthón