Gustavo Cortez Calla / Periodista



Da pena ver a un jugador que con tanto talento esté echando por la borda una carrera que puede depararle grandes satisfacciones en el futuro. Es joven (tiene 25 años) y no se está dando cuenta de que está acortando su vida deportiva con las decisiones equivocadas que toma.

Sería aconsejable que alguien del entorno familiar hable con él y le explique que en la vida se avanza paso a paso, con caídas y todo, y no con saltos alocados que generalmente nos llevan por el despeñadero. Alguien tiene que frenar su ímpetu y reconducir su educación.

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Sí, es cuestión de educación, y no siempre es culpa de los padres o la familia. Después de los 18 años, uno aprende también a educarse en la vida, en las calles, en el trabajo, en los buenos y malos momentos. Uno aprende a elegir amistades, y aquí es muy importante con quién te relacionas.

Sería bueno que él haga un alto en su vida. Reflexione sobre las cosas que está haciendo y vuelva al ruedo con una mentalidad distinta. Se puede.

Que lo intente. No importa si desaparece unos días, semanas o un par de meses. Lo importante será que otro Henry Vaca vuelva a las canchas de fútbol.

Hoy, mucha gente debe estar feliz de verlo caer en desgracia. Otros deben aplaudir y desear que sea el fin de su carrera. Es que ha habido muchos desaciertos en el deportista. Su rebeldía y su mal comportamiento le han ganado al talento y fútbol exquisito que tiene.

Pero la decisión de cambiar la tiene él. Más allá de los consejos, él tiene que decidir qué hacer en su vida. Si toma a la ligera lo que pasó, vamos a seguir viendo sus malas acciones, y su fútbol se apagará más temprano que tarde.

Todos tenemos hijos. A veces aplaudimos algunas de sus travesuras, pero en el fondo siempre queremos que sea una buena persona. Es que la persona está antes que cualquier etiqueta social, y en este caso, la persona está antes que el futbolista.