Juan Antonio Morales y Luis Carlos Jemio: “La economía boliviana tendrá que hacer un ajuste interno y externo”


En un nuevo episodio del espacio digital “De Frente con Oscar Ortiz”, Juan Antonio Morales y Luis Carlos Jemio compartieron los principales hallazgos de la investigación “2023: Riesgo de Crisis Cambiaria”, libro recientemente publicado por la Fundación Vicente Pazos Kanki.



Fuente: Publico.bo

Morales fue presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), es profesor universitario y autor de varios libros. Jemio fue Ministro de Hacienda y es autor de numerosas investigaciones.

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“La parte que escribí es un análisis contable sobre la dinámica en la pérdida de reservas que se ha producido en el país en la pos-bonanza. Desde el 2015 pasamos de tener 15.122 millones de dólares en reservas a sólo 3.796 millones en 2022. Se han perdido en 8 años 1.400 millones anuales como promedio, que hacen un total de 11.300 millones en pérdidas”, señaló Jemio.

El economista dijo que su enfoque se basó en “los flujos de la balanza de pagos y en los stocks del BCB. En la balanza de pagos, hay déficits continuos en cuenta corriente desde el 2015, por la caída en el precio de las exportaciones de 1.017 millones de dólares en promedio anual, un acumulado de unos 8.000 millones de dólares. Luego está la partida de errores y omisiones, que da un déficit de 1.047 millones anuales. Son las salidas no registradas de recursos de la economía, que también suman unos 8.000 millones de dólares”.

“La caída de las reservas ha tenido diferentes magnitudes: del 2015 hasta el 2019, el déficit en cuenta corriente fue el principal factor, en menor medida los errores y omisiones. El año de la pandemia, 2021 y 2022, ha habido una mejora en las condiciones externas. Las exportaciones se han recuperado muy bien, tanto en precios como en volúmenes, la cuenta corriente ha mostrado superávit y la pérdida de reservas no fue tan fuerte. Para el 2023 estas condiciones ya no van a estar dadas. Con datos a abril, se ve que vamos a tener déficit en cuenta corriente y la presión sobre las reservas va a ser muy grande”, indicó.

Jemio consideró que “los agregados monetarios han ido creciendo muy rápidamente, por el crédito del BCB para financiar el déficit del sector público. La base monetaria ha crecido de un equivalente a 8.800 millones de dólares a 15.000 millones el 2022. Conjuntamente con la caída de reservas, la cobertura se ha deteriorado sustancialmente. La relación reservas-base monetaria cayó de 1,72 en el 2014 a sólo 0,25 en el 2022. Prácticamente, la cantidad de dinero que hay en Bolivia no tiene cobertura en términos de reserva. Es uno de los países que más reservas ha perdido en el mundo en los últimos años. El circulante en bolivianos en 2022 llega a 49.430 millones, 16% del PIB, muy por encima de la media latinoamericana”.

“Si las expectativas de la gente cambian y deciden pasar sus bolivianos a dólares, no van a haber dólares suficientes. ¿Por qué no ha ocurrido? La gente está acostumbrada a que el boliviano es una moneda fuerte, por tantos años de inflación baja y estabilidad cambiaria, y por una economía subterránea muy grande que está demandando ese dinero para sus transacciones”, opinó.

Por su parte, Morales dijo que “la situación cambiaria es bastante complicada. A principios de año se esperaba que la economía mundial creciera a buen ritmo, luego de que China abandonó su política de Covid cero, pero eso no ha estado sucediendo y se ve en las exportaciones bolivianas. Si esperábamos que la salvación en la situación de reservas viniera por el lado de la cuenta corriente en la balanza de pagos, eran esperanzas demasiado optimistas. Había gente que pensaba que podía replicarse lo que sucedió entre el 2004 y el 2014. Eso no ha sucedido”.

“La economía boliviana va a tener que hacer un ajuste interno y un ajuste externo. En lo interno, se han dado muchos déficits repetidos por encima del 7% del PIB, una parte muy importante con créditos del BCB. Hay que corregir el déficit fiscal y temo que el ajuste se haga de mala manera, porque no haya recursos para financiar las inversiones públicas y las carreteras sólo se construyan hasta la mitad. Un ajuste de buena manera debería reducir el déficit de los combustibles, que el año pasado superó el 3% del PIB, con casi 1.700 millones de dólares en subvención. La expansión del empleo público es muy grande y si no se reduce, por lo menos hay que bajar su tasa de crecimiento. El año pasado fue del 4%. Debe revisarse la situación de las empresas públicas, donde hay una absoluta falta de transparencia. No hay estados contables, estados auditados. Hay que insistir en que se cumplan los artículos 22 y 23 de la Ley del Banco Central, que prohíben el financiamiento del BCB al sector público no financiero. También se tiene que liberalizar el sistema financiero, eliminando los topes a las tasas de interés y la asignación sectorial de créditos”, detalló.

En la parte externa, recordó que “está en negociación un monto muy importante de créditos de las instituciones financieras internacionales, que tienen que desbloquearse. Hay que negociar en el Parlamento el desbloqueo. Esos créditos no son la solución definitiva, tienen un monto limitado y están atados a proyectos, no son de libre disponibilidad. Es inescapable llegar a un acuerdo con la comunidad financiera internacional, con el FMI. Y se tiene que revisar la política cambiaria, porque el tipo de cambio fijo ya no está cumpliendo su función, hay un mercado paralelo pequeño que puede aumentar. Desconocer esos hechos, con métodos policiales y correteando a los librecambistas en la calle, no es una solución buena ni definitiva”.

“Hay una gama de esquemas cambiarios que se podrían aplicar. Primero, mantener el actual sistema con la banda cambiaria que hay, pero haciendo que se dinamice un mercado intercambiario dentro de la banda, eliminando el ITF. Segundo, volver a lo dispuesto en el 21060 sobre la flotación administrada, que evolucionó a un tipo de cambio fijo deslizante por problemas en las subastas de divisas. Pero ahora, con las plataformas electrónicas en la Bolsa Boliviana de Valores, Asoban y el BCB, se pueden tener subastas de divisas más dinámicas. Tercero, tener un tipo de cambio flotante, administrado en el marco de metas de inflación”, sugirió.

Luis Carlos Jemio acotó que la variable clave será el comercio exterior, con caídas en los principales sectores exportadores de nuestro país, sobre todo en hidrocarburos: “Hay una baja oferta exportable por falta de inversión. El Estado no es eficiente invirtiendo. La caída de exportaciones tendrá un peso muy fuerte sobre el PIB. Por eso el gobierno no publica ninguna cifra de crecimiento, que va a ser muy bajo este año”.

Juan Antonio Morales subrayó que una modificación en la política cambiaria exigiría “una gran credibilidad de las autoridades económicas y monetarias. Hay elementos alentadores para una flexibilización: con la devaluación de facto en el tipo de cambio, la transferencia a la inflación ha sido muy baja. A pesar de la situación difícil en las reservas, no ha habido pánico o una estampida contra el dólar. Se dieron colas en el BCB por un mal manejo comunicacional. La gente sigue todavía confiando en que la situación no se va a desbocar. Con tantos años de estabilidad, las expectativas no son de una alta devaluación o de una crisis mayúscula. Pero la situación pudiese deteriorarse si no se toman medidas correctivas a tiempo. Hay maneras de flexibilizar con anuncios y políticas claras, con énfasis en el control monetario de la inflación, no con el control cuantitativo de las exportaciones, ni con subsidios tan altos a los combustibles. Sobre todo, debe controlarse el crédito del BCB al sector público no financiero”.

 


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