Hoy Santa Cruz celebra 213 años de su grito libertario del 24 de septiembre de 1810. Sobran los motivos para celebrar. La Santa Cruz contemporánea, esta maravilla que lleva siete décadas de construcción, donde confluyen los esfuerzos de bolivianas y bolivianos de todos lados, es un motivo de orgullo nacional.

La Guerra del Chaco cambió de manera definitiva la historia del país. La generación que combatió en la región del Chaco, comprendida entre Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, fue precisamente la que, con la Revolución Nacional de 1952, inició la “marcha al oriente”.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

La apertura de la carretera con Cochabamba, en 1954, y las líneas férreas con Brasil y Argentina, cambiaron las condiciones para la producción y la actividad empresarial en el departamento. Ahí comienza a emerger la economía moderna en el oriente boliviano, con Santa Cruz como su epicentro.

Con todo, el desarrollo cruceño no ha sido y no es un camino de rosas. A su modo, Santa Cruz ejemplifica la noción harto conocida en sociología de que los cambios culturales son más complejos y requieren más tiempo que los económicos. No es en vano que el antropólogo Adrian Waldmann hable de la “feudernidad” al caracterizar la sociedad cruceña. Con esto, el autor de El Habitus Camba, describe una formación moderna en lo económico, pero feudal en sus concepciones políticas y sociales.

El proceso político cruceño se encuentra actualmente en un momento muy particular. A diferencia de lo que pasa con el empresariado, que definitivamente ocupa un rol protagónico a nivel nacional y regional (basta ver la copiosa presencia de cadenas de servicios originadas en Santa Cruz en el resto del país), la dirigencia política tradicional se encuentra en una fase de retracción.