Bolivia.- La Fundación MILENIO considera que la tendencia de estancamiento económico de la economía boliviana es consecuencia de la caída de la inversión pública, la escasez de dólares para importaciones, las perturbaciones en el sistema financiero y la desconfianza en el rumbo de la economía. Según esta organización, el estancamiento es también resultado de la caída de inversiones privadas nacionales y extranjeras, el debilitamiento del aparato productivo y en el funcionamiento de empresas con capacidades ociosas en varios sectores económicos.
Henry Oporto, Director Ejecutivo de MILENIO señalo que “en nuestro informe de junio sobre el estado de la economía de Bolivia, ya advertimos que Bolivia está inmersa en un ciclo de bajas tasas de crecimiento, y que puede prolongarse por varios años, si es que no se adoptan los correctivos necesarios y oportunos. Este crecimiento anémico equivale a un estancamiento, puesto que la alicaída actividad económica no genera empleo ni mejora los ingresos y menos aún reduce la pobreza”.
Las estimaciones del FMI y del Banco Mundial sobre el crecimiento del PIB de Bolivia en 2023, de 1.8% y 1.9%, respectivamente, confirman las bajas tasas de crecimiento de la economía boliviana. Estas tasas del PIB boliviano son menores a la tasa promedio de América Latina, estimada para este año en 2.3%. Al mismo tiempo, tanto el FMI como el BM, proyectan para el año 2024 un crecimiento de la economía boliviana de 1.9%, lo que implica una trayectoria plana.
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Oporto explicó que, hasta mediados de la década pasada, la economía creció a un ritmo relativamente alto impulsada por el aumento del consumo doméstico y la inversión pública. Pero hoy en día estos motores están averiados y tienen rendimientos decrecientes. Por todo ello, Bolivia necesita más que nunca de la inversión privada nacional y extranjera como nuevo motor de crecimiento.
“Lamentablemente, el país desaprovecha las oportunidades en el mercado mundial para ampliar sus exportaciones y diversificar el aparato productivo. El mundo demanda alimentos, minerales, energías renovables y servicios digitales, productos estos que Bolivia puede producir en forma competitiva. Sin embargo, todos estos proyectos, incluido el litio, están paralizados, entrampados y no pueden desarrollarse por falta de capital, de tecnología adecuada y de emprendimientos eficientes. Según datos de la CEPAL, Bolivia registró en 2022 una entrada de IED neta negativa de 26 millones; la desinversión neta de IED entre 2018 y 2020 llegó a -1.012 millones de dólares”, señaló.
El investigador considera que Bolivia debe mirarse en el espejo de otros países que, como Paraguay, mantienen un crecimiento sostenido y un régimen atractivo para la inversión extranjera. “De hecho, el FMI considera que Paraguay será el país con mayor crecimiento en Sudamérica en el período 2020-2024. La clave del éxito paraguayo -un país muy pequeño y de solo 7.5 millones de habitantes- es su ambiente de negocios favorable, sus incentivos y garantías a la inversión y sus acuerdos comerciales con países de varios continentes. De hecho, en 2021, la IED en Paraguay alcanzó la cifra de 7.045 millones dólares, principalmente inversiones de Brasil, Estados Unidos y Europa. También se da el caso de que Paraguay se beneficia en los últimos años de una corriente de inversiones bolivianas, que, aunque pequeñas con relación a la inversión de otros países, mantiene una tendencia creciente”, concluyó.