En ocasiones anteriores hemos realizado investigaciones sobre grandes mujeres de la conquista, que contribuyeron a los primeros años de Santa Cruz de la Sierra; entre ellas Doña Elvira de Mendoza, un poco sobre Doña María de Agulo y los detalles biográficos de la Adelantada Mencía Calderón. Hoy vamos a hablar de una empresaria que fue pionera de la industria cruceña y de su Modelo de Desarrollo.
Nos tomó varios días hilvanar sus datos y, como verá el amable lector, no escatimamos las fuentes, recogiendo y razonando hasta la más ínfima referencia para lograr una pieza biográfica. El producto final, se pudo realizar gracias a la generosidad de apreciados colegas, que por su talla le agregaron crédito al documento y lo hicieron toda una aventura. Terminado el trabajo, aunque quedan detalles por investigar, he quedado satisfecho; y para celebrarlo, con una copa de vino brindé en nombre de la enorme Dama Crueña.
Catalina Polanco de la Guerra nació en Santa Cruz de la Sierra, La Vieja, por el año 1578. Hija del capitán Pedro Guerra y sobrina de Don Alvaro Guerra. Casada con Francisco Hurtado de Mendoza, que fue maese de caballeria y expedicionario (no debe confundirse con su homónimo el virrey de Cataluña – 1615). Sus hijos fueron Gerónimo Hurtado de Mendoza e Inés Hurtado de Mendoza.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
El nombre de su madre aún no lo hemos encontrado pero, en lo referente a mujeres de esa época, no será tan complicado ubicarlo más adelante. Probablemente fue alguna de las damas que llegó a Santa Cruz de la Sierra en el éxodo de 1564 y que antes habían llegado con Mencía Calderón a la ciudad de Asunción.
Al respecto, el genealogista Eric Soria Galvarro nos proporcionó un dato importantísimo: “Los abuelos maternos de Catalina Polanco, fueron Francisco Durán y Catalina Ortiz, por lo que se puede presumir que su madre se llamó Catalina Duran”
Sobre su matrimonio, el investigador Ronald Hurtado nos proporcionó un documento del Maestre de Campo Francisco Hurtado de Mendoza que dice: “Y así mismo es justo que se tenga atención a que soy casado con doña Catalina Polanco de la Guerra, hija legítima del capitán Pedro Guerra, uno de los primeros conquistadores de la dicha provincia de Santa Cruz de la Sierra”.
Según el investigador Fernando Aníbal García Enríquez, esta notable dama, que desde joven tuvo que hacerse cargo de la empresa familiar, enviudó y continuó desarrollando una industria sin precedentes en la región. Sin embargo, no debe creerse que todo lo heredó de su esposo, pues se tiene registros de que su padre, el capitán Pedro Guerra, fue a quien Ñuflo de Chaves le cedió su encomienda en virtud a sus esfuerzos durante la fundación y por el aprecio que le tenía.
No se ha podido establecer aún la razón por la que llevó el apellido Polanco, si por la línea del padre o de la madre. Hurtado se inclina por la línea paterna, ya que “los Guerra y los Polanco eran cántabros”.
A su vez, el historiador español Francisco Cillán confirma que “los Polanco y Guerra también son extremeños; pero como la Reconquista española se hizo de Norte a Sur puede que desciendan del norte, concretamente de Santander, que se unieron a la colonización americana varios años después”.
Debemos señalar tambien que, al no tener fecha precisa del nacimiento de Doña Catalina, hemos tomado como referencia al menos 16 años anteriores a la llegada de su esposo a Santa Cruz y a 45 años de su última noticia. “Al ser hija de Pedro Guerra, cruceño de la primera generación en la ciudad, siendo hija surrapa, por el 1600 ya era una mujer madura”, nos comentó el investigador y artista plástico Carlos Cirbián, quien está preparando su retrato.
Carlos Dabdoub Arrien, en su libro “Mujeres en la Historia Cruceña”, así describe lo más destacado de su legado: “Propietaria de casi una docena de ingenios azucareros que existían en Santa cruz por los años 20 del siglo XVII, destaca doña Catalina Polanco, viuda de Francisco Hurtado de Mendoza, uno de los mayores industriales azucareros de la época”. Luego describe las caracteristicas de los ingenios.
Su padre Don Pedro Guerra
En el acta de repartición de encomiendas, del 20 de abril de 1561, aparece el nombre de Pedro Guerra en el puesto número 10, después del Gobernador, en una lista de 76 vecinos fundadores de Santa Cruz de la Sierra. Como la lista está por orden de jerarquía, esto indica la importancia que tenía para la cúpula pionera.
De acuerdo a una declaración de Francisco de Mendoza, hermano menor de Elvira y Diego de Mendoza, el 29 de noviembre de 1571, que informa sobre Ñuflo de Chaves, “un repartimiento que tenía en encomienda, que se llamaba Los Pamonos, lo encomendó a un soldado que se llamaba Pedro Guerra. Y que el dicho don Diego de Mendoza tuvo otros dos repartimientos en su cabeza. Y que entre ambos y dos los han dado a soldados que han servido…” Esto demuestra el aprecio que le tenía y el desprendimeinto del General sobre sus bienes materiales; más aún si consideramos que la corona sólo le aportó con 1.000 pesos de plata, que recibió una sola vez como salario, en sus 27 años de extraordinaria campaña.
De acuerdo al investgador Victor Hugo Ramallo “los Pamonos fueron pacificados por Chavez en 1557, quien los califico grandes agricultores…”
Sigamos con el padre de Doña Catalina. Ronald Hurtado nos proporcionó la referencia de un documento registrado en La Plata el 24 de setiembre de 1577, en el que se lo menciona recibiendo unos poderes de parte de Juan de Garay, cofundador de Santa Cruz de la Sierra y fundador de Santa Fe y Buenos Aires. Dice lo siguiente:
“Poder que otorga el capitán Juan de Garay, vecino de la ciudad de Santa Fe en las provincias del Paraguay, residente en la ciudad de La Plata, a favor de Pedro Guerra, vecino de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y Pedro de Inosso para que en su nombre puedan vender en pública almoneda, los solares cercados que tiene en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, junto a la Iglesia Mayor, y repartir el importe entre los indios Tarapazociere y Gorgotoquíes, que tuvo en encomienda en dicha ciudad” (ABNB).
Este documento no sólo nos da notcias de Pedro Guerra sino que también nos dice del carácter y pensamiento de Juan de Garay, por el destino que dio a la venta de sus bienes a favor de los nativos. Además, nos da la primera ubicación documentada de un vecino principal en Santa Cruz la Vieja. Garay fue cabildante en Santa Cruz de la Sierra, donde tuvo sus hijos y en 1573 fundó Santa Fe, para luego fundar Buenos Aires en 1580.
En el Archivo y Biblioteca Nacioneles de Bolivia hay también otros documentos sobre Don Pedro Guerra, como el de 1579-10-05, un “mandamiento que hace Juan de Alvarado y Velasco, alcalde ordinario de la ciudad de La Plata, ordenando que una india de Santa Cruz que estaba al servicio con Gaspar de Saldaña, se fue con Pedro Guerra y volvió habiéndose casado con un indio llamado Alonso Uqui, retorne al servicio del mencionado Gaspar de Saldaña”. Hay otros, incluso el de 1596, que es una venta de una chacra y tierras, “sita en la Frontera de Tomina, jurisdicción del asiento del Villar, que hace Pedro Guerra, residente en La Plata, a Lope Mejía de Espinosa, vecino de la ciudad de La Plata”.
Más adelante alguien encontrará alguna referencia de dónde y cuando descansó el inquieto viajero. Pero, como hemos visto, estuvo con Doña Catalina entre los años 1577 y 1579. Tal vez la venta de 1596 tenga alguna relación con el matrimonio de su hija.
Sobre su esposo Don Francisco Hurtado de Mendoza
Según Ronald Hurtado, Don Francisco Hurtado de Mendoza antes de arribar a Santa Cruz había dado sobradas muestras de valor, generosidad y lealtad a la Corona en diversas campañas militares. Llegó a nuestra región en 1594 cuando el Virrey del Perú, García Hurtado de Mendoza, lo nombró Alférez General para hacer una entrada a la Provincia de Moxos.
“Desde el principio se ganó la admiración y el cariño de los cruceños por su valor y capacidad en las campañas contra ciertos caciques chiriguanos (…) Su prudencia y discreción fueron de mucha utilidad para lograr el apaciguamiento de los cruceños, debido a las divisiones y peleas que tenían entre ellos, en especial cuando varios capitanes y soldados, con Pedro Lobato a la cabeza, se rebelaron contra el Gobernador Juan de Mendoza Mate de Luna, buscando darles muerte a él y a su hijo…”
Eric Soria Galvarro, quien gentilmente nos proporcionó un archivo original, en el que se verifica que la noble dama firmaba como “Doña”, también nos brindó el siguiente relato: “Llegó a Santa Cruz de la Sierra en 1594, con el cargo de Alférez General del Campo, junto con los capitanes Juan de Avila y Zárate, Gabriel Guerra y Francisco Bello, bajo el mando de Diego Vázquez Arce de Cabrera, para la jornada a los Mojos que llevaba adelante el gobernador Lorenzo Suárez de Figueroa.
Alterna su residencia entre Santa Cruz, San Lorenzo y Mizque, de donde ocupó importantes cargos como: Capitán, Maesse de Campo, Teniente de Gobernador y Alcalde de Santa Cruz, San Lorenzo y La Trinidad en Mojos.
Hace información de sus méritos y servicios en La Plata en 1611. Fue casado con Catalina Polanco de la Guerra, hija de Pedro Guerra, fundador y encomendero de Santa Cruz de la Sierra…”
Con un esposo tan ocupado en la vida pública, era de esperarse que Doña Catalina debía de encargarse de la empresa familiar todo el tiempo, adquiriendo maestría en el oficio. Fernando García afirma que “como el marido era militar, me parece que sus entradas descubridoras también eran financiadas por el ingenio azucarero que dirigía su esposa; era ella la que estaba al mando de todo”.
Sobre el Ingenio de Catalina Polanco
Fernando García, especialista en la materia, en su libro “Historia de la Industria Azucarera cruceña” afirma que uno de los ingenios azucareros cruceños más representativos de la etapa virreinal “fue propiedad de la señora Catalina Polanco, registrado después de la primera traslación de la ciudad, localizado probablemente en la zona conocida como Cotoca. Este establecimiento fue, de acuerdo con la documentación hasta ahora hallada, el más importante de Santa Cruz de la Sierra, con una producción entre 1634 y 1630, de más de 6.300 arrobas de azúcar para su exportación a Potosí.
Un detalle con alto valor histórico, es el blanqueamiento de azúcar a partir del año 1627 para que sea más competitivo en la ciudad referida; siendo para ello necesario desarrollar nuevas técnicas de depuración y cristalización, optimizando también el control de todas las etapas del proceso azucarero.
Caracteriza a este ingenio la mano de obra utilizada, toda vez que, ante la disminución de indígenas de encomienda, la señora Catalina Polanco diseñó un nuevo sistema de trabajo, la mano de obra pagada; así, por ejemplo, los registros de este ingenio señalan que el 55% de sus gastos corresponde al pago por los trabajos realizados y, dentro del cual, el 40% recaía sobre mano de obra calificada, de acuerdo con sus especialidades, y asignándose también una cantidad de dinero para el mantenimiento de trapiches, carretones, diezmos y primicias, ganado, y otros”.
De acuerdo a la misma fuente, su tío Alvaro Guerra fue mayordomo del ingenio azucarero en 1627. Este hombre también tendría sus méritos en el desarrollo de la industria.
El investigador Julio Ernesto Osuna Rivero afirma que “para 1612 ,el virrey Marqués de Montesclaros, consideraba que la producción y comercialización del azúcar cruceño a escala del Virreinato era moderadamente considerable; luego, Vásquez de Espinoza diría que en el distrito de San Lorenzo (hoy Santa Cruz de la Sierra) había 25 ingenios de azúcar, entre los propietarios el mayor de ellos era don Francisco Hurtado de Mendoza y su esposa Catalina Polanco. También eran azucareros don Francisco de Chaves (bisnieto del fundador Capitán Ñuflo de Chaves) don Diego López de la Roca, don Juan Manrique de Salazar y otros”.
Antonio Vasquez de Espinoza estuvo recogiendo datos en esta parte de América desde 1622, esto indica que se refería a la producción de las dos ciudades ya fusionadas.
Descendencia
En cuanto a la descendencia de Catalina Polanco, Fernando García afirma que su hija, Inés Hurtado de Mendoza, se casó en 1626 con Juan Manrique de Salazar, descendiente de Hernando de Salazar y de Juana Manrique, hermana de Diego de Mendoza y cuñada de Ñuflo de Chaves.
Según Ronald Hurtado, quien gentilmente elaboró cuadros genealógicos para este artículo, afirma que “uno de sus hijos también se llamó Francisco Hurtado de Mendoza. Al igual que su nieto, su hijo Francisco fué Regidor en 1663 y en 1665 Alguacil Mayor.
Otro hijo suyo, don Gerónimo Hurtado de Mendoza, fué Alcalde provincial. Su bisnieto don Fernando Hurtado de mendoza fué también Alcalde; otro bisnieto don Antonio Hurtado de Mendoza fué Regidor varias veces y sigue una larga lista de autoridades locales que eran sus descendientes como los Moreno, Del Rivero, Méndez de Gondar, Suárez, etc”.
Consultado el genealogista Julio Ernesto Osuna, afirma que “hubo más hijos; fueron alrededor de siete hijos, de los que tuvo con don Francisco Hurtado”.
En el ABNB hay un testamento de María Hurtado de Mendoza, viuda de Juan de Liaño, “vecina de La Plata y natural de San Lorenzo, gobernación de Santa Cruz de la Sierra, hija legítima del maestro de campo Francisco Hurtado de Mendoza y de Catalina Polanco Guerra, su mujer, ambos difuntos, declara que durante su matrimono procrearon a su hija legítima nombrada Tomasa de Liaño, a quien nombra su heredera universal”.
La herencia
Carlos Dabdoub da la siguiente referencia: “Hacia 1623, luego de la muerte de Catalina Polanco, según la documentacion conocida, García Recio afirma que se trataba de una de las familias más ricas y prestigiosas de Santa Cruz. Contaba con 700 vacas, 420 ovejas y cabras, 200 gallina, 8 cerdos y un número no determinado de mulas y caballos.
Sus bienes, inventarios y tasados, fueron evaluados en 15.490 pesos, sin embargo su mobiliaro era muy reducido, en concordancia con la realidad de esta Santa Cruz andariega”.
El dato de su muerte, por el año 1623, no concuerda con las referencias de producción en 1627. Sin embargo, por la seriedad de las fuentes y por la edad en la que tiene consolidados sus bienes, lo mantenemos hasta que alguien encuentre mejor documentación.
Contexto histórico de sus últimos días
Un año antes, en enero de 1622, la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, cabeza de la Gobernación, había avanzado sobre el pueblito de San Lorenzo, fusionando las dos poblaciones y estableciendo supremacía. Este último movimiento de la ciudad fue forzado por razones políticas y económicas. Las autoridades virreinales y la iglesia amenazaron a los cruceños con no dejar salir su producción al Perú.
En noviembre de 1621 el gobernador Nuño de la Cueva y sus funcionarios, con la ayuda de los padres jesuitas, encabezados por Anello Oliva, iniciaron una trama para trasladar a los cruceños. Lo hicieron mediante un proceso, aparentemente democrático, por medio de “consultas”.
Era Alcalde de Santa Cruz de la Sierra Don Francisco Osorio de Chaves, nieto del fundador. El Cabildo Cruceño manifestó su oposición a que la ciudad se mueva de Cotoca, exponiendo la seguridad y productividad que tenían en su asiento. Sin embargo, con la presión oficial lograron finalmente acuerdos y se procedió a la ocupación de Santa Cruz de la Sierra sobre San Lorenzo, a inicios del siguiente año.
El elemento determinante fue el bloqueo económico. El Gobernador, por razones obvias, juntó dos preguntas en su consulta: 1) Qué se debía hacer con la ciudad de Santa Cruz, para defenderla de los chiriguanos y 2) Si era prudente que salgan unas recuas con productos al Perú. Hizo que lo uno dependa de lo otro.
La iglesia ayudó al gobernador con una amenaza: “Y que no hacerse se pecaría gravemente como en materia tan grave por lo cual no solamente fuera mal contado de la Majestad Divina, sino también de la humana el Rey…” Entonces la autoridad concluyó: “Todos tienen por preciso necesario y forzoso que aquella ciudad se reduzca a aquesta y que las recuas no salgan…”
Entre esas cargas de exportación también estaba la producción de los ingenios de Doña Catalina Polanco.
La fusión traería pobreza general en los siguientes años. En 1621 los cruceños en Cotoca decían: “Todos, pobres y ricos tienen sustento de carne y maíz y demás legumbres crédito para todo el año…” El 2 de enero de 1637 el Cabildo juntado decía: “En esta ciudad ha venido a tanta disminución el ganado vacuno que no se halla para sustento della…”
La mayoría de los lorenceños eran flojos y se quejaban constantemente de los «cruceños ricos». Por eso vino la crisis económica. Doña Catalina era una cruceña rica, vecina de San Lorenzo en sus últimos años.
Pasó un buen tiempo hasta que los cruceños lograron reinstalarse, recuperar el ritmo de trabajo y fortalecer su Modelo de Desarrollo. Doña Catalina Polanco había dejado su legado emprendedor para siempre.
Nino Gandarilla Guardia
GRÁFICOS:
-Firma de Doña Catalina Polanco. Gentileza de Eric Soria Galvarro Balcázar
-Cuadros genealógicos. Gentileza de Ronald Hurtado
-Referencia de los Pamonos. ABNB
-Certificación del matrimonio. Gentileza de Ronald Hurtado
-Lista de fundadores de Santa Cruz de la Sierra. De Enrique Finot
–Pintura, Mujeres en el Virreinato. Imagen terferencial tomada de la red
(https://www.gaceta.unam.mx/las-mujeres-en-la-vida-cotidiana-del-virreinato/)