Letras prohibidas: El Marqués de Sade


“En protesta, contra los censores modernos y dueños de la verdad que se deleitan eliminando contenido de artistas y escritores independientes que van en contra de sus reglas y sus intereses”.

Cuentan las crónicas del 22 de octubre de 1785 que, al interior de la prisión de la Bastilla, Paris, con la puesta del sol, uno de los reclusos comenzó a escribir una de las novelas más escandalosas, deseadas, obscenas, odiadas, repudiadas y censuradas que se haya visto nunca. Su autor, consciente de lo que acaecería aquella jornada, advertía en sus primeras líneas al lector, para que el contenido de aquella, que se convertiría en su obra cumbre, no turbe su mente. “120 días de Sodoma” escrita por Donatien Alphonse François Sade, mejor conocido como Marqués de Sade, fue concluida en treinta y siete noches, en una de las celdas donde el Marqués pasó más de la mitad de su vida.



El relato, versa sobre cuatro libertinos de clase social alta, gente de mucho dinero y poder, quienes cierto día deciden disponer del castillo Chateu de Silling para cometer toda clase de perversiones, desde las más comunes hasta algunas otras que rayaban dentro de lo criminal. Un libro controvertido desde el punto de vista estilístico y de contenido, pero también ácidamente crítico con aquellos hombres de la época que ocupaban importantes cargos políticos y religiosos.

El Marqués de Sade, escribió nueve novelas, una obra para teatro, varios ensayos y alrededor de cuarenta historias cortas y relatos, todas con un estilo único que nadie pudo igualar, aunque su obra sirvió de inspiración a escritores de la talla de Peter Weiss, Octavio Paz, Pier Paolo Pasolini, Yukio Mishima. Una prosa mordaz y enloquecida, que pegaba brincos entre lo cómico y lo erótico, llegando a despegar en viajes oníricos provocados por la imaginación y perversiones más inverosímiles de la mente humana.

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Mujeres desnudas en medio de rituales místicos, misas negras en las que participaban los máximos representantes de la iglesia. Escenarios diversos, desde el altar mayor en el Vaticano, hasta un burdel proscrito en las profundidades más ocultas de la Francia revolucionaria. La coprofilia, necrofilia, mutilaciones mezcladas con diatribas. palabras obscenas y nihilistas, en torno a un universo sin reglas, sin moral y sin Dios, donde la fuerza bruta toma lo que quiere y la violencia resulta el camino más corto hacia el placer.

Escribir de acuerdo a su personalidad y su forma de ser le costó permanecer en prisión durante treinta años, fue acusado de violación, pornografía, violencia, envenenamiento entre otras. Fue amado por muchas personas que se deleitaban con sus obras prohibidas y que se daban modo de conseguirlas en el mercado negro, toda vez que la mirada del censor era implacable.

Renée Pelagie de Montreuil, fue la mujer con la que el Marqués de Sade había contraído nupcias en 1763, la misma permaneció cerca de su marido, hasta que se le acabaron los recursos heredados de su familia, pasando entonces a recluirse en un convento hasta los últimos días de su vida. Durante los muchos años de prisión, se dedicó a atenderlo. A diferencia de él, Renée era considerada una chica inculta y poco agraciada, pero contaba con mucho dinero. El matrimonio arreglado le permitió a Sade, disponer de una buena fortuna, tomando en cuenta que su padre, miembro de la nobleza parisina, había despilfarrado la suya y la de su familia llevando una vida licenciosa y desenfrenada.

Lo que más unía a los esposos, era que ambos detestaban la hipocresía social francesa, consideraban que los que alcanzaban el éxito eran siempre los seres más viles y falsos. Detestaban las normas y convencionalismos que regían las costumbres francesas, que eran violadas y vulneradas por quienes tenían el encargo de hacerlas cumplir. Por lo que tanto Donatiene como Renée, vivieron empeñados en enfrentar a la sociedad haciendo y escribiendo lo prohibido.

Cuando Napoleón Bonaparte llegó al poder, tras conocer la obra del Marqués de Sade, prohibió que nadie pueda leer y conocer estas obras, manteniéndose la misma prohibición por alrededor de dos siglos. Ordenó además que sea internado en un manicomio, enviando a un médico para que cure la febril perversión con la que escribía, debiendo extirparle la imaginación volátil y prolífica, que era lo único que lo sostenía con vida.

Sade experimentó la censura más prolongada que recoge la historia, sus obras fueron sacadas del mercado y prohibidas en Francia hasta el año de 1960, época en la que se reeditaron versiones bastante resumidas. Aún a día de hoy, la literatura más revulsiva de todos los tiempos no tiene cabida en los escaparates de librerías y bibliotecas. Todo lo que se ha hablado acerca del Marqués de Sade, por ir en contra de las imposiciones sociales, sigue generando polémica hoy como en los tiempos de Luis XVI. Lo único que cabe señalar, es que independiente de su obra y el deseo que tuvo el Marqués de Sade que tras su muerte su trabajo sea borrado de la faz de la tierra, es que: el arte no puede ser silenciado.

Por: Carlos Manuel Ledezma Valdez

DIVULGADOR HISTÓRICO & DOCENTE UNIVERSITARIO

MIEMBRO DE LA SOCIEDAD DE ESCRITORES DE BOLIVIA (SODESBO)

Fuente: eju.tv