Los ingratos y el censo

Imafen El Deber

 

Por Teresa Gutiérrez Vargas

Hace 11 años, los resultados del Censo de población y vivienda del año 2012, generaron un movimiento de ciudadanos “Indignados”, que promovieron en redes sociales una ola de reclamos porque al departamento de Santa Cruz “le borraron” más de 120 mil habitantes, dejándola como segundo departamento con mayor población del país después de La Paz. Sin contar que el cuestionario censal contenía preguntas tendenciosas en las que intentaban negar que habitamos un país mestizo, para convertirnos en indígenas y así acomodar la narrativa del primer presidente supuestamente indígena en la historia de Bolivia.



Ya que el retrato del hombre pobre con poncho y su quena, navegando en una balsa de totora, vende imagen de pobreza e indigenismo y atrae fondos internacionales. Además, es importante recalcar que esos datos también sirvieron y sirven para promover políticas racistas aimara-quechuas en el plan de toma de tierras y dominación territorial del oriente boliviano, dando continuidad a la geopolítica de gente perversa que sigue en el poder.

Desde el 2012 a la fecha, casi un millón de habitantes de toda Bolivia según proyecciones del INE llegan a la Santa Cruz en busca de nuevas oportunidades, traen a sus familias, inscriben a sus hijos en los colegios fiscales y de convenio, utilizan hospitales y servicios de los tres niveles de salud, donde lo que más faltan son ítems médicos, equipos e infraestructura. Según Carlos Hugo molina, para el 2050 7 de cada 10 personas vivirán en las ciudades y por lo menos cerca de 8 millones serán los habitantes en el departamento de Santa Cruz.

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Ha sido frustrante para muchos cruceños ver que desde hace una semana y hasta dos días antes de que se tome la gran fotografía censal que definirá cuantos somos en el país, para luego replantear una nueva estructura política y la distribución correcta de escaños y recursos, de acuerdo a los habitantes de cada municipio, se inició una campaña de emigración regional, voluntaria y temporal, en los municipios donde estos ciudadanos no encontraron las oportunidades que les brindó esta noble y generosa tierra camba.

Gobiernos municipales como Monteagudo y Camargo del departamento de Chuquisaca por ejemplo, gestionaron y ofrecieron el pago de pasajes de flota, para que sus residentes que viven y trabajan en las grandes capitales regresen solo a censarse, para que sus arcas municipales puedan recibir los recursos que no les corresponde, ya que sus pobladores salieron a buscar mejores días en las grandes urbes como Santa Cruz de la Sierra. La cruda realidad en Bolivia es que el Ande expulsa a su gente por la incapacidad de sus propias autoridades, en vez de crearles oportunidades de vida. Es por eso que estos ciudadanos expulsados emigran a Santa Cruz, o al exterior.

Hasta aquí se comprende lo que pasa y la trágica realidad de esta gente, pero sobrepasa la lógica, el hecho de irse días antes del censo para registrarse en sus comunidades de origen y no permitir que se sepa la realidad. Es más o menos como romperse una pierna y esconder la radiografía para que el médico no me coloque un yeso.

Que ingratitud se siente ser la ciudad donde «es ley del cruceño la hospitalidad», y donde el paraíso de oportunidades es infinitamente mayor al que tienen en su tierra , nos pagan de viajando por dos días al lugar donde NO VIVEN. ¿Por cuánto tiempo más seguiremos durmiendo con el que se comporta como nuestro “ingrato enemigo”?