Industrialización a la boliviana ¿una mamada?

En los últimos meses, todos los ciudadanos bolivianos han estado recibiendo propaganda gubernamental, hasta en la sopa, acerca de la industrialización en el país. Me resulta hasta cómico escuchar esto, en vista de que nuestras autoridades tienen una idea equivocada sobre esta temática. Hablan de industrialización de base ancha, pero en realidad se refieren a un “gobierno ancho”, ya que quieren financiar más de 100 plantas industriales, además de las más de 70 empresas públicas que ya “funcionan” y que sabemos que el año 2022 tuvieron pérdidas aproximadas por 3.800 millones de bolivianos (y es que el gobierno no puede administrar nada bien).

Los economistas nos referimos a base ancha, cuando son miles o millones de agentes económicos que transforman la materia prima para convertirla en productos transformados o acabados. El hecho de transformar la materia prima, permite obtener mayor valor, y, por lo tanto, ganancias en favor de los que producen. Esto implica, además, mayor y mejor empleo para los bolivianos. Si el gobierno es el que “industrializa”, primero que los que se benefician son sólo los que trabajan en esas empresas, y, segundo, como no obtienen ganancia, el gobierno no tiene nada que “redistribuir”.



No es posible que los bolivianos sigamos permitiendo el derroche y, por lo tanto, el “robo” de nuestros recursos naturales por parte de un gobierno que no tiene idea de hacer empresa. Y es que el gobierno, no es un agente económico, o sea, no genera riqueza, porque para invertir, tiene que quitar la riqueza a los verdaderos agentes económicos (a todos los bolivianos). Como invierte plata que no es suya, no le interesan los resultados. Para que funcione una empresa el primer requisito importante son los derechos de propiedad, nadie puede producir eficientemente en una tierra o en una fábrica que no es suya.

Pero independientemente de lo mencionado, el gran problema es que, en todo lo que el gobierno ha invertido, ha fracasado. Así que, mencionemos por lo menos 2 casos referidos a la supuesta “industrialización” propuesta por el gobierno.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Las últimas noticias de estos reiterados fracasos están referidas al litio, lo que se supone iba a reemplazar al gas. Las inversiones para producir carbonato de litio fueron compartidas con la explotación e industrialización de cloruro de potasio.

El viernes 19 de enero de 2022, ante el ya evidenciado fracaso, el país se sorprendió con la noticia de que el gobierno estaba firmando un convenio con empresas chinas para la industrialización de litio. YLB firma convenio con un consorcio chino denominado CATL, Brump & CMOC para instalar dos plantas o complejos industriales en los salares de Uyuni y Coipasa, con una inversión aproximada de 1 mil millones de dólares en una primera fase, para obtener carbonato de litio en grado batería con una capacidad de 25 mil toneladas año, cada una. Posteriormente, se replicó un convenio con una empresa rusa, en condiciones parecidas, -como secreto de Estado-, ya que el pueblo boliviano no sabe nada sobre el negociado de sus propios recursos.

El discurso gubernamental afirmó: “hoy Bolivia ingresa a la era de la industrialización de su litio…es un día histórico”. Sin embargo, el mismo discurso; o uno parecido, se gestó desde el 2008, cuando se dijo que la explotación de litio ya no iba a realizarse según las condiciones de los inversores privados extranjeros, sino, inicialmente, al mando de la COMIBOL, que posteriormente fue reemplazada por Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB).

Bolivia destinó desde el 2012 más de 1.300 millones de dólares para la explotación de litio y una planta de Cloruro de potasio (la inversión en esta última supera los 180 millones de dólares y si ajustamos el monto por las inversiones compartidas, podría llegar a 300 MM de usd). Independientemente del monto de inversión, la planta de cloruro de potasio fue inaugurada recién en 2018, dando empleo a 210 personas, con una producción programada anual de 350 mil toneladas al año.

El 2018 se exportó menos de 3 mil toneladas, por un monto menor a 1 millón de dólares. El 2019, se exportó un poco más de 28 mil toneladas, por un valor de 6,4 millones de dólares. El 2020, la exportación cayó a 9 mil toneladas, por un valor de 1,7 millones de dólares. El 2021, se exportó casi 33 mil toneladas, por un valor de 9,6 millones de dólares, el 2022, 47 mil toneladas equivalentes a 25 millones de dólares, y el 2023 75.170 toneladas, por un valor de 18 millones de dólares (ver el cuadro).

Si comparamos la producción anual con lo programado (en el acumulado), queda claro que ni siquiera se cumple con el 10% de lo proyectado, a todas luces dicha planta y el proceso productivo, tiene muchos problemas y podrían ser considerados como un rotundo fracaso.

Como dijimos, dicha planta de cloruro de potasio, comparte inversiones con la explotación de litio, dado que aprovechan las mismas salmueras o lagunas de evaporación. La inversión realizada para 4 plantas de litio alcanzó a 1.328 millones de dólares. Se pretendía producir 30 mil toneladas de carbonato de litio para 2014.

Conviene mencionar, según el discurso gubernamental, que Bolivia en la actualidad debería estar produciendo baterías de litio, debido a que se instaló una planta piloto de iones de litio, o más propiamente acumuladores eléctricos de iones de litio. Debemos decir que existe un registro de exportación el 2017, que alcanza a 9 kilos, equivalentes a 358 dólares americanos de exportación (es en serio, por favor no se ría, o no llore).

Como mencionamos, Bolivia debía alcanzar, hasta el 2014, 30 mil toneladas de carbonato de litio, y hasta 2024, 40 mil toneladas.  Sin embargo, el 2016 (primer año de registro de exportaciones) exportamos casi 162 mil dólares y 19 toneladas de carbonato, el 2017, 492 mil dólares y 45 toneladas, el 2018, 561 mil dólares y 30 toneladas; el 2019 y 2020 se dejó de producir y exportar. Dicha producción y exportación se retomó para 2021 con un salto interesante, ya que se exportó casi 10 millones de dólares equivalentes a un poco más de mil toneladas. El 2022, se exportó 635 Tn, equivalentes a 38 MM de usd y el 2023, 324 toneladas, por un monto de 14,6 millones de dólares. Por supuesto, con datos de 2023, el monto no es siquiera el 1% de la inversión y la cantidad programados. Claramente, un fracaso rotundo con un terrible despilfarro del dinero de todos los bolivianos. (Ver cuadro).

Si quisiéramos recuperar la inversión, ni siquiera 100 años serían suficientes. Por último, recientemente, se inauguró una planta industrial de carbonato de litio con una inversión de 115 MM de usd (se tardaron más de 15 años). La capacidad estimada de dicha planta alcanzaría las 15 mil toneladas anuales, sin embargo, sabemos que tiene serios problemas para producir por falta de insumo, por lo que el gobierno del MAS acusó en pasados días a funcionarios del MAS del anterior gobierno, por malas inversiones…que novedad!, pero ¿qué pasó con las 30 mil o 40 mil toneladas programadas?

En la actualidad el precio del litio está alrededor de 10 mil dólares la tonelada, cuando en 2022 había superado los 60 mil dólares. Además, sabemos que el litio tiene ya sustitutos cercanos que amenazan la sostenibilidad de su producción, sin contar que otros países, como el Perú, rápidamente atraen inversiones, por lo que la competencia podría limitar aún más la explotación de este recurso en el país.

Por otro lado, y dado el fracaso de la explotación por evaporación, ahora se pretende implementar el método de extracción directa de litio, del cual no sabemos mucho, pero sí despierta una gran preocupación por el manejo de los residuos y el uso intensivo de agua que es muy escasa en la zona. Esta explotación puede terminar matando el salar y sus distintas formas de explotación.

EXPORTACIÓN DE CLORURO DE POTASIO Y CARBONATO DE LITIO (2016 – 2023)

Fuente. Elaboración propia con base en el INE

Con estas ideas en mente y tomando en cuenta el demostrado fracaso, es importante pensar en otras opciones que generen riqueza para los bolivianos (no sólo para el gobierno). Probablemente, se pueda explotar química básica en el Salar de Coipasa, pero es importante preservar el Salar de Uyuni, considerado como uno de los principales atractivos turísticos del mundo.

En la actualidad llegan a Uyuni unos 300 mil turistas, pero si logramos que visiten esta maravilla natural 1 millón de turistas que gasten 600 dólares en 2 o 3 días, los ingresos por turismo en 10 años superarían los 6 mil millones de dólares. En la actualidad, el número de turistas que llegan a Machu Picchu y Sacsayhuaman de nuestro vecino país, Perú, alcanza a 1,5 millones de personas al año, con una capacidad de carga limitada en una décima parte de la superficie del Salar de Uyuni.

Por otro lado, si aumentamos 20 veces la producción de cloruro de potasio y carbonato de litio, tendremos aproximadamente un ingreso de 600 millones de dólares año, lo que significa que en 10 años tendremos 6 mil millones de dólares de ingreso, pero a un costo muy alto. Dejaremos sin agua a la región, los residuos sólidos podrían alcanzar a 1 millón de toneladas y prácticamente nos quedaríamos sin Salar. Sin embargo, la diferencia más importante, radica en que los ingresos por turismo llegan de manera directa a la gente, y no a través de un Estado que quiere distribuir la riqueza, cuando en los hechos sólo distribuye pobreza.

Por las razones y el análisis expuesto, es importante que los bolivianos pensemos en mejores formas de explotar nuestros recursos naturales, de las cuales el turismo es apenas una pequeña muestra. Si seguimos pensando que el modelo económico y político impuesto por el MAS es el futuro, no sólo nos quedaremos sin dólares y sin gasolina y diésel, sino, además, nos quedaremos sin agua, sin salar, y sin un futuro para nuestros hijos.