La punta de lanza del masismo fue embestir contra la libertad democrática desde el primer día de su gobierno. Su caballo de batalla fue atacar furiosamente a lo que llamó la “democracia pactada”, mostrándola como un conjunto de partidos ineficientes que se repartían en poder como en un sorteo para aprovecharse de los recursos del Estado y olvidarse de las necesidades del pueblo. Ciertamente, por entonces, el proceso democrático no estaba por su mejor senda, los precios de las materias primas pasaban por muy mal momento y la pobreza en las arcas fiscales era grande, aunque la institucionalidad era respetada y los gobiernos se sucedían periódicamente de acuerdo a la Constitución.
El comienzo del período institucional no vaticinaba nada bueno, debido a que la UDP del Dr. Hernán Siles Zuazo no logró pactar un acuerdo parlamentario, y, con minoría en el Congreso, no le fue posible cumplir con sus amplias promesas electorales. Por el contrario, fue avasallado por los trabajadores y por los propios grupos de izquierda que lo habían votado para la presidencia. Ante el caos absoluto, se vio obligado a renunciar un año antes de concluir con su mandato.
En las elecciones de 1985 obtuvo el primer lugar el general Hugo Banzer de ADN, seguido de cerca por Paz Estenssoro del MNR y en tercer lugar Paz Zamora del MIR. El segundo, Paz Estenssoro, fue elegido presidente de la República gracias a los votos del MIR y tuvo que aceptar la situación deplorable que había recibido de su antecesor. Para colmo los precios del estaño cayeron y hubo que despedir trabajadores de las minas con graves consecuencias sociales. El MIR se alejó del MNR y fue entonces que el general Banzer, sin resentimiento alguno, firmó el Pacto por la Democracia con Paz Estenssoro. Ese acuerdo le permitió al presidente movimientista obtener la mayoría necesaria en el Parlamente para aplicar su nueva política económica y la aprobación del decreto 21060. Ese decreto, donde también participaron los mejores economistas de ADN, fue salvador, aunque la izquierda lo haya detestado siempre. En suma, no hay duda que si Paz Estenssoro no recibía el apoyo de Banzer, habría corrido la misma suerte desgraciada de Siles.
No parece racional que el portavoz de Arce Catacora, el señor Jorge Richter, haya escrito una extensa nota en El Deber, donde, además de su sinceridad y su coraje al dar por agónico el llamado Proceso de Cambio del MAS y afirmar su criterio de que el ciclo masista está llegando a su fin, se equivoque malamente afirmando que: “…fue el pacto Paz Estenssoro-Hugo Banzer (el que) dio inicio a una construcción de alianzas políticas que modelaron sobre el final de su vigencia un Estado de marginalidades, abusos, no representaciones políticas correctas y aprovechamientos económicos, sociales y políticos inaceptables”. No entendemos qué es lo que quiere decir el portavoz, que está defendiendo heroicamente a Arce Catacora y con ello todo el lastre que arrastra de corrupción, fraude, ineficiencia, burla de la Constitución y derroche chabacano.
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Hay que recordar que en toda democracia existen pactos, alianzas, porque esa es su esencia. No hay democracia sin pactos. Solamente, por supuesto, las democracias populares de partido único, que tuvieron gran apogeo en la Europa soviética del siglo pasado y que ahora continúan en Rusia y China. El MAS no ha pactado con nadie, ha dicho al mundo entero que es el partido más grande que ha existido en Bolivia, que no necesita aliados, pero ahora se ha quedado huérfano, roto en dos, y hoy no es atractivo para ningún partido político serio. La Democracia Pactada (con mayúsculas como le gusta al MAS) ha sido inevitable y necesaria, porque las tendencias ideológicas eran dispersas, sin la concurrencia de un partido popular suficientemente fuerte para ganar una elección. Entonces, en vez de malograr el proceso constitucional, se produjeron otras alianzas tan notables como la de Banzer y Paz Zamora en 1989, que aliviaron la enemistad de izquierdas y derechas, acabó con el odio, y gobernaron bien y sin abusos, pese a la miseria que existía en el país. Banzer, gran concertador durante toda su vida democrática, cuando accedió al poder en 1997 obtuvo el apoyo de casi el 80% de los parlamentarios, mucho mayor que cualquier respaldo congresal que haya tenido Evo Morales que tanto se ufana de sus triunfos. ¿Estaba mal que Banzer concertara con la mayoría de los partidos con representación parlamentaria? ¿Cuál era el delito de buscar alianzas?
Lo que escribe el portavoz Richter justifica el pésimo gobierno del MAS y deja entrever que si hubiese un cambio hacia la inexistente “derecha” se produciría un “regresionismo involutivo” que retraería al país a las injusticias sociales y políticas. Peor de lo que estamos es muy difícil aceptar y en cuestiones de justicia este gobierno, el de Morales y el actual, han sido poco menos que cavernarios. Mayor mediocridad en el gabinete, en los parlamentarios, en los diplomáticos, en los empleados públicos, es imposible de imaginar y el señor Richter debe ser de los pocos personajes masistas que lo saben porque lo ve todos los días. Todavía no podemos afirmar qué sucederá hasta que se produzcan las elecciones del próximo año, pero si se menciona que la “democracia pactada” se dedicó a la repartija de pegas, diremos que por lo menos no era solo uno el jefe y solo uno el partido que se adueñaba de toda la administración del Estado ni que le exigía filiación política a quien necesitaba trabajo, como ha sucedido con Evo Morales, Arce Catacora y el MAS.