Producción biodiésel, Cedla afirma que el Gobierno optó por lo caro y las plantaciones peligrosas, para tener un ahorro mínimo

Desde el Cedib señalan que la pérdida de bosques tienen costos económicos, sociales, culturales, ambientales muy altos en el corto plazo.

Los primeros plantines de la palma aceitera que fueron colocados en viveros, en Ixiamas, en el norte de La Paz. /Captura de video del Ministerio de Desarrollo Rural

eju.tv
Lidia Mamani / La Paz

El Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla) afirmó que en el caso de la producción de biodiésel, el Gobierno opta por lo caro y por las plantaciones peligrosas, que no son nativas del país, mismas que generarán un ahorro mínimo en la importación de combustibles. Mientras que, desde el Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib) advirtió que la pérdida de bosques en el país tienen costos económicos, sociales, culturales y ambientales. tanto en el corto, mediano y largo plazo. 



“El problema es que el Gobierno está optando por las cosas más caras y por las versiones más peligrosas con sus efectos, para tener un ahorro muy pequeño e insuficiente, es decir que no cambiará eso. En esos términos lo que se tendría que decir, es que dadas las condiciones, puede haber más costos que beneficios de este proyecto del biodiésel”, consideró el investigador del Cedla, Carlos Arze, en contacto con Eju.tv.  

También mencionó que por ejemplo, hay otros oleíferos, otras plantas que son locales y nativas como el motacú, que se puede usar sin necesidad de reforestar nada. Además, las comunidades e indígenas bolivianas ya saben cómo producir, entonces podrían mejorar eso sin cambiar el medio ambiente. Esas son mejores fuentes de aceite, incluso que la palma africana, la jatropha o macororó, para producir biodiésel. 

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De acuerdo con la proyección del Cedla, bajo las actuales condiciones técnicas y productivas del proyecto biodiésel, para el cual el Gobierno ya inauguró la anterior semana la primera planta en Santa Cruz, las importaciones de diésel pueden reducirse hasta en 5% en este año y hasta en 10% en 2025, porcentajes que están lejos del proyectado por el Gobierno, que calcula un 43%.

Arze señaló que mucho más aún, en términos de reducción de la subvención a los carburantes, como el diésel, sólo se alcanzaría un ahorro del 4% en 2025, esto tomando en cuenta que se tiene un parque automotor creciente y también están los grandes consumidores de combustibles, como el agroindustrial, la minería y hasta el desvío del líquido para el narcotráfico.

En el caso del costo, explicó que haciendo un análisis, observaron que en este momento sólo está disponible la soya boliviana y comparando los rendimientos con aspectos técnicos con el biodiésel, en términos de aceite y de precios, el Gobierno estás optando por lo más caro, en relación al aceite de soya. Por ejemplo, en términos de precio por tonelada de biodiésel, usando etanol la diferencia está entre 1.255 dólares para la soya y 1.075 para la palma, se habla de un 20% de diferencia.

Además que, esta opción está sujeta a la decisión de los agroindustriales, que pueden decidir seguir exportando toda su producción de soya, manteniendo los ingresos que reciben por los altos precios en el mercado internacional o pueden aceptar la venta al Estado, bajo la condición de: ampliar la frontera agrícola y la mejora de su productividad, con el uso de biotecnología.

La posición del Cedib

Entretanto, el director del Cedib, Oscar Campanini, afirmó que actualmente la ampliación de la frontera agropecuaria es la principal causa de deforestación en Bolivia y que la producción de biodiesel se convierte en un factor más de incentivo a esa ampliación. Mencionó que, ya en 2022, según Global Forest Watch, Bolivia era el tercer país a nivel mundial con mayor superficie de pérdida de bosque primario y el segundo con el mayor incremento en pérdidas de bosque primario. 

“La urgencia del planteamiento de producir biodiesel por parte del Gobierno, no sólo responde a los gastos que genera la subvención del diésel importado, si no que, responde principalmente a las dificultades que tiene el Gobierno para cubrir este gasto y en particular para conseguir dólares, para solventar estas importaciones. En ese sentido, las preguntas más urgentes se relacionan a la viabilidad de esas apuestas para sobrellevar la crítica situación en la que se encuentra la economía”, analizó Campanini, en contacto con este medio digital.

En su criterio, definitivamente no es un buen negocio invertir en biodiésel, por lo menos para el Estado boliviano y para el conjunto de la sociedad boliviana, ya que la pérdida de bosques tienen costos económicos, sociales, culturales, ambientales muy altos en el corto, mediano y largo plazo. 

“Los costos que generan la variabilidad climática, como las sequías, incendios, inundaciones y otros, deben ser solventados en parte por el Gobierno, pero principalmente por la población directamente afectada y por toda Bolivia y eso no entra en el cálculo económico de estos proyectos. Posiblemente sea un buen negocio para los agroindustriales, que recibirán recursos del Estado para profundizar sus acciones con serias consecuencias en términos de deforestación”, afirmó.