En 2023 se reportaron 1.910 temblores en el país.
Gracias a su ubicación geográfica en el continente sudamericano, Bolivia es un país con actividad sísmica moderada; sin embargo, diariamente registra un promedio de cinco sismos.
La mayoría de los movimientos tectónicos en el país son de intensidad moderada, por eso son poco percibidos por la población.
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El Observatorio San Calixto, la única institución en Bolivia que registra estos fenómenos naturales, lleva un reporte diario y anual de la actividad sísmica en Bolivia.
Mayra Nieto, ingeniera geóloga que trabaja en el Área de Operaciones del laboratorio científico, explicó a La Razón que los términos sismo, terremoto o temblor tienen similar concepto, aunque en el país no se los diferencia.
“Bolivia tiene actividad sísmica moderada; no es alta como Chile ni tampoco es baja como Brasil. Estamos ubicados en la placa tectónica de Sudamérica y ahí se generan los sismos”, explicó.
Sismos
Según el Mapa Probabilístico de Amenaza Sísmica elaborado por el Observatorio, en Bolivia se identifican tres zonas: la occidental y la central, donde existe mayor actividad sísmica, y la oriental, donde hay pocos registros de movimientos telúricos.
“En el país tenemos dos fuentes de origen de un sismo. Una está relacionado a fallas geológicas ubicadas en el centro de Bolivia, y la otra fuente sismogénica es por el contacto de las placas tectónicas, que es un proceso por el cual la placa de Nazca (placa oceánica situada en el océano Pacífico frente a la costa occidental de Sudamérica) se introduce por debajo del continente hacia la placa sudamericana y eso genera que se produzcan terremotos”.
Los departamentos donde existe mayor actividad sísmica son los que están afectados por la placa de Nazca: Potosí y Oruro. En esa área también se ubican países, como Chile y Perú, con alta amenaza sísmica.
La zona relacionada a las fallas geológicas abarca a los departamentos de Cochabamba, Chuquisaca y parte de Santa Cruz.
Los terremotos se miden en las escalas de Mercalli y Richter. La primera interpreta la intensidad basada en las instalaciones humanas dañadas por el sismo; mientras que la segunda mide la energía liberada por el movimiento telúrico. En Bolivia se usa la escala de Mercalli que va de I al XII, dependiendo la intensidad.
Según los registros del Observatorio, la actividad sísmica en el país durante los últimos tres años subió paulatinamente con cifras por encima de los 1.000 reportes. En los últimos tres años, Potosí fue el departamento con mayor cantidad de movimientos telúricos, mientras que, en Pando y Beni, prácticamente, no hubo incidencias del fenómeno.
En 2021 se registraron 1.394 sismos, de los cuales 909 se reportaron en Potosí; mientras que en 2022 la cifra subió a 1.686 y nuevamente ese departamento tuvo las cifras más altas, con 1.026 temblores. El año pasado, el número se incrementó a 1.910 y, de esos, 1.169 fueron en Potosí.
“El año pasado hubo un evento importante, fue el 7 de marzo de 2023, un sismo con una intensidad de III a IV en la escala de Mercalli en la ciudad de Cochabamba. La población lo sintió e incluso provocó rajaduras en algunas viviendas que no están bien construidas”, informó la experta.
Dato
Aclaró que la intensidad de un sismo se refiere a los daños que provoca; en cambio, la magnitud es un parámetro que registran los equipos sísmicos.
“En los últimos tres años se muestra aparentemente un tipo de incremento, pero las gráficas muestran la magnitud y varios son superficiales. Esto demuestra que nuestra red sismológica es capaz de detectar sismos menores, pequeños y poder localizarlos”.
Los eventos que la población llega a percibir son los que son superficiales, es decir de 0 a 70 kilómetros (km) de profundidad; mientras que los intermedios (de 100 a 300 km) y los profundos (de 500 a 700 km), generalmente, solo son registrados por los equipos.
La historia sismológica de Bolivia muestra que no todos los sismos han sido leves. Nieto lo confirmó, y explicó que el último terremoto fuerte en Bolivia fue el de Aiquile y Totora, en Cochabamba, el 22 de mayo de 1998.
Las sacudidas marcaron un registro de VII en la escala de Mercalli y causaron la muerte de 78 personas, varios heridos, 385 viviendas desplomadas y 312 parcialmente destruidas.
Sin embargo, antes de ese hay uno con mayor intensidad. Fue registrado el 9 de junio de 1994, de VIII grados en la escala de Mercalli. El sismo se produjo a 600 kilómetros de profundidad en Rurrenabaque (Beni), razón por la que no dejó víctimas, pero ocasionó rajaduras en paredes. Fue sentido en varias capitales de Sudamérica y hasta en Hong Kong por la fuerza de las ondas.
Antes hubo otros terremotos. En 1948, en Sucre hubo una fuerte sacudida que colapsó varias estructuras; tuvo un registro de VII en la escala de Mercalli.
“Influye también el tipo de suelo en cómo la onda sísmica se va amplificar”, aclaró Nieto.
En el caso de la ciudad de La Paz, la funcionaria explicó que en los últimos 100 años la información instrumental no evidencia un evento de este tipo.
La ciudad es afectada por las ondas de sismos en Perú y Chile. Consideró, sin embargo. Además, La Paz es vulnerable debido al suelo inestable sobre el que están emplazadas las edificaciones y la cantidad de ríos que las atraviesan. Otro factor de vulnerabilidad ante los desastres es la poca prevención que existe en la población. La gente no sabe cómo reaccionar ni qué hacer.
La amenaza sísmica en Bolivia es latente, los terremotos no se pueden predecir y son un fenómeno natural que puede ocurrir cuando sea. El Observatorio San Calixto tiene equips de alerta.
El Observatorio celebrará 111 años
La Fundación Privada de Fieles Observatorio San Calixto es una institución privada que forma parte de las obras de la Compañía de Jesús en Bolivia.
Fue fundada por recomendación de la Segunda Asamblea General de la Asociación de Sismología, realizada en Manchester en julio de 1911, e inició sus actividades el 1 de mayo de 1913. El miércoles celebrará 111 años.
Su principal actividad es el monitoreo y vigilancia de la actividad sísmica en Bolivia, que permite la investigación de la sismología para el conocimiento de la amenaza sísmica del país.
Se inició con una sola estación sísmica instalada por el padre Pierre Marie Descotes, fundador y primer director en 1913.
Él armó un sismómetro mecánico en la cripta del colegio San Calixto y ahumaba una hoja de papel que luego colocaba en un rodillo, donde quedaba registrado, con una aguja, cuando se percibía un temblor. Esos registros aún se guardan en el Museo Sismológico del Observatorio.
La entidad tuvo cuatro directores y actualmente es dirigida por Gonzalo Fernández.
De tener solo una estación, hoy en día cuenta con 22, entre permanentes y temporales, distribuidas en todo el país. Su personal está conformado por tres profesionales analistas, un voluntario francés, personal administrativo y otra de apoyo.
Desde hace 50 años tiene un convenio con la institución francesa Cea Dase, que apoya el trabajo de las estaciones, del cooperante y de entrenamiento.
El Observatorio San Calixto cuenta con un catálogo sísmico histórico desde 1650, donde se hallan relatos recopilados de los terremotos en Bolivia. El catálogo instrumental se inició el 1 de mayo de 1913 y está vigente hoy.
Rige una norma para edificaciones sismo resistentes
El 27 de noviembre de 2023 el Ministerio de Obras Públicas emitió la Resolución Ministerial 271 que aprueba la Norma Boliviana de Diseño Sísmico, que contiene 14 capítulos y tres anexos.
El Observatorio San Calixto forma parte del comité técnico que elaboró esa norma, que es única en el país.
“Es un gran logro e implica a las nuevas edificaciones por encima de tres pisos y para las antiguas, que son de nivel importante, como hospitales, para que puedan hacer algunas refacciones para que soporten un sismo. Hay que aclarar que no son (edificaciones) antisísmicas, sino sismorresistentes”, explicó Nieto.
La norma indica que el objetivo es mejorar las construcciones y así evitar desastres, salvaguardando la vida e integridad física de los ciudadanos bolivianos.
Asimismo, explica que el diseño sismorresistente de viviendas hasta 10 metros de altura sobre el nivel del terreno debe ser regulado por las entidades territoriales autónomas, es decir alcaldías, gobernaciones y organizaciones indígenas autonómicas.
“Se refieren específicamente a edificaciones públicas y privadas como: edificios de vivienda, conjuntos habitacionales, comercios, oficinas, hoteles, restaurantes, etc.; centros religiosos, teatros, cines, museos, parqueos, escuelas, clínicas, hospitales, universidades, centros culturales, deportivos, estadios, coliseos, terminales de transporte terrestre, terminales y torres aeroportuarias, fabricas, bodegas y otras”, indica el documento.
La norma detalla cómo deberán ser las construidas las edificaciones, el análisis del suelo, del material y el diseño de las mismas.
Actualmente, el documento se encuentra en socialización a través del Viceministerio de Vivienda y Urbanismo.