El turismo en Bolivia es un sector poco abordado e investigado por la población y el Estado. Sin embargo, es un país que cuenta con diversos destinos que son poco aprovechados y explotados por algunas dificultades desde accesibilidad para turistas y poca visibilización ante el mundo.

En varias ocasiones, especialistas y economistas han recomendado al Estado incentivar el sector debido a que puede generar muchos ingresos sin mucha inversión, ni daño al medio ambiente.

En Piedra, Papel y Tinta, de La Razón, la directora de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, Lykke Andersen, afirmó que, tras un estudio de más de dos años, se identificó que entre cinco y seis años Bolivia puede convertirse en exportador de turismo y, a la vez, generar más ingresos que el oro, la agricultura y sin daño ambiental.

“El turismo puede volverse el primer producto de exportación de Bolivia, generando más de $us 3.000 millones en ingresos de divisas”, dijo.

Andersen indicó que en Bolivia se identificaron cinco tipos de turismo: de aventura, científico, cultural, comunitario y gastronómico. “Los turistas ya no solo quieren ir a la playa y tomar margaritas, sino experiencias».

Explicó que después de la pandemia por COVID-19, el patrón tradicional del turismo cambió y comenzó la tendencia de turismo con experiencias.

El turismo de aventura es una variante que implica exploraciones o viajes con una percepción de riesgos, y que potencialmente requiere de destrezas especiales o de ciertas condiciones físicas donde es común la práctica de algún deporte extremo.

“Nos beneficia por la topografía, naturaleza, oportunidades de aventura y adrenalina. Eso es lo que les gusta a los turistas hoy”, aseveró.

El turismo científico se basa en el método científico y el avance del conocimiento para contribuir a la comprensión y resolución de desafíos ambientales y sociales de territorios atractivos para el turismo.

“No es tradicional, pero Bolivia tiene potencial porque tenemos altos niveles de biodiversidad, pero están poco estudiados e investigados. Investigadores pueden venir e investigar animales”, acotó Andersen.

El turismo cultural es uno de los más practicados a nivel mundial. Consiste en comprender las vivencias y tradiciones de una nación, conocer su historia, su gastronomía y sus actividades más comunes, hacen de este turismo una práctica altamente atrayente para aquellos extranjeros.

El turismo comunitario permite a los habitantes de la región convertirse en guías turísticos y prestar servicios a los visitantes que reciben. Surgió como una alternativa económica de las comunidades rurales, campesinas, indígenas propias de un país, para generar ingresos complementarios a las actividades económicas diarias y revalorizar los recursos culturales.

La directora afirmó que se ha apoyado a dos proyectos de turismo comunitario: uno en Escoma y el otro en Luribay (ambos en La Paz). “Es muy interesante vivir unos días en la comunidad y entender otros estilos de vida. Sirve, incluso, para reducir conflictos”.

“Fueron experiencias agradables. Tiene futuro, definitivamente”, sugirió.

Sin embargo, advirtió que en el país existen muchas dificultades que el turismo se convierta en una principal fuente de ingresos, como la ausencia de cajeros automáticos, la poca interconectividad de aerolíneas para llegar al país y la poca promoción de imagen de Bolivia como destino turístico.

Lamentó que, por ejemplo, en el abordaje de la ley de promoción del turismo se instituyó una institución coordinadora de los emprendimientos, pero que nunca se activó.

Develó que, en 2019, Bolivia recibió $us 830 millones del turismo; en 2020, $us 189 millones; en 2021, $us 190 millones, y en 2022, $us 530 millones. La disminución se debió a la emergencia sanitaria, pero, este 2024, se prevé superar la cifra de 2019.

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