Las virtudes burguesas

Susana Seleme Antelo

 



“…el capitalismo es absolutamente indispensable porque sin él, se volvería a generar la escasez, y con la necesidad, se volvería a  empezar la lucha por lo necesario y, fatalmente, se volvería a caer en  el viejo barro.” Carlos Marx. La ideología alemana.

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Proverbio medieval

“Si no existieran intereses diferentes, casi no se notaría el interés común y nunca se le pondría trabas; todo iría por sus propios pasos y la política dejaría ser un arte”. Jean-Jacques Rousseau.

Si el pensamiento avanza en busca de su realización, necesitamos oponernos a todo lo que nos impide pensar. Esa es la razón que hizo decir a Hannah Arendt que no solo pensamos en algo, sino también en contra de algo. El pensamiento avanza en contradicción. Contra-dicción significa decir algo en contra. Y no podemos decir nada en contra si no hay libertad de opinión. Luego, el pensamiento necesita de la libertad para elevarse sobre sí mismo.

Es lo que hace la autora Deirdre MacCloskey, economista e historiadora con estudios sobre ética, historia económica, filosofía, creyente, en el libro que titula esta nota: Las virtudes burguesas.

Utiliza la teoría de la argumentación para relatar con erudición asombrosa como el capitalismo propaga y difunde diversas virtudes como la prudencia, la justicia, la templanza, la tolerancia, la valentía, la esperanza, la fe todas virtudes femeninas, acompañadas del amor.

En contraposición a las utopías sociales, la autora hace una defensa de la propiedad privada, el libre comercio, la libertad, la mesura política y la ética individualista. Con ello, pretende contribuir al debate donde ni la izquierda ni la derecha tienen una visión completa de la vida burguesa, tampoco entre riqueza material y moralidad moderna.

Aborda el tema a raíz de los ataques anticapitalistas que desde 1848 arrasan desde la izquierda hasta la derecha, olvidando al mismo Marx para quien el capitalismo es “absolutamente indispensable porque sin él se volvería a generar la escasez, y con la necesidad, se volvería a empezar la lucha por lo necesario y, fatalmente, se volvería a caer en el viejo barro.” Sin capitalismo no hay creación de riqueza, ni de excedentes ni posibilidad de redistribución alguna.

Para MacClosky, si se logra escapar de la falta de libertad del anticapitalismo y se adopta la libertad natural; si se deja que la gente posea cosas como su fuerza de trabajo y dejamos que saque beneficios de sus posesiones, y si se mantiene alejada de los tentáculos de un gobierno que actúa como “comité ejecutivo para un country club, o algo peor, prosperaremos material y espiritualmente”.

MacClosky rescata a Adam Smith como filósofo de la ética, pues si bien él señala a la prudencia como la principal virtud, no es la única. La prudencia aparece integrada a otras como la justicia y, en especial, la templanza, en la Teoría de los sentimientos morales. Así, desde Smith, Mill, Keynes, Hisrchman, entre otros economistas, el burgués no ha olvidado la solidaridad social presente en las religiones axiales: lo profano y lo sagrado, como dos modalidades de estar en el mundo.

El argumento de Marx, dinero-capital-dinero, nunca tuvo pruebas que lo respaldaran, en criterio de MacClosky, pues la acumulación tiene larguísima vida antes del capitalismo, en instituciones como “la familia, la iglesia o los linajes regios”.

Afirma, eso sí, que los deseos deben tener un límite por la necesidad de coexistir con otros semejantes. Y añade que la acumulación no es el corazón del capitalismo, el corazón es la innovación.

No obstante, para MacClosky, la expresión “virtudes burguesas” no es ninguna contradicción: “Es el modo como hoy vivimos la mayor parte del tiempo en el trabajo, en nuestros días buenos y la manera de cómo vivir de lunes a viernes…”

Desde el poder político, la Bolivia que desde hade 18 años se quiere total, andamos amarrados a un invento malévolo y extravagante, el modelo Económico Social Productivo Comunitario, que atenta contra la propiedad privada, el libre comercio, la libertad económica, la mesura política y la ética individualista. Es decir, contra el capitalismo, de suyo contra sus virtudes y que tiene como consecuencia su ineptitud administrativa en grado sumo, su rampante patriarcado, su corrupción vergonzante, sus vínculos con el crimen organizado, los presos y exiliados políticos, merced a su criminal politización de la justicia, Y no olvidamos el hundimiento del 85% de población que, siendo económicamente activa, vive en la informalidad, como estrategia de sobrevivencia, sin poseer más que su precaria fuerza de trabajo.

En suma, “las virtudes burguesas son virtudes puestas en práctica en una sociedad comercial, donde el capitalismo no es de suyo perverso ni inmoral”, y que se practica en todo el mundo, concluye MacClosky.

Los profetas de la derrota capitalista, ¿recordarán el viejo adagio medieval “Audite et alteram partem” o leerán estos y otros apuntes sobre virtudes de las que ellos carecen?