90 años sin Rafael Pabón, el AS de la Guerra del Chaco

Con motivo del aniversario del fin de hostilidades en la Guerra del Chaco, traemos la historia del aviador que salió victorioso del primer combate aéreo en Sudamérica durante el conflicto bélico entre  Bolivia y Paraguay

REPORTAJES

ERICK ORTEGA



A un golpe de vista tenía la fotografía de su esposa y una medalla de la virgen, mientras que al alcance de sus manos estaban los instrumentos que le permitían surcar el cielo del Chaco. El domingo 12 de agosto de 1934, cuando perseguía a un avión enemigo, una ráfaga de proyectiles tumbó su avión y del cielo cayó al infierno verde.

Se cumplen 90 años de su muerte combatiendo en la Guerra del Chaco a bordo de su avión caza, Vickers. El conflicto bélico concluyó el 12 de junio de 1935.

Una de las imágenes icónicas del piloto durante su estadía en Nueva York, en 1920 (Foto: Libro la vida fulgurante de Pabón

Una de las imágenes icónicas del piloto durante su estadía en Nueva York, en 1920 (Foto: Libro la vida fulgurante de Pabón

El AS irupaneño

Rafael Pabón Cuevas nació el 23 de julio de 1903 en Irupana, poblado ubicado en Sud Yungas, del departamento de La Paz. Su mamá fue Carmen Cuevas y su padre Luciano Pabón, quien luchó en la Guerra del Acre.

Pabón estudió en el colegio Instituto Americano, de la ciudad de La Paz y se tituló de contador en esta entidad educativa. Antes de cumplir 20 años emigró hacia Estados Unidos con la certeza de seguir por el camino de la aviación.

En 1920 ingresó al ejército estadounidense, obtuvo su licencia de aviador en septiembre de 1921 y recibió el grado de oficial en reserva. Estudió para mecánico general y tomó un curso de acrobacias aéreas. Para 1924 ya podía considerarse un aviador completo.

Aunque estaba lejos de su patria; nunca olvidó a  Bolivia. En el libro La vida fulgurante de Pabón, de Nicolás Fernández Naranjo, se conserva parte de una carta del piloto a su padre: “Cuánto quiero poder volar en  Bolivia para 1925, el Centenario, para que mi nombre esté estampado en las páginas de la historia”. Su momento de ingresar a la inmortalidad aún no había llegado.

En Irupana hay un barrio que lleva el nombre del aviador. Ahí está su busto y un avión de antaño (Foto: Erick Ortega)

En Irupana hay un barrio que lleva el nombre del aviador. Ahí está su busto y un avión de antaño (Foto: Erick Ortega)

En los años 20 ya realizaba hazañas en el cielo, por ejemplo, viajó 16 horas sin escalas más de 3.200 kilómetros. Su nombre, refiere el escritor Fernández, aparecía en diarios estadounidenses y se resaltaba su habilidad en el cielo. Volvió al país en 1926 y se incorporó a la Escuela Militar de Aviación.

No podía olvidar  Bolivia y tampoco su natal Irupana. El 18 de octubre de 1926 alzó vuelo sobre el Illimani, desde El Alto llegó a los yungas paceños y fue por el cielo de la tierra donde nació. De su avión lanzó panfletos patrióticos y ofreció un espectáculo de acrobacias para sus coterráneos. Bordeó la frontera entre Beni y La Paz cuando decidió retornar a El Alto.

El amor, para Rafael, fue un vuelo sin retorno. Se enamoró de Bethsabé Elio Alborta y como casi todo en su vida, lo suyo era algo épico. “Existe una historia, que puede ser cierta o no, en la cual se cuenta que Rafael le lanzaba ramos de flores a Bethsabé desde el avión”, relata Jaime Cuevas Cárdenas, quien es descendiente directo del aviador. Jaime siguió los pasos del combatiente y se integró a la familia de la Fuerza Aérea Boliviana.

Bethsabé y Rafael se casaron el 25 de enero de 1930. Sally fue la única hija de este amor y nació en 1931; su padre apenas llegó a conocerla porque estuvo en el frente de batalla en 1932.

El periodista Guimer Zambrana logró hablar con Sally hace más de una década. Ella recordaba del cariño de Rafael por el terruño que lo vio nacer. “Mi mamá me contaba que, antes de la Guerra, mi papá había ido con ella a Irupana, le dijo que su sueño era hacer una pista de aterrizaje, que hay una planicie donde se puede aterrizar, que deseaba que se animaran a hacer esta pista, que sería una maravilla, porque Irupana sería el centro del turismo”. Parte de la carretera a Yungas fue construida después de la Guerra del Chaco, justamente por exprisioneros paraguayos de la Guerra del Chaco.

La hija, a quien Rafael le mencionaba como “linda Sally” en sus cartas, sólo conoció a su papá en fotografías.

Muchas historias vuelan alrededor de este personaje. Jaime Cuevas lanza una pregunta y revela un dato fundamental del aviador: “¿Usted sabe quién es un AS, en la aviación?”. Ante el silencio, explica: “Es el piloto de avión que en una guerra ha derribado a una aeronave enemiga en el aire. Rafael Pabón fue mucho más que un AS para nuestra aviación, fue un verdadero héroe”.

La madrugada del domingo 4 de diciembre de 1932, en el candente Chaco, Rafael montó su Tigre, así llamaba Pabón a su avión caza, fue a hacer una inspección de rutina y bombardeo sobre los fortines Muñoz y Saavedra. La aeronave iba con dos metralletas listas para el combate y Pabón contaba con un acompañante de vuelo.

Los reportes indican que todo iba con normalidad hasta que Rafael observó, a unos kilómetros de distancia un punto negro que volaba hacia él. Era un avión Potez 25, armado con cinco metralletas y pilotado por el paraguayo Trifón Benitez Vera, junto con su ayudante. Benitez obtuvo su brevet de piloto en Europa y era uno de los mejores aviadores del vecino país.

La prensa no dudó en referirse al combate aéreo como un “duelo entre los caballeros de la aviación”. Las tropas en tierra fueron testigos de aquel encuentro en el cual los combatientes se escupían proyectiles y hacían virajes en busca de tener una mejor posición y derrotar al enemigo.

El mismo Rafael Pabón contó al corresponsal de El Diario: “Se me trancó una ametralladora después del primer tiro. Cogí con la rodilla el comando para situarme de modo que los fuegos de la otra arma fuesen efectivos. Piqué y me lancé a 15 metros del otro avión y le lancé una ráfaga…”. El tanque de combustible del avión paraguayo quedó malogrado y la aeronave iba a caer; pero Pabón quería asegurarse la victoria y lanzó otra ráfaga mortal. El espectáculo aéreo duró 10 minutos.

La noche de aquel 4 de diciembre enterraron a los aviadores paraguayos con honores de guerra y el mismo Pabón dejó una corona de flores naturales en la tumba de los caídos. Así concluyó el primer duelo en los cielos de Sudamérica.

Rafael retornó a La Paz para recibir el cariño de la población; la Alcaldía le dio una medalla de oro y él tuvo unos días para reunirse con su familia. No descansó mucho porque tenía una cita con la Guerra del Chaco para hacerse inmortal.

Su leyenda se agigantó en  Bolivia y Paraguay. Los medios impresos reportan que el 18 de junio de 1934 Pabón derribó otro avión paraguayo y el irupaneño era dueño del cielo en el Chaco; las aeronaves enemigas preferían huir antes que enfrentarlo.

En agosto de 1934 llegó el rumor de motores paraguayos en el cielo del sector Florida. El Tigre de Pabón salió hambriento y veloz en busca de su presa.

Las crónicas de la época indican que el combate duró 20 minutos y el reporte del Ministerio de Guerra de  Bolivia refiere “nuestras patrullas vieron caer a la máquina paraguaya envuelta en llamas… el avión tripulado por el mayor Pabón y su observador Mario Calvo descendió súbitamente en el bosque”.

La prensa paraguaya indicó que Rafael fue derribado con un disparo en la frente; sin embargo, el reporte oficial revela que cuando se encontraron los cadáveres de Pabón y Calvo, éstos no tenían heridas de bala.

Fue una de las peores noticias que llegaron de la Guerra del Chaco. Se declaró duelo nacional y la prensa dedicó páginas enteras a reconstruir la imagen del irupaneño. Fue, indican los periódicos, uno de los entierros más multitudinarios durante aquellos años en el país. En la ciudad de La Paz más de 30 mil personas acompañaron los restos del aviador que solía volar acompañado de una foto de su esposa y la estampilla de la virgen.

Huellas imborrables del “caballero de la aviación”

Un avión de combate da la bienvenida a quienes visitan Irupana, en Sud Yungas. La aeronave se encuentra en la plaza que se levantó en honor al héroe del pueblo que combatió a los paraguayos durante la Guerra del Chaco. El avión no es una réplica fiel del que pilotaba el héroe nacional, aunque el busto que hay en la zona sí es copia del semblante de Rafael Pabón.

“Para nosotros es un ejemplo de valentía y de coraje. No le temía a nada, a él más bien le tenían miedo”, indica Julio Palacios, un vecino irupaneño con 90 años de edad. En este poblado hay un barrio con el nombre del piloto y también una unidad educativa, pero su nombre no queda estampado sólo en plaquetas; durante años Rafael era uno de los nombres preferidos de los habitantes de este pueblo.

Irupana es uno de los poblados que más honores hace a su héroe. Así, cuatro meses después de concluida la guerra, se creó el Club Rafael Pabón. No sólo eso, cada año se recuerda su natalicio y la fecha que murió. Se anuncia que este año habrá un evento especial en honor al piloto.

Hay calles, barrios, centros de salud y colegios con el nombre del aviador en diferentes lugares de  Bolivia. En Villa Montes el aeropuerto lleva su nombre; en tanto que Villa Pabón es una de las zonas populares de la ciudad de La Paz.

Una de las biografías más completas sobre el piloto es La vida fulgurante de Pabón, de Nicolás Fernández Naranjo, texto escrito en 1987 y que tiene la autorización del Comando General de la Fuerza Aérea. En la presentación de la obra indica: “… se pretende hacer conocer muchos pasajes poco conocidos de la vida del héroe máximo de la aviación nacional”.

El mismo Pabón incursionó en el mundo de las letras, escribió el libro La ciencia y el arte de volar, un “manual práctico para pilotos de aeronaves”. Este documento fue redactado en 1931, poco antes de anunciarse la guerra con Paraguay, y hace una referencia histórica de la conquista del aire; además ofrece consejos para hacer maniobras en el cielo.

Las cartas del aviador y sus postales son reliquias históricas que salen a la luz cada cierto tiempo. En 2010 el Archivo y Biblioteca Nacionales de  Bolivia recibió una donación de imágenes de la Guerra del Chaco y en éstas se encontraban fotos de Pabón.

En 2018, al otro lado de la frontera, revivió el nombre Rafael. En junio de aquel año encontraron los restos del avión que pilotaba Pabón cuando fue derribado, en agosto de 1934. La pieza de la aeronave, indica la nota de la agencia EFE, fue hallada en el sector Florida. Fue en aquella región en la cual los paraguayos Carmelo Peralta y Rogelio Etcheverry dieron de baja a Pabón y su acompañante Mario Calvo.

Hay más historia por contar, el año pasado se publicó el libro Rafael Pabón. El vuelo del cóndor. Vida y muerte del mítico aviador boliviano. Se trata de una biografía novelada que fue escrita por Marco Lora Callejas, el libro cuenta con imágenes de antaño y reúne cartas del aviador.

Su historia sigue fascinando y hay una nueva obra militar que se escribe sobre el yungueño. Suman 90 años de su muerte en combate y con los años la leyenda de Pabón se agranda.

El aviador de la Guerra, la muerte y la familia

Rafael Pabón era un hombre de familia. Uno de sus primeros ejemplos fue su padre, Luciano, quien combatió en la Guerra del Acre. En una de sus cartas, cuando el aviador bordeaba los 20 años y estudiaba en Estados Unidos, escribió a su progenitor que añoraba cuidarlo en su vejez.

El piloto se casó en 1930 y mucho de su amor se volcó hacia su esposa Betshabé y luego a su única hija Sally.

Premonición

Poco tiempo antes de ir a la guerra, el 23 de junio de 1932, Rafael escribió a su esposa: “Ya sabes que nadie tiene la vida comprada; y si acaso el destino cruel me obliga a dejarte en esta vida de sufrimientos, comprenderás que será por la patria, mi hogar y mi familia”.

El aviador temía a la muerte y escribió una misiva de despedida a su esposa: “…Quedará mi alma, mi espíritu, quien te recordará y rogará al Dios omnipotente para que seas feliz con nuestra hijita”. La muerte recogió al piloto casi dos años y dos meses después de aquella carta.