La cruzada de Lula da Silva contra el Banco Central hace temer por la economía brasileña en 2025

El presidente de Brasil impulsaba una baja en la tasa de interés, pero se mantuvo en el 10,5% por decisión del Comité de Política Monetaria de la entidad bancaria.

Por Maria Zuppello

El presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. REUTERS/Ueslei Marcelino/File Photo



El presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. REUTERS/Ueslei Marcelino/File Photo

 

Fuente: infobae.com

La cruzada del presidente Lula contra el Banco Central y su presidente, Roberto Campos Neto, alcanzó uno de sus picos más altos la semana pasada. Sobre todo, el enfrentamiento en curso abre una preocupante incógnita para las decisiones económicas del país a partir del 1 de enero 2025, cuando Campos Neto ya no estará al frente de la institución por expiración de su mandato. Una vez más, el casus belli fue la votación sobre la tasa Selic, que la semana pasada se mantuvo en el 10,5% por unanimidad del Comité de Política Monetaria (Copom) del Banco Central. Incluso los directores elegidos por Lula optaron por no reducirla, como el propio Lula y el Partido de los Trabajadores (el PT) exigían.

Las actas de la reunión en las que se detalla la decisión tomada sobre la Selic se publicaron el martes y se convirtieron en un jarro de agua fría para el mercado porque describen un escenario que se ha vuelto más complejo que en meses anteriores. De hecho, la proyección de inflación para 2024 se situó en el 4%. En mayo era del 3,8%, ya por encima del objetivo del 3% fijado por el Ministerio de Economía, Fernando Haddad. Pero, sobre todo, el informe cita como factores de preocupación “la ralentización del esfuerzo de reformas estructurales y de disciplina fiscal” por parte del gobierno, “el aumento del crédito dirigido” y “las incertidumbres sobre la estabilización de la deuda pública”. Según el texto, parte de la discusión se centró en la trayectoria más reciente de los precios, en la que aumentó la inflación de los bienes industriales y de los alimentos de los hogares.

Poco antes de la reunión del Copom, el PT de Lula presentó una demanda contra Campos Neto por “violación de la imparcialidad” en la conducción del organismo por haberse reunido en los últimos días con el gobernador del estado de San Pablo, Tarcísio de Freitas. Lula también volvió al ataque, como viene haciendo desde hace meses, y acusó al presidente del Banco Central antes de la reunión de no “demostrar capacidad de autonomía” y de presentarse como un “adversario político-ideológico”, dado que “fue nombrado por el Gobierno anterior y quiere demostrar a toda costa que no le preocupa nuestra gobernabilidad”, declaró. Sea dicho de paso, la autonomía del Banco Central es garantizada por una ley de 2021 y establece que el presidente y los directores pueden permanecer en el cargo durante cuatro años con la posibilidad de renovarlo sólo para un segundo mandato. Además, incluso en el caso de un nuevo presidente de la república, el nuevo mandatario no puede interferir en los mandatos ya vigentes.

La prueba de que la autonomía no ha fracasado en los últimos años son los datos. En el período más agudo de la campaña electoral de 2022, el Selic era del 13,75% anual, debido a las presiones inflacionistas que surgieron en el período post-pandémico, y ciertamente esta cifra no ayudó a Bolsonaro – que había postulado a Campos Neto – a ganar las elecciones. Además, fue en el gobierno de Lula que comenzó el ciclo de reducción de las tasas, alcanzando el nivel actual de 10,5%. La confirmación del valor de la institución se produjo hace unas semanas en Londres, cuando Campos Neto recogió el premio al mejor banco central del año, concedido por los prestigiosos Central Banking Awards a la institución brasileña. Un reconocimiento que se suma a otros recibidos en 2023, como el de la excelente gestión de más de 300.000 millones de reservas en dólares durante la pandemia. En 2022, Campos Neto también fue elegido Presidente del Banco Central del Año por los LatinFinance Banks of the Year Awards.

Un dron muestra el edificio de la sede del Banco Central de Brasil durante la puesta de sol en Brasilia. REUTERS/Adriano Machado - RC2598AC4TBO

Un dron muestra el edificio de la sede del Banco Central de Brasil durante la puesta de sol en Brasilia. REUTERS/Adriano Machado – RC2598AC4TBO

¿Qué pasará después de él? ¿Quién será elegido en su lugar por Lula cuando expire su mandato el 31 de diciembre de este año? La semana pasada, tan agitada para la economía, un ala del PT sacó a relucir el nombre del economista André Lara Resende como posible sucesor. El nombre sacudió el mercado. Resende tiene sin duda un currículum importante, ya que estuvo entre los formadores del Plano Real, que introdujo el real como moneda hace 30 años, permitiendo la estabilización de la economía brasileña. Sin embargo, últimamente se ha acercado a la Teoría Monetaria Moderna, de la que ahora es un gran defensor. La Teoría Monetaria Moderna (TMM) inspiró parcialmente el gobierno de Dilma, ahora con más fuerza el gobierno de Gustavo Petro en Colombia, Es una teoría favorable a la intervención del Estado, tanto en forma de gasto público como de injerencia en las relaciones económicas. Aboga por políticas fiscales expansivas, financiadas mediante la creación de dinero por parte del Estado porqué, para la TMM, ni la deuda ni la inflación son un problema. Sin embargo, hasta ahora no ha nunca tenido éxito en el mundo. En los últimos días también han circulado los nombres de Aloízio Mercadante, actual director del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, y Guido Mantega, ex ministro de Economía de Dilma Rousseff, considerado uno de los artífices de la peor recesión económica de la historia de Brasil desde el fin de la dictadura y que llevó al impeachment de la presidenta Rousseff en 2016.

Ayer, en una entrevista con el sitio de noticias Uol, Lula dijo que elegirá al próximo presidente del Banco Central “pensando en Brasil y no en el mercado. Él tendrá que velar por los intereses de Brasil y el mercado tendrá que adaptarse”, dijo. No faltaron los ataques a la decisión de mantener la tasa Selic en el 10,50%. “¿Tiene el Banco Central la necesidad de mantener este valor cuando la inflación se sitúa en el 4%? ¿Tiene un plan para alcanzar un objetivo de crecimiento?”, dijo el presidente. En relación al que durante mucho tiempo pareció ser el favorito para ocupar el puesto de Campos Neto, es decir el actual director de la política monetaria del Banco Central, Gabriel Galípolo, Lula lo describió como “un compañero muy preparado, que sabe mucho del sistema financiero”. Pero luego descarto el tema diciendo que todavía no piensa en quién será el nuevo presidente de la institución. “Llegará un momento en que lo pensaré e indicaré un nombre”, declaró. A las críticas sobre el excesivo gasto público, Lula respondió que el gobierno está haciendo un análisis, confirmando que seguirá invirtiendo en educación y salud. “¿Se está gastando con sensatez? ¿Se está utilizando el dinero para algo que mejorará el futuro de este país? Creo que sí”, afirmó. “Ahora estamos haciendo un análisis de dónde el gasto es excesivo. Pero con mucha calma, sin tener en cuenta el nerviosismo del mercado. Sólo teniendo en cuenta la necesidad de mantener la política de inversiones”, declaró. Sin embargo, los contribuyentes seguirán pagando el precio. “El problema no es que tengamos que recortar. La cuestión es si tenemos que recortar efectivamente o si tenemos que aumentar los ingresos. Tenemos que discutir esto”, dijo Lula.

Pero la presión fiscal en Brasil es cada vez mayor y ha alcanzado los 203.000 millones de reales en mayo, 36.750 millones de dólares, mientras que ayer la Secretaría del Tesoro Nacional divulgó el déficit de mayo, 60.980 millones de reales, 11.040,3 millones de dólares, el peor resultado de siempre, si se excluye el mayo de 2020, cuando había la pandemia. En los cinco primeros meses de este año, el déficit fue de 29.990 millones de reales, 5.429,6 millones de dólares. En el mismo periodo de 2023, la cifra fue de 1.830 millones de reales, 331,3 millones de dólares. La deuda pública también aumentó en mayo un 3,1% respecto a abril, hasta alcanzar los 6.912.000 millones de reales, es decir 1.251.403 millones de dólares.

Tras la entrevista de Lula con UOL, el dólar cerró a 5,52, su valor más alto desde el 15 de enero de 2022. El real brasileño es la tercera divisa de mercados emergentes con peor comportamiento frente al dólar en 2024, con una caída de casi el 10%, sólo por detrás de la lira turca y el peso argentino. El índice bursátil local Bovespa también cayó un 8,6% en el mismo periodo. En cuanto al “riesgo país” de Brasil, tras un descenso en 2023, volvió a subir debido a las incertidumbres fiscales del gobierno. El índice ha aumentado desde el 1 de enero en 30 puntos para Brasil, hasta los 161 puntos de ayer. El riesgo país se calcula a partir del Credit Default Swap a 5 años y se utiliza para medir el riesgo de impago a la hora de pedir un préstamo. Cuanto más alto sea, peor será el resultado. También están huyendo los inversores extranjeros, que retiraron 7.200 millones de reales, 1.304 millones de dólares, en mayo.

“El problema no es que tengamos que recortar. La cuestión es si tenemos que recortar efectivamente o si tenemos que aumentar los ingresos. Tenemos que discutir esto”, dijo Lula. REUTERS/Adriano Machado

“El problema no es que tengamos que recortar. La cuestión es si tenemos que recortar efectivamente o si tenemos que aumentar los ingresos. Tenemos que discutir esto”, dijo Lula. REUTERS/Adriano Machado

Mientras tanto, las críticas a la gestión económica del gobierno de Lula crecen desde hace días. Una de las más preocupantes ha sido la del economista Persio Arida, ex presidente del Banco Central y uno de los defensores del “Plano Real”. Para Arida, que apoyó a Lula durante la campaña electoral, “el debate no es si el Estado debe ser grande o pequeño. El Estado debe ser necesario y eficaz. Y eso no lo tenemos en Brasil”, declaró al diario Folha de São Paulo. Y mientras la prensa brasileña sigue hablando casi todas las semanas de los gastos superfluos del palacio presidencial de Planalto, el último de ellos la compra de material deportivo como raquetas de tenis y pelotas por valor de unos 80.000 reales, 14.500 dólares, la popularidad de Lula sigue menguando. Sin duda, no ayudan a su imagen los acuerdos en curso para reducir en un 50% las multas de las constructoras condenadas por Lava Jato. Se trata de Andrade Gutierrez, Braskem, Camargo Correa, Nova Participações (ex Engevix), Metha (ex OAS), Novonor (ex Odebrecht) y UTC Engenharia. Las arcas del Estado, tan en crisis, perderán entre 5.800 y 8.000 millones de reales más (entre 1050,1 y 1.448,4 millones de dólares). Las referencias a la “corrupción” del gobierno Lula también han aumentado exponencialmente en las redes sociales, un crecimiento del 97,3%, en comparación con 2023, según datos recopilados recientemente por una empresa de análisis de medios digitales, la AP Exata Inteligência Digital. El próximo mes de enero será, por tanto, la prueba de fuego para la política monetaria de Brasil y la hora de la verdad para los ciudadanos brasileños que durante la campaña electoral escucharon a Lula negarse a presentar un plan de gobierno definitivo. “No es necesario hacer promesas”, había dicho entonces el candidato Lula, proponiendo un cheque en blanco que los brasileños podrían pagar caro en 2025.