Un simple y burdo montaje


 

Lo sucedido el pasado 26 de junio de 2024 en Bolivia, puede catalogarse como una puesta en escena de un espectáculo de variedades en la historia contemporánea, que como un huracán removió inclusive a las élites mundiales en favor de la así llamada “democracia” boliviana. La escenificación – que bien podría ser acreedora de un Oscar o un Globo de Oro, como muy acertadamente han apuntado algunos “memes” en las redes sociales – refleja la actitud pueril y cantinflesca del Gobierno boliviano.



En primer lugar, y para que la opinión pública mundial lo sepa bien, la casa presidencial ya no queda ubicada más en la Plaza Murillo ni en el Palacio Quemado. Las imágenes mostradas por diferentes medios de comunicación internacionales, como las tanquetas que destruyen la puerta de la otrora casa presidencial, no constituyen prueba de actos de violencia contra personas, ni mucho menos un golpe o autogolpe de Estado. De hecho, no hubo una sola autoridad de gobierno lesionada, arrestada, ni tampoco una orden expresa de Juan José Zúñiga en el sentido de deponer al gobierno de Luis Arce Catacora. Un anciano dijo con mucho acierto que era la primera vez en su vida que veía un “golpe de Estado” con petardos.

Y es que la opereta de tan mal calado, tiene su punto de vigor el día en que se celebró una reunión en la OEA. Ambos supuestos bandos en conflicto, esto es, el representado por Luis Arce Catacora, y por otra parte Evo Morales, se vistieron de gala por separado para realizar sus pantomimas acudiendo a “desesperados” gritos en favor del sostenimiento del “Estado de Derecho” en el país. Tragicomedia, sin más. El general Zúñiga, antes de ser puesto como Barrabás, terminó confesando que la idea que se coció entre bambalinas era levantar la “popularidad” de Arce Catacora.

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Tan malogrados estamos, que muchos jefes de la así llamada oposición boliviana, cayeron en la trampa, o actuaron con interés manifiesto en favor del gobierno de turno. La historia se encargará también de juzgarlos por ser parte del show grotesco.

Por el momento, todavía muchos titulares del mundo hablan del “fracaso” de una intentona golpista. Una intentona golpista, que no acierta ni siquiera con el travesaño. O para decirlo en términos más coloquiales, una patada a las nubes, sin más.


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