Todavía está fresca la memoria de lo que fue «una inflación galopante» durante el Gobierno de Hernán Siles Zuazo 1985, al punto que el presidente tuvo que escuchar el clamor popular y acortar su mandato. Bolivia superó títulos mundiales, por cuanto, el evento trepó todos los límites, no se trató de cientos sino de miles por ciento, el aumento de la canasta familiar, los salarios, el precio del dólar.
Nunca antes se había visto semejante fenómeno, un precio del pan para el desayuno, otro para la cena, la población sufrió una especie de paroxismo incontrolable. Todo el mundo pendiente de los nuevos precios, el comercio enloquecido, y claro está la especulación en boga.
Galopante: los precios suben en dos o tres dígitos, por ejemplo, un 40 o un 120 %. Las personas pierden poder adquisitivo y esto, a su vez, afecta a la economía del país, ya que el consumo disminuye porque se puede comprar menos con el mismo dinero.
La frase anterior aparece en Google para calificar la hecatombe que se dio en Bolivia. Algunos, muy pocos, se enriquecieron de la noche a la mañana y tuvo que sobrevenir, una racha de medidas económicas para frenar este acabose que amenazó seriamente la vida de la Nación. «Bolivia se nos muere» grito angustiado de Paz Estenssoro quién por acuerdo de los partidos asumió el mando y frenó la debacle con el 21060, medidas que pusieron fin, a la política de subvenciones del Gobierno de Siles, la desaparición de la Corporación Boliviana de Fomento y sus decenas de empresas deficitarias echando a la calle a sus funcionarios.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Al desaparecer el estaño en la diaria cotización de la bolsa internacional no quedó otro recurso que cerrar la minería estatal, miles de trabajadores de las minas a las calles, el Gobierno les asignó viviendas en El Chapare, Los Yungas, Santa Cruz y Cochabamba, recibieron subvenciones de COMIBOL que lamentablemente fueron mal empleadas en firmas como FINSA que realizaron inversiones en empresas improductivas… algo más tarde, se fueron a concurso de acreedores y finalmente quebraron estrepitosamente, con la evaporación de sus ahorros, gran parte de la subvención a los mineros por el cierre de las minas.
El Gobierno de Luis Arce recientemente ha empleado más de 25 millones de dólares para imprimir moneda nacional «para reponer los billetes usados que serán incinerados» ha explicado el Banco Central, «no mientan ha replicado la oposición» tanto dinero no puede ser para reemplazar el circulante, es para insuflar en el circulante, por tanto, en alimentar la inflación, clara señal es la nueva cotización, (mercado negro) del dólar que llegó a los 10.10 bolivianos llevando la desesperación a la economía de los hogares y distorsionando todo el sistema financiero del Estado.
En resumen. La desaparición súbita del dólar en el mercado cambiario, la elevación de los salarios, una subida generalizada de precios, marcan la realidad de hoy, cuando el pánico cunde de nuevo como en los años ochenta.