Tras 24 días de fuerte presión en la opinión pública estadounidense, sobre todo en el Partido Demócrata, Joseph Robinette Biden Jr. declinó su pretensión de repetir ser el candidato demócrata a las elecciones de noviembre, arguyendo que: «Es lo mejor para mi partido y el país». El 20 de enero de 2025 cerrará definitivamente 54 años de actividad política pública —en 1972 fue uno de los senadores más jóvenes en la historia del país, cargo que ejerció por 36 años— y se retirará con 82 años de ser el Presidente más longevo de la Nación Americana —Trump le seguirá en el Top 10 de los presidentes ancianos en enero 2025 con 79 años.
¿Por qué se retira Biden de la campaña presidencial? ¿Qué ha sucedido en las últimas semanas que le hiciera tomar esa decisión? (Por esperada no menos impactante; sólo un Presidente demócrata [Jimmy Carter, 1980] perdió la reelección y dos Presidentes demócratas [Franklin Pierce, 1856 y Andrew Johnson, 1868] perdieron la nominación en la Convención Nacional de su partido).
El intríngulis de la decisión está en la acelerada posibilidad de una debacle demócrata en las elecciones de noviembre.
Las alarmas empezaron el 28 de junio, cuando los precandidatos de los dos partidos principales —Biden y Trump— se enfrentaron por primera vez en esta campaña en un debate televisivo sumamente esperado, sobre todo porque muchos votantes indecisos querían confirmar que Biden tenía fortaleza y capacidad intelectual para dirigir la nación cuatro años más.
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Pero el debate fue fatal para Biden. The New York Times lo describió «divagando y mascullando sus respuestas […]. Biden habló con voz ronca y entrecortada, cerrando los ojos de vez en cuando para reunir pensamientos que a veces no podía organizar […] Las dificultades de Biden no solo fueron evidentes cuando hablaba. Durante largos intervalos permaneció en silencio, con los ojos desorbitados y la boca abierta». Trump lo caracterizó después: «Creo que ni él mismo sabe lo que acaba de decir».
Biden se negó a considerarlo. No le preocupó su caminar inestable. Tampoco cuando presentó al presidente Zelensky como el presidente Putin o habló de la vicepresidente Harris como la vicepresidente Trump… o cuando olvidó el nombre de su secretario de Defensa —Lloyd Austin— y se refirió a él como «el tipo negro» seguido de pausas para tratar infructuosamente de recordarlo…
Pero el colofón —la guinda de la torta— fue el incruento atentado contra Trump el 13 de julio pasado: Tras éste, la candidatura de Biden se convirtió, ya sin dudas, en el potencial detonante de una debacle fatal para el Partido Demócrata en noviembre, no sólo por perder la Presidencia sino también la mayoría en el Senado —la mantienen en un escaso equilibro— y un retroceso mayor en Representantes (perdieron la mayoría en 2022).
La reclusión de Biden por el COVID19 le brindó una última posibilidad “elegante” de retirarse y despedirse sin destruir a su Partido, dejando a su vicepresidente Kamala Harris como su heredera en nominación. Sin embargo, no le será fácil al Partido Demócrata (y menos a Harris).
Harris era una senadora poco conocida cuando Biden la agregó a su fórmula en 2020. Mujer, negra, descendiente asiática, entonces su inclusión sirvió para contentar al sector demócrata más hacia la izquierda (ya la senadora Warren y la representante Ocasio-Cortez —miembro de Socialistas Democráticos de América— le han manifestado su apoyo).
El proceso próximo podría ser: Por votación virtual a principios de agosto o mediante Convención “abierta” el 19 de agosto, en la que todos los delegados comprometidos elegirían libres al retirarse Biden, fungiendo como mini-primaria (la última fue en 1968 y terminó con una elección desastrosa). Ambas serían muy inciertas —sin contar nuevos contendientes— y el tiempo es muy escaso por lo que es probable que los líderes del partido intenten resolver la nominación antes.