El intelectual y experto en crimen organizado critica al régimen chavista por utilizar una retórica de izquierda para encubrir sus actividades ilícitas y a quienes lo siguen apoyando por razones ideológicas.
Nicolás Maduro (c), junto al vicepresidente del PSUV Diosdado Cabello (d), y la primera dama, Cilia Flores (i) (EFE/Rayner Peña/Archivo)
Fuente: Infobae
El reconocido periodista y escritor italiano Roberto Saviano, autor del best-seller “Gomorra” y experto en crimen organizado, publicó este miércoles un análisis detallado sobre la transformación de Venezuela en un “narcoestado” bajo el gobierno de Nicolás Maduro, a la vez que dirigió una fuerte crítica a quienes siguen apoyando al chavismo por razones ideológicas.
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“Es verdaderamente singular que en todos estos años, especialmente en la izquierda, alguien creyera realmente que el sistema bolivariano venezolano, corrupto en todas sus partes, era algo realmente más allá de su perfil real, el de un Estado-mafia”, escribió el escritor y periodista en una columna publicada en el Corriere della Sera. “Mientras le decía al mundo de su oposición a las guerras, solidarizándose con Putin y los pueblos explotados, Nicolás Maduro convirtió a Venezuela en el centro mundial del tráfico de cocaína, el lugar donde la cocaína se almacena y se envía a todos los rincones de la tierra”.
Saviano, un intelectual conocido por compartir ideales progresistas, dirige además su mirada escrutadora hacia un gobierno que se autoproclama de izquierda, cargando contra una retórica, la del régimen chavista, que a su juicio tiene el único fin de encubrir actividades ilícitas. “No hay mejor capa para ocultar el tráfico y la corrupción que la de la revolución”, escribe. “Hablar de justicia social desvía la atención de los asuntos criminales”.
El caso de los narcosobrinos de Maduro
La columna de Saviano, titulada “Los dos sobrinos de Maduro, símbolo del régimen en tierra de narcos”, toma como punto de partida el caso de Efraín Campo Flores y Francisco Flores, sobrinos de la esposa del presidente venezolano Cilia Flores, ejemplo de la infiltración del narcotráfico en los más altos niveles del gobierno.
“Era el 10 de noviembre de 2015 cuando Efraín Campo Flores y Francisco Flores, treintañeros, fueron detenidos por la brigada antidroga de Estados Unidos en Haití”, escribe Saviano, detallando que los sobrinos intentaban cobrar “un primer tramo de un pago de 11 millones de dólares para enviar 800 kilos de coca a Honduras, con destino al mercado más demandado del mundo: Nueva York”.
El escritor italiano, mundialmente conocido por sus investigaciones sobre las mafias internacionales y quien desde hace una década vive bajo protección policial por las amenazas de la Camorra napolitana, recuerda que los llamados “narcosobrinos” tenían acceso a recursos estatales para sus operaciones. “Tenían acceso al hangar presidencial ubicado en la rampa 4 del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, y utilizaban aviones privados para transportar cocaína por todo Sudamérica”, señala.
“Fueron descubiertos gracias a un infiltrado. Esos 800 kilos de cocaína pura cortada al 25% (de mayor calidad) se convirtieron en 3.200 kilos, que vendidos en Manhattan habrían reportado entre 89 y 100 millones de dólares. Los sobrinos de Maduro, sin embargo, habían hecho todo esto por 20 millones de dólares y, antes de ser detenidos con las manos en la miel, sólo recibían una tajada de 11 millones. El adelanto que pedían antes de ser enviados”, escribe.
Saviano destaca que varios infiltrados y testigos protegidos han proporcionado pruebas que vinculan a Venezuela con el tráfico internacional de narcóticos. En el juicio de los narcosobrinos, uno de los testimonios más relevantes fue el del narcotraficante José Santos Peña, quien buscaba reducir su condena. Tanto Peña como el infiltrado de la DEA aportaron pruebas valiosas sobre “cómo el gobierno venezolano maneja la coca de los cárteles, cómo necesitan dinero para apoyar campañas electorales, comprar votos, pagar a los militares”.
Los vínculos de los Flores con la gestión política de Maduro fueron evidentes durante el juicio. “Cilia Flores era citada como ‘su madre’ por Efraín Campo Flores”, escribió Saviano, subrayando la cercanía entre los implicados y el máximo poder político de Venezuela. A pesar de sus 18 años de condena, los narco-sobrinos pasaron menos de cinco años en prisión, tras un perdón presidencial de Joe Biden a cambio de la liberación de presos estadounidenses.
No obstante, Saviano argumenta que el caso de los sobrinos de Maduro es solo la punta del iceberg de una infiltración más amplia del narcotráfico en el Estado venezolano. Citando investigaciones de la DEA, la agencia antidroga estadounidense, afirma que “los puertos venezolanos están ahora completamente en manos de los cárteles y que la gestión de los envíos es una emanación directa de la autoridad política”.
Saviano menciona el testimonio del ex jefe de seguridad de Hugo Chávez Leamsy Salazar, quien “ha aportado pruebas de cómo Venezuela es un narcoestado”, antes de ser encarcelado para que el gobierno pudiera decir que sólo era una manzana podrida”.
El liderazgo de Diosdado Cabello, quien continuamente niega las acusaciones calificándolas de manipulaciones estadounidenses, tampoco escapa a la observación de Saviano. “Cabello, presidente de la Asamblea Constituyente, ha sido señalado como el jefe del ‘Cártel de los Soles’, compuesto por oficiales de alto rango del ejército venezolano”, escribe el periodista, subrayando la complicidad de las fuerzas militares en el entramado del narcotráfico.
En un contexto de crisis del petróleo, el tránsito de Venezuela hacia un narcoestado parece, a ojos de Saviano, como una respuesta para paliar la pérdida de ingresos.
“Venezuela es un narcoestado, la cocaína permite una entrada del dinero perdido con la crisis de los precios del crudo”, escribe. “Los hombres de Chávez estaban todos relacionados con el petróleo, los de Maduro están más cerca del narcotráfico”.
Saviano finaliza con una contundente critica a la retórica del gobierno venezolano, sugiriendo que se utiliza como cortina de humo para encubrir actividades ilícitas.
“No hay mejor capa para ocultar el tráfico y la corrupción que la de la revolución”, escribe. “Hablar de justicia social desvía la atención de los asuntos criminales, y la mejor manera de crear una red de traficantes es llamar la atención sobre la paz, la solidaridad y la lucha contra el imperialismo. Aporta ventaja estratégica pero también protección mediática, una vez descubierto, poder proclamar al mundo que todo es una manipulación yanqui”.
“Todo palabrería retórica de quienes han destruido un país y han manipulado y utilizado los ideales socialistas”, concluye el escritor italiano. “Los que realmente creen que estos traficantes en nombre de la ideología sólo están creando una cortina de humo para defender su negocio”.