La lucha por el reconocimiento: Satanistas y Luciferinos de Chile buscan formalizar su templo

La solicitud representa un paso hacia el reconocimiento de la diversidad religiosa en la región, amparados por la Constitución y la legislación internacional.

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Por Javiera Ostertag Franzoy y Néstor Aburto

 



En una declaración, la organización satánica Templo de Satán: Satanistas y Luciferinos de Chile, solicitarán hoy el reconocimiento legal como asociación religiosa al Gobierno. Los seguidores de la religión satánica destacaron su compromiso por el respeto a las leyes, la libertad de culto y los derechos humanos, rechazando la intolerancia y la imposición. La solicitud representa un paso hacia el reconocimiento de la diversidad religiosa en la región, amparados por la Constitución y la legislación internacional.

Viernes 8:20 de la noche. Mientras los restaurantes y pubs de la zona de El Golf se empiezan a llenar con quienes le dan la bienvenida a un helado fin de semana de julio, en el cuarto piso de un edificio, con vistas al Teatro Municipal de Las Condes, el panorama es distinto.

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En el departamento que aparentemente pareciera estar vacío, se percibe un olor a tabaco e incienso, con sus participantes sentados en un living vacío y oscuro, solo iluminado por la tenue luz de 14 velas y una especie de caldero con una llama encendida en su interior. Meditan en silencio, mientras uno –el “sacerdote”- los guía leyendo versos en enoquiano, avéstico y latín.

Son publicistas, bomberos, estudiantes y técnicos en enfermería, pero ese día los cinco integrantes –además de otros 15 a 20 hombres y mujeres que asisten de forma remota– se reúnen en la sede provisoria para uno de los rituales periódicos de la organización Templo de Satán: Satanistas y Luciferinos de Chile, quienes este 30 de julio, presentaran ante el Ministerio de Justicia su Acta Constitutiva, buscando obtener el reconocimiento legal como asociación religiosa.

Un día histórico

Este evento marca un hito histórico en América Latina, ya que de ser aprobada su solicitud, se convertirían en la primera organización de este tipo en la región en ser formalmente constituida. “Este día es un día histórico, pues al solicitar nuestro registro, seríamos el primer Templo, al menos en América Latina, en estar formalmente constituidos”, afirma la directiva.

La historia de esta petición se remonta a siglos de tensiones y luchas por la libertad religiosa. En 1517, Martín Lutero desafió al Vaticano al clavar sus 95 Tesis en la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenburg, desencadenando la Reforma Protestante. Desde entonces, la búsqueda de una práctica religiosa libre de abusos y corrupción ha sido una constante. “Lutero reclamaba al Vaticano la venta de Indulgencias Plenarias: un documento que otorgaba a perpetuidad el perdón de los ‘pecados’ y garantizaba a su poseedor el ingreso al Cielo”, explica el portavoz del Templo de Satán.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 18, establece el derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, conciencia y religión. En consonancia con esto, la Constitución chilena garantiza la libertad de culto en un país laico y secular. “En consonancia con las leyes internacionales, nuestro país también garantiza la libertad de culto. Vivimos en un país laico, secular y de respeto a las leyes”, subraya la directiva.

En este contexto, los miembros del Templo de Satán han trabajado arduamente durante años en la creación de su organización, la cual sobrevive a base de aportes voluntarios de sus miembros.

“Esto no es un devaneo o un dislate: es el resultado de muchos años de trabajo coordinado, juntas, reuniones, visitas con abogados, discusiones, intercambios de ideas y más”, afirman los líderes del movimiento. Su objetivo es diferenciarse de grupos no reconocidos cuyas prácticas han dañado la imagen del satanismo y de las tradiciones paganas. “Con este registro pretendemos diferenciarnos de conventículos y cultos no reconocidos que, con sus prácticas y sus acciones, dañan la imagen de las tradiciones paganas en lo general y del satanismo en lo particular”, explican.

La organización destaca su compromiso con el cumplimiento de las leyes y su rechazo a la intolerancia, la intransigencia, el fanatismo y la imposición. Asimismo, subrayan que no buscan imponer sus creencias a otros. “No imponemos a nadie nuestra visión de las cosas o del mundo, no imponemos nuestras creencias a nuestros vástagos, ni a persona alguna, pues estamos a favor de la libre determinación de la personalidad”, añaden.

En su declaración, los satanistas y luciferinos también subrayan su postura contra el maltrato animal y la intromisión de ministros de culto en asuntos gubernamentales o legales. “Estamos en contra del maltrato animal, en todas sus modalidades. También, estamos en contra de que, ministros de culto intenten imponer sus visiones dogmáticas en asuntos de gobierno o de leyes que sólo competen a una sociedad laica decidir”, enfatizan.

Hoy será crucial para el Templo de Satán. De recibir una respuesta favorable, se consolidarían como una entidad religiosa formalmente reconocida, sujetos tanto de derechos como de obligaciones. “Seremos sujetos de derechos, y evidentemente también de obligaciones”, recalcan. La directiva del templo espera que las autoridades consideren su solicitud basada en el respeto a la libertad de cultos y la laicidad garantizada por la Constitución chilena y las leyes internacionales.

“Esperamos que las autoridades den un veredicto positivo a nuestra solicitud, basado en el respeto a la libertad de cultos, en consonancia con la laicidad garantizada en nuestra Constitución, nuestras leyes y las leyes internacionales”, expresan con esperanza.

Por último, destacan su compromiso con los derechos humanos y las libertades individuales. “Por un país de pleno respeto a las libertades y los derechos humanos. Por un país de pleno respeto a la laicidad y la libre determinación de las personas a elegir -o no- qué religión desean tener. Por un país de derechos progresivos y de tolerancia, nuestro registro será una realidad”, concluyen con determinación.

Este movimiento, según describen, nació de una profunda reflexión y trabajo constante, representa un paso “significativo hacia el reconocimiento de la diversidad religiosa en Chile y en América Latina”, se detalla en el documento ingresado a Justicia. La solicitud del Templo de Satán es un testimonio de la lucha por el respeto a la laicidad y la libertad de culto en una sociedad moderna y pluralista.

Rituales, principios y creencias

Sentados sobre el piso flotante, vestidos de negro frente a un negro altar de tres pisos decorado con velas, calaveras, luces rojas, candelabros, imágenes de satanás, el libro “La Biblia del Adversario” de Michael W. Ford y una copa de vino – marca Diablo -, los miembros de la organización satánica explican la importancia de los simbolismos en aquella religión.

Los rituales siguen una lógica psicodramática, con el objetivo de cada elemento ser insertar al “frater” – como se llaman el uno al otro entre los seguidores de la religión – en una atmósfera especial que los permita reflexionar sobre los principales fundamentos de los satanistas: el respeto, la libertad, el empoderamiento, la intelectualidad, el sentido común, el rechazo a las imposiciones, etc.

De tal manera los miembros del Templo de Satán no forman parte de una secta, no adoran al diablo, no realizan sacrificios humanos, no maltratan animales, no juegan a la ouija, sino que basan la religión en el símbolo de Satán como sinónimo de “interferencia”, como el adversario a toda imposición dogmática.

Eso no significa que no reciban todos los días mensajes, no solo amenazantes, acusándolos de crímenes violentos, sino que también solicitándoles ayuda para realizar sacrificios, contactarse con el diablo y realizar distintas prácticas sexuales. Las respuestas son negativas.

En los rezos de sus ritos se repiten algunos de sus principios, que aunque, no siguen dogmas, tiene el duro rechazo – incluso con defensa a la pena capital – de pederastas y homicidas. “No damos la otra mejilla”, aseguran en la reflexión.

Ese guiño al cristianismo no es arbitrario, según cuentan. La gran mayoría de los seguidores de la religión satánica son apóstatas, es decir, han renunciado a una religión de la que antes formaban parte. Según explican, polémicas como los casos de pederastia en la religión católica y la guerra palestino-israelí, han empujado a más gente a alejarse de su crianza y a unirse al satanismo, tanto de manera comunitaria, como lo sería la incorporación a una organización como El Templo de Satán, o de forma individual.

Religión en Estados Unidos

Pero este tema no es nuevo en el mundo. En 2019, en Estados Unidos se llenaron varias planas y notas en medios de comunicación en las que se habló del Templo Satánico, como fue titulado por medios como Telemundo. Ese año, la organización con base en Massachusetts fue oficialmente reconocida como religión por el IRS, la oficina de recaudación de impuestos de Estados Unidos. Esta designación, que les exime del pago de impuestos, fue confirmada mediante una carta recibida del IRS que clasifica al Templo como “iglesia o convención, o una asociación de iglesias”. Esta nueva condición permitió al Templo Satánico utilizar la designación oficial en casos de discriminación presentados en varias cortes del país y para solicitar subsidios federales.

Fundado en Estados Unidos, especialmente en ciudades como Detroit y Salem, el Templo Satánico aboga por una estricta separación entre iglesia y estado. Han exigido la inclusión de sus principios en lugares públicos, similar a lo que se permite a las iglesias cristianas. Un ejemplo notable es su protesta en Little Rock, Arkansas, donde solicitaron el mismo espacio que una estatua de los Diez Mandamientos para erigir una figura de Baphomet, símbolo de su grupo.

En Estados Unidos, se indicó que este movimiento es contrario a la creencia popular. Quienes se identifican como satanistas no adoran al diablo. Los miembros del Templo Satánico son ateos y ven a Satanás como un símbolo de orgullo, libertad e individualismo. Según su sitio web, “Satanás es un símbolo de orgullo, libertad e individualismo” y no creen en Satanás como un ser real. Los satanistas en Detroit, por ejemplo, sostienen que “las libertades de otros deben ser respetadas, incluyendo la libertad de ofender”.

Para los seguidores del Templo Satánico, Satanás representa un “Rebelde Eterno” que desafía la autoridad arbitraria y defiende la soberanía personal frente a desafíos inimaginables. Aceptar el nombre de Satanás, según ellos, implica aceptar el cuestionamiento racional, desprovisto de sobrenaturalismo y supersticiones basadas en la tradición.