Son videos falsos de David Choquehuanca, el jugador Juan Carlos Arce y otros personajes prometiendo salir de la pobreza. Incluso mencionan al BCB. El “gancho” para el robo es Telegram.
Fuente: Opinión
Sin ánimo alguno de buscar una oferta comercial explosiva que garantice volverlo rico en un abrir y cerrar de ojos, uno toma su celular, va a la sección de reels y se deja envolver por la comicidad de ciertos contenidos, pero, de repente, aparece un video que promete la gloria. En él se ve nada más ni nada menos que al vicepresidente del Estado, David Choquehuanca, hablándole al ciudadano boliviano. Totalmente fuera del contexto habitual, en el que es posible apreciarlo, quizás, dando un mensaje sobre la geopolítica del “Vivir bien” o la cosmovisión andina, el -a todas luces- “falso” Choquehuanca del video empieza a referirse a los salarios bajos en el país, a las deudas que muchos sortean y va de inmediato al grano: menciona a la “amiga” de su hija, llamada Isabella Rodríguez, que ayudó a más de 14.000 personas a “mejorar sus vidas”.
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“Mi equipo ha examinado sus actividades y la recomienda. El proyecto también cuenta con el apoyo del Banco Central de Bolivia”, dice, en el remate publicitario, invitando a ingresar a un canal de Telegram antes de que las inscripciones fenezcan.
No cabe lugar a dudas. La sorpresa y la risa se conjugan como reacción inmediata. No todos los días es posible ver a Choquehuanca prometiendo mejorar nuestras vidas. Pocos minutos después, el recuerdo de aquel video montado va perdiendo fuerza en el imaginario y uno continúa atrapado en el ocio mirando más contenidos.
No pasa mucho tiempo más y aparece otro video con la misma certeza, que es volver rico al usuario mediante inversiones. En este caso, el que se presenta ante las cámaras es el jugador cruceño Juan Carlos Arce, de Blooming.
Solo bastan cuatro segundos exactos para desnudar la mentira en el relato. El “Conejo” es boliviano, pero su acento inicial en el reel lo grafica como argentino, puesto que apela al yeísmo (pronuncia la LL igual que la Y, algo que caracteriza a los argentinos y uruguayos). En dicho fragmento, se lo oye decir: “Mi nombre es Juan Carlos Arce Justiniano y quiero contarles cómo voy a ayudar (verbo potenciando el yeísmo) a los bolivianos de a pie a ser financieramente independientes, salir de sus deudas y cambiar sus vidas”.
De un sopetón, en apenas veinticuatro segundos más del video, el futbolista se “deshace” del acento inicial y pasa a usar el que es propio de España, remarcando las letras c y z.
“Estoy a punto de cambiar mi vida como futbolista profesional, pero para ganar la misma cantidad de dinero, he puesto en marcha un proyecto de inversión. Muchos bancos y empresas de inversión me prometen a mí y a los ciudadanos de a pie unos ingresos garantizados, pero muy pequeños y que no permiten a los ciudadanos salir de sus deudas”.
La farsa resulta tan evidente, queda tan expuesto el videomontaje, que se vuelve inevitable no sacar conclusiones ni bien uno aprecia estos contenidos malintencionados: estamos frente a estafas internacionales.
LA MENTIRA DE ISABELLA RODRÍGUEZ Tanto Choquehuanca como el “Conejo” Arce hablan de una tal Isabella Rodríguez, que, a efectos de la mentira, es una modelo casada y madre de dos niños que pasó de la carencia a la riqueza sin medias tintas. “Es una mujer que nació humildemente y vivió en la pobreza, pero cambió su vida y hoy cambiará la tuya”, se lee en la suerte de presentación de la estafa.
Para partir, es importante dejar en claro que Isabella Rodríguez no existe. Se trata apenas de la imagen de una mujer brasileña que fue tomada para consolidar la trampa. La modelo real que fue utilizada, sin su consentimiento, para llevar a cabo el engaño es Mylena de la Torre, quien hace dos semanas, tras enterarse sobre el uso de su imagen, apeló a las redes sociales para enviar la alerta.
“Acabé de descubrir que están usando mis fotos, las de mis hijos y mi marido para dar un golpe. La verdad, ellos dan golpes (estafan) en varios países. No sé ni qué decir. Hay mucho en mis historias (de Instagram) de todo lo que descubrí. Se estima un golpe de más de 900 mil dólares”, se la escucha explicar, dando cuenta de que ella es una víctima más del hecho mundial, que ya ha llegado a Bolivia, Ecuador, Colombia, Argentina, Perú y otros países de la región.
QUÉ PIDEN Los enlaces que utiliza este grupo internacional delictivo para captar víctimas son todos de Telegram. Y son varios. Todos ellos prometen ser de Isabella Rodríguez. Hay algunos grupos que ya cuentan con más de 9.000 suscriptores que fueron “cazados”.
Tony Fernández, de Colombia, confesó ser estafado por esta red. Apeló al Facebook para contar su desventura: “Yo fui estafado por uno que se hace llamar Inversores en criptomoneda. Se llama Sebastián García. La otra persona (es) Yuli Torres, y la otra fue Isabella Rodríguez. Tengo las pruebas de las consignaciones y conversaciones grabadas en texto y videos para que otras personas no sean estafadas. Por lo tanto, hago esta denuncia contra Telegram”.
Según el youtuber Adrián Torres, experto en finanzas, este grupo irregular pide montos de dinero a cambio de métodos de inversión en supuestos bots de apuestas de Telegram o bots de trading. Se trata de micropagos que las víctimas realizan. Y cuando esperan sus ganancias, estas nunca llegan.
El también youtuber Antiponzis confirmó que se trata de videos generados con Inteligencia Artificial que se han diversificado en diferentes países y que utilizan la imagen de actores políticos, futbolistas y medios de comunicación para lograr sus objetivos delictivos.
“Con montajes, con inteligencia artificial y otras herramientas han logrado armar falsa publicidad, falsas noticias de promoción al canal o a cualquier grupo de la supuesta Isabella Rodríguez”.
MISS BOLIVIA 2023 Y GABRIELA OVIEDO No solo utilizaron malintencionadamente la imagen del vicepresidente David Choquehuanca y la del jugador Juan Carlos Arce. También dispusieron de la de María Estefany Rivero, Miss Bolivia 2023, de Gabriela Oviedo, presentadora de noticias, y medios de comunicación como Unitel, Bolivia TV y otros.
Fuente: Opinión