Se ha venido insistiendo en varias oportunidades que debemos establecer imperiosamente alguna otra medida de presión en nuestro país, que no sea la absurda medida de bloquearnos a nosotros mismos, con las consecuencias económicas desastrosas, cuyos afectados somos todos los ciudadanos y principalmente los sectores más desposeídos de nuestra sociedad. Se trata definitivamente de un suicidio colectivo y los dirigentes que promueven estas medidas deben hacerse responsables de los daños que nos hacemos a nosotros mismos.
Citamos un muy importante ejemplo, el conocido analista e investigador cruceño Carlos Hugo Molina, enfatiza en su nota de opinión, «Los bolivianos podemos recibir 3.000 millones de dólares por el turismo». El turismo puede volverse el primer producto de exportación de Bolivia, generando más de $us 3.000 millones en ingresos de divisas.
“La afirmación está basada en la verificación de potencialidades y cuantificación de recursos turísticos. Para alcanzar las potencialidades del turismo, repetimos lo que todos sabemos, que necesitamos aprobación de políticas públicas y superar a nuestro principal enemigo, nosotros mismos, por las técnicas exquisitas de bloqueo que aplicamos a los que aspiran trasladarse libremente» agrega el citado profesional.
Así sucesivamente, los expertos en cada área de la economía podrán evaluar y cuantificar el gran daño que causa esta medida a nuestra economía, el gran perjuicio a los productores en general, al importante sector exportador generador de divisas para el país, etc.
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Nos corresponde reiterar que Bolivia es el país del contrasentido. Ayer los dirigentes del autotransporte a nivel nacional han determinado el bloqueo de carreteras en todo el país, exigiendo al gobierno la provisión normal de combustibles, la disponibilidad de dólares suficientes y controlar la especulación de la divisa norteamericana, la renuncia de 2 ministros de Estado y en el caso de que no resuelva todas y cada una de sus peticiones en 72 horas, exigirán el adelanto de elecciones generales que significa el acortar el mandato de esta gestión gubernamental.
Aunque algunas de estas reivindicaciones son totalmente justas, necesarias y urgentes, lo cierto es que atentan contra la libertad de circulación consagrada en la constitución del Estado, contra la economía popular y en algunos casos caen en la irracionalidad y contradicción.
Posiciones que tienen la razón y todo el derecho de protestar, pero definitivamente deben tomar acciones en contra de los responsables directos, no contra todo el pueblo que ya está sufriendo esta crisis agobiante. La gran pregunta es: Los dirigentes del gremio del transporte y otros sectores que se adhieren a esta forma de protesta, que se dicen defensores de la Democracia y la Libertad, ¿habrán analizado en profundidad esta extrema medida que evidentemente perjudica absolutamente a todos y agrava más aún este momento que estamos soportando una aguda crisis económica? ¿Existe la verdadera voluntad de resolver los problemas o simplemente estamos jugando un juego irresponsable y en total contra sentido con la racionalidad y con la historia? Es definitivamente un verdadero suicidio colectivo.
Es evidente que de estas situaciones existen quienes aprovechan la oportunidad para actuar con fines de interés particular y con razones puramente política partidaria y que están muy alejados del genuino interés común. Por otro lado, el gobierno nacional está demostrando una vez más su incapacidad de comunicarse, de dialogar de forma sincera y transparente y concertar adecuadamente con los ciudadanos, en una acción que vemos en contra ruta de lo que nos dicta el sentido común.
Creemos firmemente que es tiempo de separar la “paja del trigo” y reencauzar este momento extremadamente peligroso y muy perjudicial para el país que se encuentra al borde del colapso. No podemos estar a expensas de actitudes irresponsables que nos llevan a actuar en contra de la historia y corresponde a quienes tienen la responsabilidad de gobernar este país a tomar decisiones oportunas y justas en materia económicas y evitar a toda costa un mayor daño a la imagen de Bolivia fuera de las fronteras y principalmente a la economía de los bolivianos que hacemos un gran esfuerzo diario.
Fernando Crespo Lijerón