El gobierno del estado de Rio de Janeiro lanzó este lunes una vasta operación policial en diez favelas de la zona oeste de la ciudad para frenar la «guerra» entre traficantes y milicias parapoliciales en la región.
Río de Janeiro (AFP) – Unos 2.000 agentes de la Policía Militar, Policía Civil y otras fuerzas del orden participan desde el alba en la incursión, según el gobierno, en favelas como Ciudad de Dios, Gardenia Azul y Rio das Pedras, cercanas al lujoso barrio Barra da Tijuca.
La ofensiva, que no tiene fecha para terminar, busca «acabar con la guerra desatada entre tráfico y milicia en esta parte de la zona oeste de Rio», afirmó al amanecer el gobernador Claudio Castro en una conferencia de prensa en una estación policial en Barra.
«Es un área que el Comando Vermelho (CV) ha intentado recuperar de las milicias», agregó Castro, en referencia al principal grupo narcotraficante de Rio.
«No hay lugar donde el poder público no entre. Trabajaremos para retomar el orden en esta región», añadió el gobernador.
En la favela Ciudad de Dios, mundialmente famosa por la película homónima de Fernando Meirelles (2002) y bajo dominio del CV, había una fuerte presencia policial el lunes por la mañana, incluidos agentes del batallón de élite de la policía militar (BOPE), constató un periodista de la AFP.
Las primeras horas transcurrieron sin enfrentamientos y la población parecía seguir su vida normalmente.
Este tipo de operaciones son frecuentes en las barriadas de Rio, donde la policía suele enfrentarse a tiros con traficantes y la población sufre en medio del fuego cruzado. Especialistas critican su abordaje, alegando que tiene una baja eficacia contra las organizaciones criminales.
En 2023, el Comando Vermelho controlaba un 51,9% de los territorios de Rio de Janeiro y la región metropolitana que estaban bajo control de algún grupo armado, según el Mapa Histórico de los Grupos Armados do Rio de Janeiro elaborado por el instituto Fogo Cruzado y la Universidad Federal Fluminense.
La zona oeste de Rio es la cuna histórica de las llamadas milicias parapoliciales, grupos armados que extorsionan a los habitantes a cambio de «protección», controlan servicios básicos y en los últimos años también incursionaron en el tráfico de drogas y armas.
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