¡Que no te corten tus alas de la libre expresión!

Uno de los paradigmas de la humanidad y que la filosofía se encargó de alumbrar más el camino ha sido la libertad. Kierkegaard decía el “vértigo a la libertad”, que cada ser humano experimenta y lo asume en el diario vivir. Esta dimensión del hombre y de la mujer es indisoluble y absolutamente necesario, así como lo es la vida y el agua para sobrevivir en el planeta Tierra.

Así lo entendieron los Estados del mundo que luego de tantas barbaries, matanzas, guerras e intolerancia, se pusieron de acuerdo para firmar el 10 de diciembre de 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el que se comprometen a respetar y generar las condiciones para que el ciudadano ejerza su derecho a la libertad de expresión,



Luego vendrían una serie de tratados internacionales, como el Pacto Internacional de Derechos Políticos, Sociales, y en el caso de Bolivia llegar a la Constitución Política de febrero de 2009, además de la Ley de Imprenta vigente desde 1926, en los que el Estado boliviano tiene la obligación de garantizar el derecho a la libertad de expresión y de opinión.

Ojo que el derecho a la libre expresión y opinión no son exclusivos para los que ejercen la labor de periodista en algún medio de comunicación y redes sociales, sino que es un derecho fundamental de todos los que somos parte de un Estado, y de quienes hacemos uso de las libertades y así erigirnos como ciudadanos de la democracia, además, hoy ese ciudadano tiene enormes posibilidades de hacerse escuchar, de participar y de indignarse, gracias al poder que les dio las redes sociales y la tecnología, que se han convertido en espacios necesarios para que la libertad de expresión fluya. No solo informan los canales de TV, los periódicos, sino cientos de programas con menú variado en el Facebook, Twitter, LinkedIn, etc.

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Hoy en día, el ser humano se va definiendo y realizando en la medida en que se expresa, desde aspectos cotidianos hasta al fijar una posición u opinar sobre un tema candente e importante. Un ejemplo palpable de esto ocurrió el 26 de junio de 2024 Bolivia, cuando el país vivió jornadas históricas y confusas de más de cuatro horas, con un hecho que ha partido a la población y al periodismo en dos grandes mitades.

Para el poder y cierta prensa del poder afirman que fue un golpe de Estado fallido y  para otra parte, que fue un autogolpe, simulacro, toma militar, alzamiento armado, pero este hecho generó a la vez un fenómeno comunicacional de alto impacto.

Durante estas horas confusas e intensa, Bolivia se convirtió en el país más intercomunicado, más informado e interrelacionado, gracias al poder de las redes sociales que eran manejadas desde el celular de millones de personas. Cuánto no quiere el poder que se bloquee el internet y a las redes sociales para que la gente no se informe y no opine. «Preferible sufrir hambre unos días que quedarme incomunicado o sin redes en mi celular», expresó una señora, mientras hacía sus compras en un mercado.

Las extensiones del ser humano han encontrado en los logros tecnológicos de la modernidad su mejor carta de presentación y su radio de acción. Las enormes y creativas posibilidades que ofrecen y concretan las redes sociales, como Facebook, Twitter e Instagram, han llegado a ser parte del diario vivir de la humanidad en varios niveles. Desde la libre expresión hasta el compartir alegrías y lágrimas, el dialogar a la distancia y opinar sobre diversos temas, decisiones y hechos de las autoridades o de organizaciones sociales, civiles, políticas, religiosas, culturales, entre otros.

El derecho a expresarse y de opinar es de todos los bolivianos y para ello hacemos uso de tantas formas de expresión que tiene la libertad: obras de teatro, películas, videos, canciones, grafitis, pinturas, poesía, cuentos, ballet, títeres, marchas, bloqueos y ahora, gracias a la tecnología, tenemos en la mano el mundo y desde el aparato celular nos informamos, compartimos, también producimos noticias, denunciamos, criticamos, nos alegramos y fiscalizamos a los que están de forma pasajera en algún cargo del Estado, así como ha sucedido varias veces.

Gracias a las redes sociales es que el ciudadano es protagonista y denuncia algún hecho ilegal, abuso, atropello, peleas o actos de corrupción del policía, del fiscal, del juez o de algún funcionario público. El mundo en tus cinco dedos y frente a tus ojos.

Es que precisamente, el hombre y la mujer del poder, tiene miedo de que algún ciudadano esté listo con el celular para captar un suceso y luego sea viralizado, más aún si ese hecho conlleva la comisión de irregularidades, disputas, insultos o algo que no le gusta al poder. Pues, es mejor controlar a esos curiosos e impertinentes ciudadanos del celular.

La libre expresión y el derecho a la opinión se han enraizado en las sociedades y en los individuos, con tal fuerza y convicción, que limitar o bloquear esas dimensiones del ser humano, sería comparable a atentar contra la vida misma. Hoy el ser humano se va definiendo y realizándose en la medida que va expresándose, desde aspectos cotidianos hasta fijar una posición u opinar de un tema candente y de importancia.

Estas libertades no les gusta al poder y cada vez que se siente acorralado, recurre al fácil expediente de su instrumento, la justicia para tratar de acallar a la gente o meterle miedo, como este último caso, del Banco Central de Bolivia que pretende enjuiciar a todos a quienes han opinado y develado la emisión de monedas, los cuales se hicieron escuchar haciendo uso del Twitter, Facebook, YouTube, alertando a la población sobre ello y  pidiendo explicaciones a las autoridades competentes.

Sin duda, el objetivo es meternos  miedo y no atrevernos a denunciar esta clase de hechos o de opinar sobre lo que hace o no hace el poder, pero ojo hay que recordarle a los gobernantes y todos sus operadores que la libertad de expresión es más que un derecho humano, es una necesidad, así como el aire que respiramos, el agua que tomamos. En democracia hemos aprendido a amar nuestras libertades y a defenderlas.

Mi estimado lector ejerce tus libertades, no permitas que te corten tus alas de la libre expresión y te dejo esta invitación del filósofo griego Epicuro:  “Di tu verdad tranquila y claramente.   Evita ser cobarde y evasivo. No debe importarte que los demás no compartan tus convicciones. Decide ser extraordinario”