Terapia genética: el caso de las “vacunas” ModRNA y la edición genética con Crispr-Cas9.

En nuestro afán por vencer las enfermedades, la humanidad se ha aventurado a alterar los elementos básicos de la vida, sobre todo mediante el desarrollo de vacunas de mRNA ( propiamente ModRNA, ya que son basadas en mRNA modificados y no naturales). Contrariamente a las esperanzas iniciales, estas vacunas no solo no han logrado brindar un alivio duradero durante la pandemia de COVID-19, sino que también han introducido riesgos importantes.

El sistema inmunológico es una maravilla de la ingeniería biológica, diseñado para protegernos a través de un mecanismo complejo y finamente sintonizado. La introducción de ModRNA sintético en nuestro cuerpo obliga a las células a producir proteínas que desencadenan una respuesta inmune. Si bien esto tenía como objetivo ofrecer protección contra el virus, en cambio ha provocado reacciones alérgicas graves, respuestas inmuno-inflamatorias y otros efectos adversos que socavan su eficacia y seguridad.



Los estudios han demostrado que las vacunas de ModRNA pueden alterar la respuesta inmunitaria natural del cuerpo, haciendo que las personas sean más susceptibles a otras enfermedades. Es particularmente preocupante la posibilidad de que se produzcan trastornos autoinmunes, en los que el sistema inmunitario ataca a las propias células del cuerpo. La evidencia sugiere que los efectos a largo plazo de estas “vacunas” no se comprenden completamente y los datos emergentes pintan un panorama preocupante.

Por otra parte, el uso de tecnologías de edición de genes como CRISPR-Cas9, destinadas a corregir trastornos genéticos, también plantea riesgos importantes. Los efectos fuera del objetivo pueden provocar mutaciones no deseadas y provocar problemas de salud graves. Estas tecnologías revolucionarias exigen pruebas rigurosas y consideraciones éticas para evitar resultados perjudiciales.

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Nuestros intentos de jugar a ser Dios con nuestra biología resaltan una necesidad crítica de humildad. La complejidad y precisión de nuestro sistema inmunológico y código genético son producto de millones de años de evolución. La manipulación de estos sistemas sin comprender plenamente las consecuencias puede provocar resultados catastróficos.

A medida que avanzamos, es fundamental equilibrar la innovación con la precaución. Debemos continuar explorando y desarrollando nuevos tratamientos, pero no a expensas de la seguridad y la responsabilidad ética. Respetar el orden natural y el intrincado diseño de la vida es esencial. En nuestra búsqueda por avanzar, debemos recordar que el verdadero progreso radica en armonizar nuestras capacidades tecnológicas con la sabiduría de la naturaleza. Sólo entonces podremos garantizar el bienestar de todos.