El silogismo de la Independencia

Cuentan las crónicas del primer cuarto del siglo XIX que, aun registrándose sangrientas batallas en suelo americano, los pobladores mostraban una decisión firme por emanciparse de la corona española. Para el año 1824, el ejército realista avanzaba por el área de la sierra central del Perú, en un último intento por alcanzar una posición ventajosa que le permitiese confrontar a las fuerzas libertarias que habían iniciado marcha desde el Valle de Huaras.

El ejército ibérico comandado por el Gral. Canterac, se había concentrado en Junín, al tiempo que las fuerzas independentistas se quedaron cerca de Rumichaca bajo el mando de gral. José de San Martín, un hábil y experimentado militar que no dudó en protagonizar el combate que inclinaría la balanza definitivamente en favor de la causa libertadora.



Es así, que el 6 de agosto de 1824, las tropas compuestas en gran parte por argentinos y peruanos, enfrentaba al ejército español en las llanuras de Junín, un lugar estratégico ubicado en los Andes centrales del Perú.

El número de las tropas estaba relativamente equilibrado, aunque los realistas tenían una caballería poderosa y bien entrenada. Se libró una lucha encarnizada durante horas, hasta que finalmente la infantería independentista lanzó un ataque sorpresa para ubicarse mejor en el teatro de operaciones.

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Grupos de granaderos reforzaron el ataque patriota, con lo que llegaron a ser ampliamente superiores, provocando inmediatamente el desbande enemigo. Se sumaba al combate el general Sucre, consolidando finalmente la victoria liberal y obligando a la corona tras tres lustros de combates a reconocer la libertad de los territorios alto peruanos, que paradójicamente, habían sido los primeros en sublevarse y los últimos en consolidar su anhelo independentista.

Una de las consecuencias de la guerra por la independencia fue la disolución del Virreinato del Perú, mismo que se produjo el 9 de diciembre de 1824 tras la batalla de Ayacucho, dando origen a la República del Perú. Misma suerte correrían las regiones alto peruanas que, de acuerdo a los argumentos esgrimidos, gozaba de una identidad y cultura propias.

En ese contexto, los representantes de las provincias del alto Perú, reunidas en Chuquisaca el 6 de agosto de 1825, decidieron proclamar la independencia de la región, fundando así la República de Bolivia en homenaje al Libertador Simón Bolívar que había sido uno de los primeros en mostrarse reticente a la creación de un nuevo Estado. A pesar de sus objeciones, finalmente el nuevo Estado se consolidaría, creando su propia bandera, escudo e instituciones políticas.

De todo este episodio han transcurrido cerca de dos siglos. Mientras hay quienes se preparan para celebrar actos conmemorativos por los ciento noventa y nueve años de emancipación, hay quienes se preguntan todavía –estableciendo criterios profundos para determinar los detalles que nunca se dieron a conocer– cuáles fueron las consecuencias de la independencia de las antiguas colonias españolas. Una larga historia de gobiernos despóticos e irresponsables, ambiciosos que se olvidaron de los apostolados propuestos en su origen, crisis políticas, sociales y económicas permanentes, una ampliación de la pobreza, la pérdida de valores éticos y morales, así como la devaluación de la cultura humana, entre muchos otros elementos que valdría la pena analizar.

Largos periodos de crisis en mayor o menor grado, dejan al descubierto la fragilidad institucional de algunas de las repúblicas hispanoamericanas, las mismas que no han podido encontrar respuestas a los constantes problemas que surgen y que no les ha permitido consolidarse como Estados sólidos y autosuficientes.

Cabe recalcar que, en las últimas décadas, los procesos democráticos se tornan cada vez más complejos y el cercenamiento de las libertades individuales se hace por demás evidente. Así pues, resulta importante volcar la mirada hacia la historia y poner sobre la mesa de debate: “cuáles fueron los resultados que ha dejado la independencia para las antiguas colonias monárquicas de España”.

Por: Carlos Manuel Ledezma Valdez

ESCRITOR, DIVULGADOR HISTÓRICO & DOCENTE UNIVERSITARIO.

DIRECTOR GENERAL DEL PROYECTO VIAJEROS DEL TIEMPO