Kamala Harris y el traje de poder: por qué importa la ropa que viste la posible primera mujer presidenta de EEUU

La candidata demócrata a la Casa Blanca está redefiniendo la imagen de la mujer en el poder.

 

 

El azul marino es uno de los colores recurso de Kamala Harris: aquí, con un “presidenciable” traje de Chloe, en la convención demócrata de Chicago.



Kevin Dietsch/Getty Images

Fuente: revistavanityfair.es

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En el momento en el que Joe Biden anunció su retirada de la campaña electoral para la presidencia estadounidense el pasado 21 de julio, el foco pronto giró sobre la que podría ser la primera mujer en la historia al frente de la Casa Blanca, Kamala Harris. Parafraseando a Michelle Obama en su discurso en la convención demócrata celebrada en Chicago esta semana, “Kamala está más que preparada para este momento”. Y en esa preparación para romper el techo de cristal definitivo (podría ser la primera presidenta mujer, negra y con ascendencia asiática), Harris está redefiniendo la imagen que tenemos de una mujer en el poder y de cómo se representa la autoridad femenina. Como reza el dicho, “vístete para el trabajo que quieres”.

El jueves 22 de agosto la actual vicepresidenta estadounidense se subió al escenario en la Convención Nacional Demócrata vestida con su uniforme habitual: un traje de pantalón y chaqueta en azul marino, lo suficientemente formal y favorecedor como para reforzar una imagen de altura, y lo suficientemente neutral como para no resultar un atuendo a la moda. La marca detrás del “look” era la francesa Chloé, responsable también del traje de color caramelo que Kamala llevó el lunes en la primera noche de la convención (que algunos comentaristas leyeron como un homenaje al alboroto que surgió cuando, en 2014, el entonces presidente Barack Obama vistió un traje color canela durante una conferencia de prensa) y del vestido para la cena de estado de Kenia en mayo celebrada en la Casa Blanca. Desde finales de 2023, la marca está bajo la dirección creativa de Chemena Kamali, una diseñadora de origen alemán que está reviviendo esta temporada la estética bohemia.

Una de las cuestiones que se plantea la crítica jefa de moda de The New York Times Vanessa Friedman es precisamente si Kamala tiene un aspecto presidencial. Al fin y al cabo esta es una elección en la que muchos aspectos están forjando su imagen de autoridad y como líder. En su artículo, una ex asesora de la campaña Biden-Harris apunta algo importante: “La forma en que una mujer se presenta como líder es un tema que toda mujer en un puesto de liderazgo debe considerar”. La forma en que Harris se prepara para un reto semejante, ropa incluida, es importante.

Para su primera aparición en la Convención Nacional Demócrata, Kamala Harris escogió este traje de Chloe en color caramelo.

Chip Somodevilla/Getty Images

Históricamente la imagen y la ropa de las mujeres, especialmente las que llegan a la esfera de poder, ha sido objeto de un escrutinio que no tiene parangón entre sus homólogos masculinos. Mientras ellos cuentan con un uniforme socialmente aceptado (el traje de chaqueta masculino muy raras veces es objeto de debate o atención en Occidente y nadie se plantea dónde ha sido confeccionado o por quién, tampoco si “esconde” algún mensaje), con lo que algunas voces apuntan si Kamala debería haber apostado por una marca de fabricación estadounidense en sus apariciones para reforzar su patriotismo, o si la decisión se ha tomado para apoyar el trabajo de una mujer.

Si bien el traje de chaqueta es su conjunto más habitual (primero como fiscal, después como senadora, siempre le ha servido en su rol profesional), en los últimos tiempos ha reforzado su imagen pasando de lo anodino a lo fotogénico. A sus tonos corporativos de referencia (azul marino y otros considerados neutros) ha añadido colores más intensos y vivos. En esta campaña lleva siempre los zapatos de Manolo Blahnik de 7 centímetros de tacón que lucía en las ocasiones más formales y no se ha deshecho de sus identitarias perlas (símbolo de Alpha Kappa Alpha, la hermandad a la que Harris se unió en la Universidad Howard) pero sí ha añadido la presencia de una firma europea entre sus marcas estadounidenses habituales: Christopher John Rogers, Sergio Hudson, Prabal Gurung, Joseph Altuzarra, Christian Siriano y Tom Ford.

En una entrevista con The Hollywood Reporter, el diseñador angelino Sergio Hudson (que recibió la llamada para empezar a vestir a Harris en agosto de 2020, cuando fue elegida como compañera de fórmula del entonces candidato Joe Biden) cuenta que al trabajar con el equipo de la hoy vicepresidenta siempre ha recibido instrucciones claras. “El énfasis estaba puesto en asegurar que se la tomara en serio como funcionaria electa; nunca quiere que la perciban como un modelo a seguir”, afirma. “Los primeros años, los trajes que hice para ella eran solo negros, solo azul marino, solo grises. Ahora siento que está un poco más cómoda, así que estamos diseñando trajes en colores. Sé que Prabal [Gurung] hizo un traje marrón, mientras que yo hice un traje rosa y, recientemente, uno en un turquesa de un color brillante”. En la misma línea, el diseñador Prabal Gurung, que también ha diseñado varios trajes para Harris, le dice a THR : “El objetivo ahora para todos nosotros es: ¿Tiene un aspecto presidencial? ¿Tiene el aspecto adecuado para este momento?”

La actual vicepresidenta ha añadido un toque de color a su uniforme habitual de traje y chaqueta.

Michael DeMocker/Getty Images

En 2021, WWD informó que Harris estaba trabajando con Karla Welch, una estilista de celebridades conocida por su trabajo con Justin Bieber y una demócrata muy vocal sobre los derechos civiles, la diversidad y los asuntos legales de Donald Trump en sus redes sociales. Al parecer Welch quería narrar la identidad de Harris a través de la ropa y lo cierto es que en aquel momento la imagen de Kamala comenzó a atraer interés gracias a decisiones como, por ejemplo, la elección de tres diseñadores negros (Sergio Hudson, Christopher John Rogers y Kerby Jean-Raymond de Pyer Moss) en la inauguración de la presidencia de Joe Biden. También llevó un traje blanco de Carolina Herrera en honor a las mujeres que la precedieron la noche en que Biden declaró su victoria en las elecciones de 2020. Su imagen era impecable, pero no frívola: apuntalaba su personalidad como figura política, no como celebridad. Según publica The Washington Post, ahora estaría trabajando con otra estilista predilecta de Hollywood, Leslie Fremar, que no ha hecho declaraciones al respecto. “La candidatura de Harris es una oportunidad para que veamos lo que lleva puesto, no como una forma de diseccionarla, sino como una manifestación de la cualidad que los demócratas han pasado las últimas cuatro noches ensalzando: la alegría. A Harris le gusta la comida, reír, la familia, sus amigos. Ha traído alegría a esta elección y quiere traerla al país, han dicho una y otra vez sus compañeros políticos y otros oradores. Y también puede haber alegría en llevar lo que te gusta. Si ella es alguien que experimenta la alegría con tanta facilidad, su ropa debe reflejar eso”, publica en una columna la escritora especializada en moda Rachel Tashjian.

Kamala Harris, con su traje blanco de Carolina Herrera en homenaje a las mujeres sufragistas estadounidenses de comienzos del siglo XX.

Bloomberg/Getty Images

Efectivamente Kamala Harris no renuncia a determinados detalles de estilo, y luce con asiduidad un collar de doble vuelta diseñado por Irene Neuwirth, de Los Ángeles, así como un collar de perlas negras de Tahití, y no tiene reparos en reutilizar los trajes: su decisión de ceñirse a sus dos piezas es del todo táctica. Como reflexiona Vanessa Friedman, a lo largo de la historia la ropa ha sido territorio de la primera dama, a quien se ha entregado el papel de utilizar su imagen como herramienta de diplomacia blanda ya fuera para conectar con otras culturas, representar la industria local o reforzar la imagen de los presidentes. Buenos ejemplos fueron Pat Nixon con su abrigo “rojo China” en su viaje oficial al país asiático en 1972 o Nancy Reagan, que glamourizó la Casa Blanca en los años 80. El peor posiblemente fue el de Melania Trump con su sombrero salacot, símbolo del colonialismo, visitando África en 2018, o los tacones de 14 centímetros que llevó para viajar a una zona devastada por el huracán Harvey (a su llegada, los cambió por zapatillas blancas).

No todo es seriedad: Kamala Harris en un acto en apoyo al Orgullo Gay en 2020 en San Francisco, con una chaqueta con los colores de la bandera.

San Francisco Chronicle/Hearst Newspapers via Getty Images

Por su parte, Harris tiene un enfoque diferente al de las primeras damas: quiere causar impacto, pero no demasiado. Como reconoció el propio Barack Obama en 2016 sobre su ventaja sobre Hillary Clinton, existe un doble rasero en el análisis de las mujeres en el poder: “Ella tenía que hacer todo lo que yo tenía que hacer, excepto, como Ginger Rogers, caminar hacia atrás con tacones. Tenía que levantarse antes que yo porque tenía que ir a peinarse. Tenía que, ya saben, hacer frente a todas las expectativas que se depositaban sobre ella”.

Consciente del examen de imagen que supondría su postulación a la Casa Blanca, Harris ha optado por resultar coherente con su estilo anterior y eliminar la moda del tema de conversación para centrar la conversación en los mensajes que le interesan.