Una mirada reflexiva a la historia de estos 200 años

En los casi 200 años desde la creación de la República, este maravilloso país ha sido saqueado sin misericordia por la administración de gobiernos antipatriotas de derecha y de izquierda, constitucionales y de facto, civiles y militares, ante la mirada pasiva e indiferente de los propios bolivianos y en algunos casos la complicidad interesada de malos ciudadanos a cargo del poder. En los primeros años, fue la plata, luego la goma, el estaño, el gas y el oro, inmensas riquezas que han dejado muy poco en favor del desarrollo integral de este nuestro país, han enriquecido a la casta dominante nacional y en varios casos a poderes transnacionales.

Bolivia, un país privilegiado, con extraordinarias riquezas naturales, que, a consecuencia de la gestión de malos gobernantes y la pasividad de sus ciudadanos, no ha salido del subdesarrollo estructural en la proximidad de celebrar su bicentenario. Sin embargo, pesar de todo lo sucedido hasta hoy, estamos a tiempo, aún tenemos un potencial enorme y naturalmente auguramos mejores días con el concurso y la voluntad de todos quienes vivimos y trabajamos en este singular país.



Con mala memoria se habla de solo de estos 18 últimos años. Por supuesto no se trata de liberar de responsabilidad a este largo gobierno del MAS, que definitivamente, si la tiene, nadie puede ignorar que ha desaprovechado un período de bonanza económica y que tuvo la gran oportunidad de establecer bases más sólidas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y que, luego de un inicio auspicioso, continuo con la mala práctica de los gobiernos anteriores, incrementando la corrupción, la impunidad en la administración pública y otras prácticas históricas antipatrióticas en nuestro país. Se trata de mirar con objetividad e imparcialidad la historia de nuestro querido país.

200 años, un tiempo suficiente para reconocer los errores del pasado, evitar de repetirlos y en un esfuerzo colectivo salir de este círculo vicioso y de manera planificada ingresar al ansiado círculo virtuoso. En nuestro criterio debemos negar de forma absoluta este concepto generalizado de que «somos así nomás los bolivianos». No somos así los bolivianos, es parte del proceso de aculturación que hemos sido sometidos en esta nuestra vida de país independiente y por supuesto que debemos rechazar de manera contundente.

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Lo fundamental la educación. No tenemos duda que es un proceso de formación integral que puede durar unos años y quizás décadas, pero con toda seguridad que es el camino del verdadero cambio. Este plan de la transformación del hombre boliviano debe empezar en el seno del hogar, en las escuelas y universidades.

Unidos en la diversidad, para quienes tienen en mente la trasnochada idea de fragmentarnos, todo lo contrario, debemos fortalecer la unidad de esta Bolivia diversa, multicultural y naturalmente potenciarla. Debemos dejar de lado definitivamente esa queja estéril e inútil, de compadecernos y menospreciarnos como si fuéramos unos absolutos incapaces.

Es posible un cambio con la participación, compromiso y voluntad de todos. ¡Atrevámonos a empezar ahora mismo!

Fernando Crespo Lijeron