La vicepresidenta pasa al ataque en su debate en ABC News, con reproches al magnate por su papel en el derecho al aborto, el asalto al Capitolio y sus recortes de impuestos a los millonarios
Taylor Swift anuncia a través de las redes sociales que respalda la candidatura de Harris después de ver el cara a cara.
Donald Trump se ha encontrado esta noche, en un tenso debate retransmitido por ABC News, a una adversaria más digna que el que se encontró el pasado 27 de junio en el cara a cara con Joe Biden en la CNN. La vicepresidenta Kamala Harris se ha mostrado agresiva, directa y capaz de destacar sus contrastes con el magnate, al que ha logrado poner a la defensiva y le ha hecho sacar un rostro y un tono más enfadados, lejos de la moderación que mostró entonces. El intercambio de golpes ha estado plagado de ataques personales y reproches y, como es costumbre, carente de propuestas políticas específicas.
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A diferencia del anterior debate, en su entrada al plató en el Centro Nacional de la Constitución en Filadelfia (Pensilvania), Harris ha tomado la iniciativa y se ha acercado a darle la mano a Trump, con quien ha hablado en persona por primera vez en su vida. “Kamala Harris”, se ha presentado, “tengamos un buen debate”, y ha dado inicio a un cara a cara en el que tenía el objetivo de darse a conocer ante unos votantes que todavía la consideran una incógnita.
La vicepresidenta lidera una campaña exprés desde la renuncia del presidente Biden a su reelección en julio y ha llegado al decisivo momento con un empate técnico en las encuestas. Después de su actuación esta noche, puede que haya transmitido a los indecisos, un 8% de la población, la imagen de una candidata capaz de liderar la primera potencia mundial. Quizás también influya el respaldo que se ha ganado inmediatamente después: la superestrella Taylor Swift ha anunciado en una publicación de Instagram que apoya su candidatura “porque lucha por los derechos y las causas que creo que necesita” el país.
Harris insiste en contrastar su origen de clase media con el privilegiado de Trump
Durante todo el debate, Harris ha apelado a su origen, como hija de inmigrantes indios, para venderse como la candidata de la clase media frente a un magnate “cuyo plan es hacer lo que ha hecho antes: recortar impuestos a los multimillonarios y las grandes corporaciones, lo que se traducirá en 5 billones de dólares al déficit de EE.UU.”. En contraste, la vicepresidenta ha defendido lo que define como una “economía de oportunidades” y ha recordado sus promesas económicas, como la eliminación de la deuda sanitaria a millones de estadounidenses, la limitación de los “precios abusivos” de los alimentos, una subvención de 25.000 dólares para los compradores de su primera vivienda o una desgravación fiscal a las familias que tengan hijos de 6.000 para el primer año de vida del bebé.
El republicano ha dicho que bajo su mandato la economía era la “mejor de la historia” y retratado su estado actual como un “desastre” debido a la elevada inflación –que llegó al pico del 9,1% en junio del 2022 y ahora se encuentra en el 2,9%– asegurando que la Administración Biden ha convertido al país en “una nación en declive” por culpa, en parte, de los inmigrantes, que “llegan y ocupan puestos de trabajo que ahora están ocupados por afroamericanos”. Durante la hora y media de tenso intercambio, la inmigración ha sido el recurso de Trump como refugio ante los constantes embistes de la demócrata. En una ocasión, impotente, ha llegado a dar por bueno el rumor de que los inmigrantes “se están comiendo” a los perros y los gatos en Ohio.
El expresidente ha tratado de definir a Harris como una “lunática marxista radical” encubierta, que “no tiene política: todo en lo que creía hace cuatro años se ha esfumado y ahora abraza mi filosofía. De hecho, voy a tener que enviarle una gorra MAGA (de su lema Make America Great Again)”, ha dicho, afirmando ahora defiende sus propuestas y remarcando su giro al centro –por ejemplo, en su defensa del fracking o el discurso endurecido con la inmigración– desde que es candidata, pero “si alguna vez llega a ser elegida, va a abandonarlas y será el fin de nuestro país”.
Los moderadores de ABC News han corregido las falsedades de Trump a lo largo del debate, algo que no ocurrió en la CNN
Si en algo no ha cambiado Harris su postura es acerca del derecho al aborto, un asunto que pasó factura a los republicanos en las legislativas del 2022, y que ha centrado los primeros minutos del debate. La vicepresidenta, portavoz de la Administración en este asunto, ha recordado el papel de Trump en la controvertida sentencia del Tribunal Supremo en junio del 2022, con la que anuló las protecciones federales que habían estado en pie durante medio siglo y dejó el derecho en manos de los estados.
“Trump seleccionó a dedo a tres miembros del Supremo con la intención de que deshicieran las protecciones de Roe v Wade, e hicieron exactamente lo que él pretendía. Ahora, en más de 20 estados hay prohibiciones al aborto, que criminalizan a los médicos o enfermeras que presten asistencia sanitaria. Las prohibiciones de Trump no hacen ninguna excepción, ni siquiera en caso de violación e incesto”, ha recordado Harris, y ha reiterado su propuesta de proteger los derechos reproductivos a nivel federal mediante una ley en el Congreso. Para ello, en noviembre los demócratas deberían recuperar la mayoría en la Cámara de Representantes y mantenerla en el Senado, un resultado al que las encuestas le dan pocas opciones.
El republicano ha tratado de mantener su ambigüedad en este delicado asunto, limitándose a decir que debe ser decisión de los estados y alertando de que los demócratas quieren “matar a bebés después del nacimiento”, lo que carece de evidencia, como se han encargado de remarcar los moderadores, que han tenido un papel más activo que en el anterior debate. Trump sí se ha pronunciado cuando le han preguntado directamente si firmaría una prohibición federal del aborto: “No voy a firmarla, y no hay razón para hacerlo, porque hemos conseguido lo que todo el mundo quería. Demócratas, republicanos y todos los juristas querían que se devolviera la competencia a los estados, y los estados están votando”.
Los moderadores, David Muir y Lindey Davis, presentadores estrella de la cadena, han llevado entonces el debate al asunto de la inmigración, la primera prioridad de los estadounidenses, que ha alcanzado cifras récord durante cada uno de últimos tres años. Trump, que lleva como principal propuesta en su campaña la “mayor operación de deportación de la historia” del país –un plan que contempla el despliegue de la Guardia Nacional– ha caracterizado a Harris como la “zarina de la frontera” del actual gobierno y ha retratado EE.UU. como un país tomado por el “crimen migrante”.
“La delincuencia está bajando en todo el mundo, excepto aquí”, ha asegurado: “han permitido la entrada de muchos, muchos millones de criminales, de terroristas, de traficantes de drogas”. El republicano ha sugerido que “probablemente lo hicieron porque piensan que van a conseguir sus votos, pero no vale la pena, porque están destruyendo el tejido de nuestro país. Nunca se había hecho nada igual”.
La vicepresidenta estuvo en un inicio encargada como portavoz del asunto migratorio, pero progresivamente fue tomando las riendas Biden, que promocionó en el Senado un acuerdo con los republicanos para aprobar una de las leyes fronterizas más restrictivas de la historia. Harris, que apoyó ese plan, le ha recordado a Trump su papel de presión a los legisladores republicanos para que bloquearan su aprobación, buscando seguir sacando rédito político y seguir caricaturizando las políticas de Biden como de “fronteras abiertas”.
Ese proyecto de ley, que habría restringido el asilo y dado al presidente potestad de cerrar la frontera en caso de sobrecarga, “habría puesto a 1.500 agentes fronterizos más en la frontera para ayudar a los que están trabajando allí ahora mismo. Nos habría permitido detener el flujo de fentanilo hacia EE.UU.”, ha dicho Harris, “pero Trump cogió el teléfono, llamó a algunos congresistas y les dijo que acabaran con el proyecto de ley, precisamente porque habría arreglado el problema”.
La candidata demócrata ha recordado su experiencia como fiscal general de California, asegurando que es “la única persona en este escenario que ha procesado a organizaciones criminales transnacionales por tráfico de armas, drogas y seres humanos”, y ha remarcado lo paradójico del hecho que Trump, un criminal convicto, se refiera a los delitos cometidos por inmigrantes.
“Es muy enriquecedor, viniendo de alguien que ha sido procesado por delitos contra la seguridad nacional, delitos económicos, interferencia electoral, ha sido declarado responsable de agresión sexual, y su próxima gran comparecencia ante el tribunal es en noviembre en su propia sentencia penal”, ha recordado, enumerando sus causas pendientes con la justicia. Y ha sentenciado: “Es importante que avancemos, que pasemos página de su vieja y manida retórica y abordemos las necesidades del pueblo estadounidense”.
Como advirtió Biden durante toda su campaña, la candidata ha insistido en que Trump es un peligro para la democracia, a la luz de su participación en el asalto al Capitolio, cuando alentó a sus seguidores para que atacaran la sede legislativa y evitaran la certificación de la victoria del demócrata en las elecciones. Preguntado por aquellos hechos, Trump los ha definido como una “manifestación pacífica y patriótica” y a sus asistentes como “un grupo de personas que ha sido tratado muy mal”.
El republicano, que sigue sin reconocer los resultados de los comicios y promete indultar a los encarcelados por el ataque, ha sembrado dudas durante toda la campaña sobre la posibilidad de que se repita un fraude electoral y las ha repetido durante el debate. Harris ha estado certera al subrayar el peligro de esta retórica: “Para todos los que nos están viendo, que recuerdan lo que ocurrió el 6 de enero, les digo: ‘No vamos a volver atrás’”, el eslogan oficial de su campaña, que ha mencionado repetidamente a lo largo del debate.
En su minuto de oro, la candidata demócrata ha insistido en esa idea: “Tenemos visiones distintas del país. Uno se centra en el futuro y la otra en el pasado”. Y ha llamado al consenso, interpelando a los republicanos moderados y los independientes, que podrían decantar el resultado de las elecciones en los siete estados decisivos, incluido Pensilvania, donde se ha celebrado el debate. “El pueblo estadounidense sabe que tenemos mucho más en común de lo que nos separa y podemos trazar un nuevo camino hacia delante”, ha dicho, “es por ello que pretendo crear una economía de oportunidades, invirtiendo en pequeñas empresas, en las familias, en la protección de los mayores”.
El republicano, que ha cerrado el cara a cara por sorteo, le ha replicado: “¿Por qué no ha hecho antes todo lo que plantea? Lleva ahí tres años y medio. Han tenido tres años y medio para arreglar la frontera”. Y ha insistido su retrato hiperbólico y catastrofista, alegando que “somos una nación en serio declive. Se ríen de nosotros en todo el mundo. Conozco muy bien a los líderes mundiales: vienen a verme, me llaman y me dicen que se ríen de nosotros en todo el mundo”, ha asegurado, definiendo a Harris como “la peor vicepresidenta de la historia”. Minutos antes, ella le había dicho que, al hablar con líderes de países aliados, “dicen que eres una vergüenza”, a lo que el había respondido con torpeza, vanagloriándose de los halagos del ultraconservador presidente de Hungría, Viktor Orbán.
Después del debate, a ocho semanas para las elecciones presidenciales, el equipo de campaña de Harris se ha mostrado satisfecho y ha dicho que quiere un segundo debate con Trump. El expresidente ha aparecido por sorpresa en la sala de prensa y ha asegurado que “ha sido el mejor debate de mi vida”, afirmando que, si Harris quiere debatir de nuevo, es porque “ha perdido de muy mala manera». Es la respuesta de un duelista herido, impotente, al que en esta ocasión no le han servido los trucos de siempre.