La única salida para Bolivia: Defensa de la democracia a través del control electoral ciudadano

La historia reciente de Bolivia nos ha mostrado lo frágil que puede ser la democracia cuando no existen mecanismos efectivos para proteger la voluntad popular. En las elecciones generales de 2019, el país fue testigo de uno de los eventos más cuestionados en su historia electoral. Tras la controversial elección que buscaba otorgar un cuarto mandato consecutivo a Evo Morales, una auditoría realizada por la Organización de los Estados Americanos (OEA) reveló un patrón sistemático de irregularidades y manipulación del sistema electoral. La falta de transparencia en el conteo de votos, el uso fraudulento de recursos del Estado y la manipulación de datos reflejaron un claro intento de perpetuarse en el poder. Este evento desató una ola de indignación que culminó en una crisis política, y marcó un punto de quiebre en la conciencia ciudadana sobre la importancia de defender el voto.

Bolivia actualmente enfrenta una crisis sistémica que atraviesa los ámbitos económico, político y social. La permanencia del régimen autoritario (MAS: EVO/ARCE) que busca perpetuarse en el poder ha debilitado la institucionalidad y erosionado la confianza pública. Ante este escenario, la única solución viable para restaurar la gobernabilidad, reactivar la economía y lograr la cohesión social es mediante elecciones nacionales transparentes y legítimas, donde el ciudadano asuma un rol activo como defensor de la democracia, asegurando que el voto sea respetado e inviolable.



En muchos países de América Latina el autoritarismo se disfraza de democracia, incluida Bolivia, los regímenes autoritarios han adoptado un modelo de democracia híbrida. Estos gobiernos, mientras celebran elecciones periódicas, utilizan mecanismos de control institucional para desnaturalizar el proceso democrático. Las tácticas empleadas van desde la manipulación de los sistemas electorales hasta la instrumentalización del aparato judicial y la cooptación de los medios de comunicación. Estas acciones erosionan la verdadera soberanía del pueblo, convirtiendo las elecciones en simples formalidades sin garantía de transparencia.

En este contexto, el control social electoral se erige como un elemento indispensable para la reconstrucción de la democracia boliviana. Este concepto, en su forma más técnica, se refiere a la participación activa de los ciudadanos en la supervisión y fiscalización de cada fase del proceso electoral. La sociedad civil debe desempeñar un papel protagónico en la vigilancia del cumplimiento de las normativas, asegurando que las instituciones electorales funcionen con transparencia y eficiencia. Uno de los primeros pasos para fortalecer este control ciudadano es exigir la limpieza del padrón electoral. El padrón ha sido históricamente cuestionado por la inclusión de votantes fallecidos o registros duplicados, lo cual introduce una significativa vulnerabilidad en el sistema electoral. Otro elemento crítico es el funcionamiento adecuado del TREP. Este sistema de conteo rápido permite la transmisión en tiempo real de los resultados preliminares desde las mesas de votación, facilitando la transparencia del proceso. La interrupción o manipulación del TREP, como sucedió en 2019, no solo desvirtúa los resultados, sino que además socava la confianza pública en el proceso electoral. Por lo tanto, la sociedad civil debe demandar que el TREP funcione de manera ininterrumpida y bajo supervisión independiente.

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Bolivia se encuentra en un momento crítico de su historia. La posibilidad de que se repitan los errores del pasado está presente, pero también lo está la oportunidad de corregir el rumbo. Hoy más que nunca, necesitamos una unidad patriótica de la sociedad civil. Es el momento de dejar de lado las divisiones políticas, regionales y sectoriales, y enfocarnos en un objetivo común: proteger el voto y asegurar la transparencia electoral. Esta es una invitación a que los bolivianos nos levantemos con valor y determinación. Es hora de que demostremos al mundo que Bolivia es un país que defiende su democracia con firmeza y que el voto de cada ciudadano cuenta. No permitamos que nuestro futuro sea secuestrado por intereses que buscan perpetuarse en el poder a costa de la libertad. La historia nos ha puesto nuevamente en un cruce de caminos. De nosotros depende si permitimos que se repita el pasado o si, por el contrario, tomamos las riendas de nuestro destino. Convierte tu indignación en acción, tu amor por Bolivia en compromiso. Porque Bolivia necesita de cada uno de nosotros para salvar su democracia.