Mi Santa Cruz de la Sierra

Santa Cruz de la Sierra, así escrita con todas sus letras. Estamos plenamente de acuerdo con los conceptos muy bien descritos por Don Agustín Saavedra Weise (+), ilustre cruceño, conocido diplomático, economista y politólogo, en su nota publicada por El Deber hace unos años, en la que hace referencia al uso correcto del nombre de la ciudad y a la identidad del hombre nacido y residente en esta tierra. Con todo respeto, solo me permito hacer una precisión, en esa proyección de la gran urbe del siglo 21, esta tierra de oportunidades, motor de la economía del país, crisol de la bolivianidad; de forma natural tiene un espacio territorial aún mayor, debido a la incorporación de los municipios vecinos que conforman el área metropolitana, tal como sucede con muchas otras importantes capitales del mundo.

Es precisamente ese escenario mayor, que obedece a una realidad incuestionable, donde vive más del 70% de la población del departamento, el que debería ser muy bien entendido, interpretado, y, por tanto, asumido responsablemente por las autoridades regionales de turno.



Naturalmente, todos esperamos que los actuales encargados de la Planificación Urbana de la gran Metrópoli tengan la suficiente capacidad, sentido de urgencia y estén a la altura de este importante desafío, que, sin duda, demanda la mancomunidad de municipios de la urbe cruceña. En mi modesta opinión, solo a través de una planificación eficientemente coordinada, se podrá alcanzar el crecimiento y desarrollo humano integral, ordenado y sostenible que beneficie a toda esta comunidad sin ninguna excepción, y haga de esta hermosa ciudad, la gran capital sudamericana, moderna y soñada por todos.

Obviamente que, esta ansiada planificación deberá dar paso a un proceso de ejecución inmediata, de lo contrario solo servirá para llenar anaqueles de buenas intenciones inútiles, oportunidades perdidas, legítimas aspiraciones postergadas y grandes promesas incumplidas.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Indudablemente, el crecimiento vertiginoso de la gran ciudad está superando peligrosamente la capacidad de gestión de sus autoridades. Ya no hay más tiempo ni espacio para permitir improvisaciones, corruptos negociados, visiones miopes e intereses mezquinos; esta tierra prodigiosa y todos sus habitantes merecen, con pleno derecho, un presente y futuro mucho más prometedor.

En estas fiestas septembrinas y en homenaje a los que lucharon por esta tierra, es una muy buena oportunidad para reivindicarse y demostrar el verdadero compromiso de todos con la «Gran Santa Cruz».

Fernando Crespo Lijeron