El acuerdo de Chonchocoro

Doria Medina, Tuto, Mesa y Camacho tienen suficientes intereses apremiantes como para pactar una candidatura sin rencores

El acuerdo de Chonchocoro
Los posibles aliados

 

Fuente: El País.bo



El día que Luis Fernando Camacho decidió dejar el perfil cívico y saltar a la política activa le llovieron críticas. El bloque opositor ya estaba superpoblado de nombres y estrellas, algunas de ellas muy crecidas, y no parecía haber sitio para ninguno más, ni siquiera para el hombre que había sido el “héroe” en 2019 sosteniendo la movilización hasta entregar su carta en plaza Murillo con Evo Morales ya rumbo a México.

Ni bien quedaron claras sus intenciones de saltar, los acólitos de Jeanine Áñez despacharon a sus fichas del Gobierno – Roxana Lizárraga, Jerjes Justiniano, etc., – y lo afuerearon del mapa señalándole las mismas faltas que le solían endilgar a Evo Morales – zoto, crecido, dictadorzuelo… -. Después quedó en evidencia que su plan pasaba por Santa Cruz y que necesitaba una bancada fuerte para abrir una vía secesionista que fue enterrada bajo los restos del Fassil, allanando el camino para las marcas blancas del masismo periférico. Alguien creyó que se pudriría solo en Chonchocoro, donde de hecho ha ido cayendo al olvido, pero en las últimas semanas ha pasado a ser un nuevo jugador revitalizado. Hace bien la oposición en no ningunearlo.

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El 1

El primero en llegar a Chonchocoro fue Samuel Doria Medina, todo bien documentado en sus redes sociales. El empresario es quién más tiempo lleva trabajando en su candidatura por diferentes motivos y una sola motivación: él se ha propuesto ser presidente y ya es una obsesión.

Doria Medina se quedó fuera en 2019 y también en 2020, y su participación en el gobierno de Áñez, siempre bajo secreto sumarial, aunque con piezas muy funcionales, acabó conduciendo la estrategia al desastre, sin embargo, en su afán de superación, su empeño es en mejorarse.

En 2019 se quedó fuera de una alianza que se llamaba Bolivia Dijo No y donde Rubén Costas – hoy fuera de la conversación – lo vetó como parte del binomio, pero no pudo romper la alianza. En 2020 se unió con Áñez en un proyecto que llamó Juntos y donde se presentó como el todopoderoso vicepresidente que ayudaría a la maternal Jeanine, pero aquello naufragó en cuatro meses. Esta vez Doria Medina, que lleva años haciendo el juego en las redes para mantenerse vigente, se ha lanzado con una propuesta en negativo: ¡Basta!, que presenta un programa electoral consistente en acudir al FMI a por dólares en 100 días para que este exija las pocas reformas que quedan en el mercado libre: eliminar la subvención y poco más.

Doria Medina quiere, con seguridad, el número 1.

El canciller

Después llegó Tuto Quiroga, opinador omnipresente con un altavoz potente como son los medios de Prisa y sus buenas redes tejidas alrededor del ecosistema Atlas Network. Quiroga nunca tuvo demasiado equipo en Bolivia pero su consistencia le ha permitido chances y ahora que el liberalismo económico vuelve a estar de moda no está dispuesto a renunciar a la oportunidad.

Alguna vez Tuto le dio buenos consejos a Camacho y ambos se tienen cierta admiración, quien sabe si por sus gustos estéticos y discursivos con el antiguo general Banzer. Quiroga no tiene bancada pero sí predicamento, y si apuesta por la unidad, a Camacho le va bien.

Con seguridad Tuto Quiroga quiere la Cancillería.

La vice

El siguiente en pasar por el penal de máxima seguridad, de visita, fue Carlos Mesa, justo la tercera pata del banco “golpista”, según el MAS, junto a Áñez y Camacho, pero que sin embargo no ha dado con sus huesos en la cárcel porque el Fiscal no ha considerado avanzar mucho más en su causa, aunque sí en las otras.

Dicho esto, obviamente que el encuentro entre Mesa y Camacho tuvo en el menú las opciones de coordinación sobre el nombre del futuro fiscal General, del que Mesa sobre todo quiere que no le cambie el paso a Lanchipa y Camacho, seguro, le saque de prisión al menos un poco hacia sus tierras.

Mesa está cansado y gravita poco. Hasta Garafulic ha abandonado el país. Su vigencia se debe a sus temores fiscales, pero una Vicepresidencia con un nombre de confianza, como Cecilia Requena, le podría dar la paz suficiente como para abordar el retiro tranquilo que en 2017 juraba que buscaba. Dentro del entramado, además, luego de las cosas que sucedieron con Áñez y que siguen sucediendo, conviene otra ficha.

Mesa, con seguridad, quiere una amiga en la Vicepresidencia

¿Y Camacho?

Camacho quiere salir de la cárcel, pero además, quiere retomar el proyecto “federal” secesionista que dejó parqueado luego de que sus empresarios hicieran cuentas. Le basta con una bancada poderosa en La Paz, 100% bajo su control, y volver a la Gobernación sin problemas, y seguramente Mesa, Tuto y Doria Medina, sobre todo Doria Medina, saben cómo pararle los pies a un Rubén Costas que no podrá armar alternativa (o tal vez sí).

Camacho, con seguridad, quiere ser libre.

Quedan máximo 12 meses hasta las elecciones de 2025 y la nueva coalición está en marcha. Veremos cuanto tarda en darse a conocer, y si con eso, Basta.

Fuente: El País.bo