El expresidente español confirmó que no ha sido invitado al próximo Congreso Federal del PSOE.
Fuente: https://actualidad.rt.com
El socialista Felipe González, muy crítico en los últimos años con su partido, afirmó este jueves que el actual presidente de España, Pedro Sánchez, no tiene por qué ser reelegido como secretario general de la formación en el próximo Congreso Federal que se celebrará en noviembre, en la ciudad de Sevilla.
A pesar de que Sánchez es el único que ha presentado su candidatura, González abrió la posibilidad de otras postulaciones: «Le aseguro que en el partido hay gente muy valiosa. Yo tengo en la cabeza a varios», dijo durante su intervención en el programa televisivo Espejo Público, en el que estuvo acompañado por quien fuera su vicepresidente, Alfonso Guerra.
González, que confirmó que por el momento no ha sido invitado a ese Congreso Federal, no se animó a dar ningún nombre como posible reemplazo de Sánchez. «Si se conoce lo que sale de mi cabeza, está muerto«, aseguró.
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Felipe González ve alternativa a Sánchez para liderar el PSOE: » hay gente muy válida» pero «si sale de mi cabeza, está muerto» pic.twitter.com/p83Fl7qDco
— Noticias Mediodía (@MediodiaOC) October 10, 2024
Las críticas del exmandatario al Partido Socialista (PSOE) en los últimos tiempos son una constante, motivo por el que se encuentra alejado de la actual dirección. Por ello, González se ha quejado de que la formación no tolera las críticas.
«En este partido la tragedia es que la discrepancia es estar de acuerdo con lo que decía el partido en su programa electoral», un dardo dirigido a Sánchez, a quien acusa de no cumplir con sus compromisos electorales.
De una forma similar se expresó Guerra. «Yo defiendo exactamente lo que defendía antes de las elecciones, es el partido el que cambia de opinión a partir del 23 de julio [fecha de los últimos comicios generales] por la necesidad de unos votos», afirmó.
En esa línea expresidente y exvicepresidente reprocharon la eliminación del delito de secesión, la aprobación de la ley de amnistía —que Guerra tachó de «no constitucional»— y la negociación de un nuevo concierto económico con Cataluña, en aras a normalizar la relación del Estado con esa región.