La mala propuesta de Samuel


 

Samuel Doria Medina ha presentado una propuesta para el país la semana pasada. Fue un lindo evento y se notaron las ganas de hacer una presentación muy profesional. Se valora y agradece además la valentía de proponer soluciones y ponerlas en la mesa de discusión invitando al debate nacional. Le tomo la palabra.



La propuesta tiene cinco puntos. A continuación, describiré cada uno de ellos, explicaré por qué creo que son malas soluciones y plantearé lo que yo considero debería ser el curso correcto de acción. El resumen ejecutivo es el siguiente: la propuesta es mala porque es estatista; la verdadera solución, la sostenible en el tiempo, deber ser liberal.

  1. Samuel propone devolverle al país los dólares en 100 días y propone hacerlo recurriendo a financiamiento externo. Así, con préstamos, Samuel lograría resolver la brecha entre el tipo de cambio oficial y el del mercado paralelo en cuestión de semanas.

Quizá esta sea la peor propuesta de las cinco. Prestarse plata no soluciona nada, solo patea el problema hacia adelante y lo puede incluso hacer peor. Samuel y los demás políticos tienen que entender que nuestro mayor problema económico es fiscal. No tenemos dólares porque nos comimos las reservas internacionales, y nos comimos las reservas internacionales porque llevamos 11 años consecutivos de déficits fiscales que se cubrieron con emisión del Banco Central a contraparte de las RIN, y, claro, llevamos 11 años consecutivos de déficits fiscales porque el gobierno gasta demasiado. Esa es la madre del cordero: el gasto fiscal. Y eso no se resuelve con préstamos. Eso se resuelve ajustando.

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El ajuste implica medidas drásticas y dolorosas. Se debe eliminar el subsidio a los hidrocarburos, se deben eliminar las empresas públicas (todas, a menos que podamos privatizar alguna de ellas, pero serán las menos), se debe reducir significativamente el tamaño del estado (yo he propuesto hacerlo al 50% y eso implica echar a la calle a unos 200 mil empleados públicos, sino más), se deben cerrar la mitad de los ministerios, etc. Esas son las medidas serias y necesarias para evitar seguir comiéndonos los dólares. Y toman mucho más de 100 días. Samuel las ignora y solo propone prestarse plata.

En el corto plazo, y para reducir la presión sobre el precio del dólar que genera el mercado paralelo, se debe reducir la oferta de bolivianos aumentando la tasa de interés. Esto es recesivo, sí, pero implica vivir nuestra realidad. La subida de los precios y la subida del tipo de cambio en el mercado paralelo son la consecuencia del mismo fenómeno: tenemos muchos bolivianos con relación al stock de dólares. La solución es reducir la oferta monetaria. En entrevistas posteriores, Samuel aboga, por lo contrario, y dice que el tipo de cambio oficial debería flotar y converger hacia el paralelo. No, señor, es al revés, hay que detener al paralelo y hacerlo converger hacia el oficial con una política monetaria contractiva.

  1. Samuel propone renovar el proyecto del litio y reencauzar el del gas, pero dándole más poder y participación a las regiones. ¿Se fijan? Esto no soluciona nada y no tiene ningún sentido. Esto implica que la explotación de estos recursos seguirá en manos del Estado en alguno de sus niveles. Y ya sabemos lo que pasa cuando el Estado se pone a explotar o producir cosas. ¡Hasta nos quedamos sin gas! No pues Samuel, la verdadera solución acá es cambiar la Constitución para permitir que esta actividad económica no sea de exclusiva potestad del Estado y pase a manos privadas. ¿Cuesta tanto decir que YPFB and YLB deben privatizarse?

En general, un verdadero gobierno no debe definir cuáles serán las gallinas de los huevos de oro y menos administrarlas. Lo único que debe hacer es proveer seguridad jurídica y reducir las trabas para la creación de empresas. Si a alguna empresa le interesa explotar litio o gas bienvenida y que invierta teniendo la seguridad de que no será nacionalizada y no le cambiarán las reglas de juego. La verdadera reforma es alejar al Estado de la economía y del proceso productivo. Eso también implica dejar la importación de combustible en manos privadas, pero Samuel no dice nada sobre eso. ¿Se entiende por qué digo que esta es una propuesta estatista?

  1. Samuel propone cuidar el dinero de los bolivianos con una nueva regla fiscal “solo se gasta lo que se tiene.” Ok, esto va en el buen camino de evitar déficits, pero guarda un as peligroso bajo la manga. Bajo esta regla, el gobierno no necesita bajar su gasto, solo necesita incrementar su ingreso recolectando más impuestos para poder seguir gastando lo que se tiene. El déficit fiscal es un problema, sí, pero el problema mayor es el gasto. Aun con déficit cero, un alto gasto fiscal es un problema porque incrementa la burocracia, desplaza la inversión privada, genera ineficiencia y corrupción y distorsiona la economía al incrementar la influencia del gobierno en ella. La regla tendría que ser “se reducirá el gasto público de tal forma que el Presupuesto General del Estado nunca represente más del 30% del PIB (actualmente representa el 80% del PIB).”

En este punto Samuel lanza otra frase que pretende acuñar: “lo que hoy nos falta es lo que alguien se robó.” Por favor… Un modelo estatista gobernado por ángeles incorruptibles nos hubiera dejado en la misma miseria. El problema de la corrupción es marginal en comparación a la ineficiencia del modelo económico. Aquí el problema es el estatismo, la idea de que el Estado debe ser un actor fundamental del desarrollo. La propuesta de Samuel no ataca ese problema fundamental.

  1. Samuel propone que Bolivia debe abrirse al mundo liberando las exportaciones. Genial, perfecto. Pero, ¿qué pasa con las importaciones? ¿Por qué no liberarlas también? ¿Por qué no dinamitar la aduana y legalizar el contrabando? ¿Es que Samuel todavía cree en el desatinado concepto keynesiano de que las exportaciones son buenas y las importaciones son malas? Aquí lo que se tendría que decir es que las familias bolivianas podrán comprar lo que quieran, de donde quieran y sin pagar un peso de aranceles. Pero esto implica, por supuesto, una serie de reformas profundas para hacer que las empresas locales puedan ser competitivas. Estas reformas implican la provisión de seguridad jurídica, la aprobación de la biotecnología, la reducción significativa de impuestos, trámites y regulaciones en el mercado laboral, la libre importación de combustibles, etc. Cuando esto se garantice, las empresas locales podrán competir con el producto extranjero. Y si no lo pueden hacer, pues no pasa nada, se compra el producto de afuera y nos dedicamos a algo en lo que sí tengamos ventaja comparativa.
  1. Samuel propone que el mérito vuelva a ser el indicador principal para contratar personal en el sector público en lugar del parentesco, la filiación partidaria, etc. Otra frase más para sentirnos bien. Claro que tiene más sentido contratar en base a mérito que con base en cualquier otra característica, pero ese no es el problema fundamental. ¡El problema fundamental es que debemos dejar de contratar! De hecho, ¡debemos empezar a despedir! Y debemos despedir al menos 200 mil empleados públicos que representan una chorrera de dólares (los sueldos y salarios del sector público representan $19 millones al día) y solo se inventan más trámites burocráticos. Ese es el verdadero curso de acción. Samuel tendría que hablar de despidos y de estrategias para que esos despidos no causen conflictos sociales en lugar de contrataciones. Yo lo he hecho en detalle en anteriores columnas.

Por todo esto, y por lo dicho durante la presentación y entrevistas posteriores, estoy convencido de que Samuel tiene, como todo socialista, buenas intenciones, pero malas ideas. Estas propuestas atacan al MAS, pero no atacan al paradigma que este representa. Sin una propuesta liberal que acabe decididamente con el modelo estatista que nos ha llevado a la miseria, Bolivia no podrá salir jamás del subdesarrollo. Samuel invita al debate y lo felicito por ello. Debatamos.

Antonio Saravia es PhD en economía


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