El gobierno de Luis Arce Catacora – visto todo el concierto de desmanes mediáticos, sainetes y parafernalias con su auténtico jefe, Evo Morales – deja entrever que el show tiene más de armazón circense que objeto de verdad pública.
En vano las grandes corporaciones de las comunicaciones se debaten en buscar una explicación a lo que parece ininteligible. Evo Morales, habiendo sido acusado y con orden de aprehensión por estupro y trata de personas sobre la mesa, fue llamado a negociar por Arce Catacora, más de una vez. Por lo tanto, lejos estamos de un enfrentamiento serio y coherente. Tampoco puede hablarse de un conflicto en la “interna”, como suelen denominar algunos despavoridos y destartalados medios de prensa.
El teatro del absurdo de Evo Morales en el que supuestamente habría huido junto al conductor herido de un coche de PDVSA, después de haber impactado más de una decena de balas es el ápice de una de las mayores estulticias en la historia boliviana – ¡qué gran fortuna y pésima puntería!; ¿habrán sido balas de goma? -. Un nuevo burdo montaje, sospechosamente orquestado en complicidad con autoridades de gobierno, tras lo cual el escrutinio público a estas alturas no puede ser otro que un batacazo a toda esta sarta de mentirosos. Incluidos los dichos de un tal “@evoespueblo” que circula en la plataforma X, que tiene más de paranoico alocado que cualquier puesta en escena de “1984”, de George Orwell. Algo, que además de esos adjetivos antedichos, es el culmen de la mitomanía del fantasma que lo escribe, y de su jefazo con un extremo de incultura, claro está. ¿Entenderá de antemano “Evo” que es el “lawfare”, la historia del “Plan Cóndor”, etc.?. Resulta para todos inverosímil que sea él, autor de los tuits.
Los bolivianos, en su amplia generalidad, estamos hartos de ver la misma historieta todos los santos días. Pero el pésimo relato, tiene un final. Los protagonistas de esta tragicomedia merecen ahora ser implícitamente llevados al “horno”. Tanto “Tilín” como su comandante en jefe “Evo”, han perdido ya hace mucho el libreto, y la gente está hastiada ciertamente de leer y escuchar tanta bobería barata.
Mientras todo esto sucede, en el país no hay dólares, no hay reservas internacionales reales, se hace, en evidente complicidad con el gobierno, bloqueos de caminos, el narcotráfico parece imparable, y la persecución política – en palabras de varios analistas – lleva aproximadamente doce mil exiliados, más de trescientos presos, en lo que claramente es una dictadura. Las agencias de noticias internacionales harían muy bien en informar al mundo éstas y otras realidades a veces ocultas.
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Bolivia se halla hundida en su mayor grado de inmoralidad, desde al menos, el golpe militar de Luis García Meza.