Cochabamba. La madre de Cataleya, que tenía cuatro años, denunció que varios médicos les negaron la atención y desacreditaban su testimonio sobre la gravedad de la enfermedad de su hija.
Milen Saavedra
Fuente: Red Uno
La mamá de Cataleya, la niña de cuatro años que perdió la vida el pasado miércoles a causa de la bacteria Estreptococo Pyogenes, develó el calvario que vivió con su pequeña, peregrinando por varios centros de salud y recibiendo mala atención por parte de médicos.
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La niña era prima del primer niño que falleció por esta bacteria, que también tenía cuatro años. Su hermano mayor también estuvo internado y a punto de perder la vida, pero logró salvarse, aunque aún no le contaron lo que pasó con su hermanita.
«El domingo (3 de diciembre), mi niña empezó con temperatura a las 2 de la tarde y la llevé al centro de salud Sarcobamba, ahí la atendieron y le tomaron la temperatura. Estaba con 38.2º. A los 20 minutos, le inyectaron metamizol y la fiebre no bajaba, hicieron medios físicos y cuando bajó a 37.2º, me dijo que me podía ir casa, que mi niña tenía faringitis. Me despachó a casa con ibuprofeno y amoxicilina. Vinimos a casa, mi niña estaba tranquila. A las 6 de la tarde, empezó a vomitar, eran vómitos explosivos, constantes. Con su papá nos asustamos y alarmamos. Nuevamente nos dirigimos al centro de salud Sarcobamba, a las 8 de la noche, y la doctora que la vio en la tarde me reclamó», contó.
La doctora evaluó a la niña y le dijo que «aparentemente» todo estaba bien, pero se veía deshidratada, aunque ya había recibido sales de rehidratación. Entonces, le pidieron exámenes de laboratorio. La respuesta de las doctoras confundió a la madre, quien ya les había avisado del fallecimiento de su sobrino con síntomas similares, de fiebre, diarrea y vómito. Le respondieron que no debía preocuparse y repitieron su diagnóstico de faringitis.
«Fui con mi hija al hospital del Norte con la orden del laboratorio. La doctora de laboratorio me dijo muy asustada que mi niña estaba mal, deshidratada y se estaba descompensando. Entonces, priorizó los resultados y volvimos a la 1 de la mañana a Sarcobamba, pedí referencia al pediátrico. Le dije: tengo miedo de que mi niña muera y dijo que no había señales de alerta, que esperara al día siguiente y recién me referirían del centro de salud», agregó.
Sin embargo, la pequeña no mejoraba y decidió ir al Hospital del Norte, le explicó la situación al médico de guardia, quien se negó a atenderla asegurando que podrían procesarlo. Le sugirió ir al hospital «Edgar Montaño», que estaba cerca.
«Fuimos, golpeamos la puerta, la doctora de guardia dijo que no podía ayudarme porque no le correspondía. Le dije: por piedad, ayúdeme, mi niña se está muriendo. Mi niña ya estaba taquicárdica. A las 4 de la mañana fuimos al pediátrico, una doctora, la atendió pero me exigió la referencia. Cargué de nuevo a mi niña y volvimos a casa. A las 6 de la mañana, fuimos al centro de salud en La Chimba, donde siempre hacemos las consultas. Le expliqué al doctor, pero me dijo que no había señales de alarma y que sería consulta normal. Estábamos esperando y mi niña empezó con diarrea, era deposición tras deposición, con vómito abundante. Mi niña ya tenía los ojos hundidos, lloraba, pero no tenía lágrimas, su boca estaba seca. Recién nos dieron la referencia», añadió.
Al llegar al hospital pediátrico, tampoco fue bien atendida, al ver sus exámenes de laboratorio le dijeron que era «una simple ameba» y le aseguraron que no era una emergencia. Tras las gestiones de un familiar que es terapista, recién ingresaron a la pequeña.
«No recibí ayuda de nadie. Yo estaba al lado de mi niña, ella me dijo: mamá, me estoy muriendo, no puedo respirar. Con mi esposo le agarramos la mano y nos dijo que nos ama. Sus manos, sus pies estaban azules. Nos dijeron que iba a pasar a terapia intensiva. Esperamos desde las 8 de la mañana hasta las tres de la tarde. Nos pidieron medicamentos que no hay en Cochabamba y conseguimos. Mi niña falleció a medianoche», complementó.