Las conmemoraciones por los días de Todos los Santos y los Fieles Difuntos en Bolivia comienzan este 1 de noviembre. Este año, las festividades están marcadas por mesas o altares que rinden homenaje a los animales silvestres que fallecieron en los incendios forestales, que arrasaron cerca de 10 millones de hectáreas.
En La Paz, algunas asociaciones de panaderos y reposteros han tomado la iniciativa de preparar los tradicionales panes y las llamadas `masitas`, que son bollería dulce y salada. Estas delicias son características de estas festividades, ya que se preparan para recibir a las almas de los difuntos.
Uno de los lugares donde se ha instalado un altar dedicado a la fauna víctima de los incendios es el atrio del templo católico La Merced. Este templo se encuentra cerca del centro del poder político del país, dentro de la feria de la Asociación de Panificadores Artesanales de Integración y Ramas Afines (Apiara).
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Altares con significado
El altar incluye varios `t’antawawas`, que son panes antropomórficos que representan a los difuntos. Sin embargo, este año también se han hecho panes en forma de tucán, armadillo, mono, oso y una serpiente.
María Eugenia Fernández, una de las expositoras y promotora de esta iniciativa, explicó a EFE que cada año la asociación arma un altar en la feria. Este año decidieron «hacer un pequeño homenaje a los animalitos que han fallecido en los incendios en la Chiquitanía», una de las zonas más afectadas por el fuego en la región oriental de Santa Cruz.
Reflexión sobre la fauna
Con esta mesa, se busca «reflexionar a la gente porque nos están quitando bastante fauna, muchos animalitos, seres vivos que no tienen la culpa de nada», lamentó Fernández.
Una iniciativa similar se ha visto en otra feria de panaderos, que se ha montado en la plaza Alonso de Mendoza, en el norte del centro de La Paz. En este altar para los animales, se pueden leer mensajes que dicen «Somos la voz de los que no tienen voz» y «Basta de los incendios forestales».
Tradiciones de la festividad
La creencia en Bolivia sostiene que las almas de los difuntos descienden desde los cielos el 1 de noviembre al mediodía. Ellas vienen a comer y beber lo que disfrutaban en vida y luego dejan este plano tras haberlo visitado durante un día.
Para esperar a los difuntos, las familias preparan mesas con panes de distintas formas, frutas, bebidas, flores, cañas de azúcar y la comida que los difuntos disfrutaban en vida, entre otros elementos.
Según Fernández, «lo que no tiene que faltar en un altar» son los panes en forma de escaleras, caballos y llamas, así como las galletas con forma de cruces y los `t’antawawas`. Cada elemento que se coloca en la mesa tiene su significado.
Significado de los alimentos
Por ejemplo, los bizcochuelos o bizcochos, que son piezas rectangulares hechas principalmente con huevos, azúcar y harina, emulan al ataúd de los difuntos. Las escaleras ayudan al descenso y ascenso de las almas, mientras que los caballos y las llamas les ayudan a transportar las ofrendas recibidas.
También se encuentran los maicillos, que son una especie de galletas de harina de maíz, las dulces empanadas, que son similares al maicillo pero con mermelada en el medio, y las empanadas de dulce de lacayote, una fruta de los Andes. Además, hay panes de chocolate y los suspiros o merengones, que según Fernández, representan «el último suspiro de la persona fallecida».
Inclusión de mascotas
Esta panadera ha innovado con una oferta de `t’antawawas` en forma de perros y gatos, para incluir a las mascotas fallecidas en el altar, porque «también son parte de la familia».
Fernández comentó que «estas son tradiciones antiguas, tradiciones de nuestros ancestros que no deberían perderse» y que no deben ceder espacio a otras festividades como el Halloween.
Las mesas se colocan en los hogares, pero también en espacios públicos y en entidades estatales y privadas.