La irrupción de Branko Marinkovic con un tono elevado ha vuelto a crispar los ánimos entre la oposición; mientras, el arcismo juega su última bala para impulsar una fórmula electoral viable
Fuente: El País.bo
Nadie esperaba demasiado de los vericuetos políticos en la semana de Navidad, peor en una precampaña que no es el Día de la Marmota por los movimientos de fondo en el Movimiento Al Socialismo (MAS), más dividido formalmente que socialmente.
Después de la “semana de la unidad” tocaba parón. Aunque sea para reflexionar. Fue una semana en la que volaron los puñales, se sisaron siglas unos a otros y se airearon -al parecer precipitadamente – los acuerdos entre “los cuatro grandes” (Carlos Mesa, Samuel Doria Medina, Tuto Quiroga, Luis Fernando Camacho) para poder controlar los tiempos de un proceso que se les iba de las manos por aspectos muy concretos: por un lado la “injerencia” millonaria de Marcelo Claure y por otro, la “trepidante” propuesta de primarias obligatorias vía app lanzada por el sempiterno Ronald McLean pero adoptada con mucho entusiasmo por los sectores más libertarios que anidan en las redes sociales.
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A esos sectores les habla también el también millonario Branko Marinkovic, que insiste en importar el tono del presidente Javier Milei a Bolivia, incorporando algunos conceptos básicos de libertarismo, sin demasiada teoría, y unos cuantos exabruptos. Branko no ha sido medido aún, pero por si acaso hay alguien trackeando en estos días de cenas copiosas y reencuentros familiares, no ha dudado en elevar el tono para cargar contra “los cuatro grandes”, que de momento no han entrado a la discusión directa pero que sí han dado pie a la segunda parte del Día de la Marmota: el momento en el que los opositores entre sí se empiezan a lanzar sus trapitos sucios, se acusan de funcionales, de tibios y ponderan si fue más importante quedarse o huir…
¿Quién es el más masista?
El asunto da para un tomo enciclopédico de la Historia Política reciente, o un TikTok de esos superlargos titulado: todos los abrazos de Evo. Esencialmente Branko acusa a Carlos Mesa de haber facilitado la llegada de Evo Morales en 2005 por la “traición” a Gonzalo Sánchez de Lozada; a Tuto Quiroga de haberle aprobado la Constitución Política del Estado, negociada en último término en el parlamento con su Podemos; y a Samuel Doria Medina de simplemente haber estado ahí, candidateando una y otra vez para darle legitimidad a Morales. De Camacho, que es de Santa Cruz, no dice nada, por si acaso.
A la contra, a Branko le acusan de haber dinamitado el Comité Cívico cruceño en su mejor momento, de haber huido, de haber regresado, de ser un malagradecido por no respetar a quienes lo fueron a buscar a Puerto Suárez, de haber dinamitado desde dentro el gobierno de Jeanine Áñez en un epílogo digno de “sálvese quién pueda” que empezó a escribirse cuando asumió la cartera de Economía, y por último, de haber sido agraciado con una de esas decisiones de los inefables magistrados del TCP: Hurtado y Espadas, los favoritos de Iván Lima, que le legitimaron unas cuantas miles de hectáreas en el oriente oleaginoso de Santa Cruz. Tremendo Currículum.
Suponían “los cuatro grandes” que el enemigo a batir iba a ser Manfred Reyes Villa, el alcalde de Cochabamba con una historia paralela a Marinkovic – destierro, repatriación y beneficiario del binomio de moda del TCP incluido – y que también ha manifestado su intención de ser candidato sin ningún tipo de alianza, aunque con un perfil diferente: hombre fuerte solvente, tal vez un “bukelito” que definía Sonia Montaño la semana pasada en su columna, que además quién sabe, puede encontrar en Marinkovic su “mileicito” para completar su fórmula, luego de que cada intento de “encontrar una vicepresidenta en Santa Cruz” acabe en fiasco.
Queda aproximadamente una semana más de cálculo vacacional hasta que vuelvan con todo las encuestas y las peleas. Veremos si algo cambia con la entrada del 2025.
La división formal y social del MAS
El parón en la publicación de encuestas y la aprobación por decreto del Presupuesto General del Estado, que le permitirá al Gobierno acelerar gestiones y acomodar partidas para llegar no tan exigido a las elecciones de agosto, han traído además una suerte de último intento del arcismo por intentar formular una propuesta que encaje electoralmente y pueda tener posibilidades entre la base del MAS.
Este movimiento es muy del agrado de los operadores de la oposición, que reconocen que en el esfuerzo por desgastar al gobierno para dividir el MAS en dos mitades se han pasado de frenada dejando sin opciones al arcismo. En la práctica se detecta una división formal, sostenida básicamente por el gobierno, sus ejecutivos y funcionarios y las cabezas de los sectores sociales, que se enfrenta a Evo Morales y a los pocos acólitos que aún lo acompañan dado el desgaste de su liderazgo no solo por las denuncias sexuales; pero una muy menor división social que más bien se traduce en frustración: la gran base votante del MAS, que excede a sus propias bases en los movimientos sociales, espera un candidato factible de su rincón del cuadrilátero para votarle en masa, que no es Luis Arce ni Evo Morales.
Si los estrategas internacionales que ya están operando en Bolivia y que entre otras cosas comparten la necesidad de deshacerse de la sigla acaban convenciendo a Morales y Arce de que den un paso al costado para construir una propuesta nueva, tendrán mucho ganado de cara a la próxima contienda, sobre todo viendo como se repite el Día de la Marmota en las filas de enfrente.
Fuente: El País.bo