La dictadura ocultó toneladas de agentes nerviosos mortales. Con Siria sumida en el caos, averiguar qué ocurrió con el arsenal es una prioridad absoluta
Víctimas de un ataque químico perpetrado por el régimen de Bashar al Assad en febrero de 2018 en Guta Oriental, Damasco (MOHAMED BADRA)
Fuente: infobae.com
En 53 años de gobierno de la familia Assad, el régimen sirio fabricó toneladas de armas químicas, desde gas mostaza de la Primera Guerra Mundial hasta agentes nerviosos letales como el sarín. Sin embargo, lo que más preocupa a la comunidad internacional no son los químicos destruidos, sino aquellos que han desaparecido sin dejar rastro.
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De acuerdo con inspectores internacionales, más de 360 toneladas de gas mostaza y 5 toneladas de precursores del agente nervioso sarín nunca fueron totalmente contabilizados. El gobierno de Bashar al-Assad aseguró que algunos materiales se perdieron en accidentes de transporte, una explicación considerada inverosímil por los expertos.
Residentes llevan a un hombre herido, tras siete ataques aéreos de las fuerzas leales a Bashar al Assad, en Duma, cerca de Damasco, 2 de febrero de 2015 (REUTERS/Bassam Khabieh)
La preocupación se intensifica tras la reciente toma de control de Damasco y otras ciudades importantes por parte de grupos rebeldes. En un contexto de vacío de poder, el riesgo de que estas armas caigan en manos de terroristas, como el Estado Islámico, o de grupos armados descontrolados ha encendido alarmas no solo en Siria, sino en todo el mundo.
El sarín, una de las sustancias más letales producidas por el ser humano, puede causar cientos de víctimas con apenas una pequeña cantidad. Según Gregory Koblentz, director del programa de estudios sobre biodefensa en la Universidad George Mason, la amenaza de estas armas químicas persiste como una de las herencias más oscuras del régimen de Assad. “Aunque Assad ya no esté, el espectro de las armas químicas sigue presente en Siria”, afirmó a The Washington Post.
El arsenal químico que Assad utilizó en la guerra civil
Víctimas de un ataque tóxico en Idlib (AFP)
Siria comenzó a desarrollar armas químicas en la década de 1980 como una medida disuasiva frente a Israel, su principal enemigo en la región. A medida que la guerra civil siria se intensificó en 2011, el régimen utilizó estos materiales prohibidos internacionalmente contra rebeldes y civiles.
El ataque más letal ocurrió el 21 de agosto de 2013, cuando misiles cargados con sarín impactaron en suburbios rebeldes al este y sur de Damasco, dejando más de 1.400 muertos, en su mayoría mujeres y niños, según estimaciones estadounidenses. Este evento generó una condena mundial y forzó a Assad a admitir la existencia de su arsenal químico, comprometiéndose a destruirlo bajo supervisión internacional.
A raíz de la presión internacional, Siria destruyó aproximadamente 1.400 toneladas de armas químicas entre 2013 y 2014, según datos de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW). Sin embargo, agencias de inteligencia occidentales y de Oriente Medio sospecharon desde el principio que el régimen había ocultado parte de su arsenal. Esta hipótesis se confirmó en 2017, cuando fuerzas sirias utilizaron sarín en un ataque en una ciudad controlada por los rebeldes.
Armas desaparecidas y explicaciones inconsistentes
Un niño fue una de las víctimas del ataque en Idlib en 2016 (AFP)
A pesar de los compromisos internacionales, numerosas inconsistencias en los reportes del régimen han dejado un vacío peligroso en la rendición de cuentas. Según registros analizados por la OPCW, Siria produjo 385 toneladas de gas mostaza, pero solo pudo justificar la destrucción de aproximadamente 20 toneladas. Funcionarios sirios afirmaron que el resto había sido incinerado, pero no presentaron pruebas documentales creíbles que respaldaran esta versión.
El caso del sarín plantea interrogantes aún más preocupantes. Un precursor químico conocido como methylphosphonyl difluoride (DF), necesario para fabricar sarín, presenta un déficit de 20 toneladas en los registros oficiales. Funcionarios sirios declararon que un cuarto de este químico se perdió en accidentes de transporte, mientras que el resto habría sido usado en pruebas militares. Ambas explicaciones fueron calificadas de “improbables” por inspectores internacionales.
Estos materiales, aunque potencialmente degradados por el tiempo, todavía podrían ser utilizados en ataques de menor escala o como armas de terror. “Aunque deteriorados, aún pueden ser efectivos como armas de terror”, afirmó a The Washington Post Jerry Smith, exjefe de operaciones de las misiones conjuntas OPCW-ONU en Siria.
Nuevos riesgos
Rescatistas sirios afirmaron que cayó gas tóxico en una ciudad de la provincia de Idlib en 2016 (AFP)
El reciente colapso del régimen ha creado un vacío de poder en el que grupos armados compiten por el control del territorio. La principal facción rebelde, Hayat Tahrir al-Sham (HTS), ha asumido el control de Damasco, asegurando que no tienen intención de utilizar las armas químicas y que cooperarán con la OPCW para garantizar su destrucción. Sin embargo, expertos advierten sobre el riesgo de saqueos y proliferación en medio del caos.
En respuesta, la OPCW celebró una reunión de emergencia en su sede en La Haya. Su director general, Fernando Arias, afirmó que la organización está mejor preparada que hace 11 años para enfrentar este desafío, y que enviarán equipos a Siria tan pronto como sea posible.
Mientras tanto, Israel ha optado por una estrategia más directa. La Fuerza de Defensa de Israel (IDF) ha llevado a cabo múltiples ataques aéreos en los últimos días contra centros de investigación militar y presuntos almacenes químicos, en un intento preventivo por eliminar cualquier arsenal restante.
A spokesman for the Syria Civil Defence said 33 people, mostly women and children, were affected by the gas, which they suspect was chlorine (AFP)
Por su parte, el Pentágono ha expresado su preocupación, aunque no ha desplegado personal para la búsqueda de armas. “Estamos enfocados en garantizar que las armas químicas no caigan en manos equivocadas”, declaró la portavoz Sabrina Singh.
El futuro de las armas químicas en Siria sigue siendo incierto. Si bien algunos expertos descartan la capacidad del país para reconstruir su antiguo programa químico a gran escala, temen el hallazgo de materiales ocultos o municiones cargadas con químicos que el régimen podría haber intentado esconder antes de su caída.
“Lo que sabemos es que existe un riesgo real de proliferación, y no podemos darnos el lujo de esperar a que alguien más tome el control de estas armas”, advirtió un diplomático europeo que pidió el anonimato por la sensibilidad del tema.