Ingresar un micro en una línea de transporte urbano cuesta hasta $us100.000

Los choferes denuncian que gran parte de los costos operativos recaen sobre los conductores, que deben entregar a los propietarios rentas fijas diarias que van entre Bs 400 y Bs 1.000. También pagan multas por retrasos y otros cobros

Deisy Ortiz Duran.

Pocas son las unidades renovadas
Pocas son las unidades renovadas

 

Fuente: El Deber



“Trabajamos 18 horas en el volante. Por eso, nos dormimos en el semáforo en rojo, de tres a cinco segundos, y nos despierta la bocina del conductor de atrás. Abrimos los ojos y seguimos trabajando”, dice Jhonny Contreras, representante de la Federación de Choferes al hablar sobre el precario sistema de transporte urbano, donde solo ganan los propietarios de micros.

No solo cargan sobre los choferes gran parte de los gastos operativos, sino que detrás hay un negocio millonario, con la venta de líneas que alcanzan los $us 100.000.

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Incorporar un micro a una línea de transporte o venderla cuesta un mínimo de 15.000 dólares, mientras que las líneas más cotizadas, como las de los anillos o aquellas que van zonas populosas, alcanzan los 100.000 dólares, un valor que supera incluso el precio del vehículo, que está entre $us 25.000 hasta $us 70.000, dependiendo del estado y el año de fabricación. El monto se paga directamente al directorio de la línea correspondiente.

Para los dirigentes de los choferes, “es una gran mentira” el argumento de que lo que se recauda no alcanza para cubrir los gastos operativos. Aseguran que los choferes asumen prácticamente todo, desde la tarjeta para el marcado, los uniformes, la alimentación, hasta las multas por retrasos.

Cada vuelta en un micro toma hasta tres horas y media, y los conductores suelen completar cuatro recorridos diarios. Sin embargo, mientras los propietarios de los vehículos tienen ingresos fijos, que van de Bs 400 a Bs 1.000 diarios en líneas “apetecidas”, como las de los anillos, los choferes trabajan a destajo. Sus ingresos son variables porque hay días buenos, regulares y pésimos.

Además, pagan entre Bs 50 y Bs 110 diarios por la tarjeta para el marcado, de los cuales una parte (entre Bs 20 y Bs 60) se destina al ahorro del dueño del vehículo, como un aporte establecido por la línea. A esto se suman multas por retrasos, que oscilan entre Bs 50 y Bs 80, impuestas cuando no cumplen con los estrictos tiempos de la ruta.

Con ello, no solo castigan a los conductores, sino también a los pasajeros, porque muchos se quedan con la mano levantada, esperando a que el micro pare. Ese castigo, lo asume cada línea para evitar que algunos choferes transiten despacio con el fin de conseguir mayor cantidad de pasajeros, en desmedro de los conductores que vienen por detrás.

Además de exigirles una garantía económica, las líneas imponen un pago adicional de entre Bs 1.000 y 1.500 para habilitar a los choferes.

“A eso se suma un supuesto ahorro diario que dejamos, pero cuando surge algún problema, el propietario argumenta que el chofer le debe dinero y lo descuenta de ese ahorro. En el peor de los casos, ni siquiera devuelven la garantía ¿Dónde podemos quejarnos? No hay nadie que nos escuche”, lamenta.

Luis Flores, ejecutivo de la Federación de Choferes, señala que no quieren ser cómplices de meterle la mano al bolsillo de los ciudadanos. Es un convencido que primero se tiene que trabajar para brindar un mejor servicio a la población antes de un incremento en la tarifa, como plantean los dueños de micro.

Esclavitud moderna

Aunque muchas veces los pasajeros descargan su frustración contra los conductores, estos también son víctimas de un sistema precario y explotador.

A pesar de que la Ley Municipal 1216 reconoce el derecho a trabajar un máximo de ocho horas al volante, los choferes enfrentan jornadas interminables sin estabilidad laboral, cobertura de salud o garantía de alimentación. Cuando un chofer se enferma, lo mandan a descansar y que vuelva cuando esté mejor.

Los choferes, sobre todo los ‘punteros’, están en la calle desde las cuatro de la mañana, lo que les demanda despertar a las tres. Llegar apenas diez minutos tarde puede significar una multa.

El uso de tecnología para registrar los horarios solo ha endurecido el control sobre los choferes. “El sistema no tolera ni un segundo de retraso o adelanto. No consideran factores como que los micros tienen una sola puerta para el ingreso y salida de pasajeros, lo que nos hace perder tiempo y aumenta las posibilidades de ser multados”, detalla Contreras.

Por su lado, Flores reclama las condiciones precarias que trabajan los choferes, porque son los que tienen que pagar todo, incluyendo las multas, tarjetas, el ahorro de los propietarios. Trabajan desde las 4:00 hasta las 23:00, sin tener beneficios sociales.

Señala que la mayoría de los micros lleva 17 pasajeros sentados y 21 parados, para esos le ponen los pasamanos, pero algunos tienen el techo bajito y la gente va agachada para poder transportarse.

Refuta a los propietarios que señalan que tienen deudas por la compra de microbuses, porque los pagan hasta en un año y medio.

“El capital humano, que somos nosotros los choferes, se pierde para siempre. Hay muchos conductores por la calle pidiendo limosna y nadie dice nada. El chofer no tiene vacaciones, aguinaldo ni ningún beneficio”, dice.

Las promesas de contar con un seguro de salud y de vida no se hace realidad. “No nos dan condiciones de trabajo, estabilidad laboral, ni nada”, reclama.

Fuente: El Deber