«Tengo tantas ganas de ayudar al próximo presidente para que los bolivianos salgamos de esta miserable pobreza», escribió Marcelo Claure en su cuenta X, el 1 de diciembre.
Claure es un empresario económico y deportivo y en esos ámbitos ha demostrado que sabe moverse con éxito. Como ciudadano, desde sus redes, y con visión empresarial y liberal de la economía, ha venido incursionando en la emisión de opiniones sobre la coyuntura política en un momento que Bolsonaro, Miley, Bukele o Trump, son los referentes de quienes luchan contra los males del Socialismo del Siglo XXI.
En esa condición, y con un grado de ingenuidad difícil de sostener para la experiencia empresarial y el éxito que ostenta, ha publicado una encuesta de coyuntura sobre los problemas de la sociedad boliviana y la preferencia electoral, según él, «con la encuesta más transparente y completa» que se hubiera publicado. Al ingresar a un espacio de grandes sensibilidades, las reacciones están teniendo la proporción de las expectativas generadas y las molestias producidas. «¿Quién es Claure para dictar conducta a los políticos bolivianos?»
Construida laboriosamente la desconfianza y sembrados los prejuicios más exquisitos en nuestra vida cotidiana, él reivindica, sin embargo, un legítimo derecho ciudadano para ofrecer sus modestos servicios a quién ocupe la presidencia, quien sea según sus palabras. Su primera encuesta publicada (asumo que no será la única si quiere ser responsable), ofrece algunos nombres de quienes están en la danza de la popularidad y pudieran serlo. Un primer supuesto que nace de su propia crítica, es que su predilección no iría con los posibles candidatos masistas, aunque muchas opiniones le recuerdan con fotos, una relación empresarial con Evo Morales.
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Una parte de la población que alimenta su criterio, se expresa a través de las redes y está encabronada cada vez más con la falta de divisas y de combustible, ha recibido la generosidad del empresario como una buena señal. Los líderes emergentes que se han visto marginados (Vicente Cuéllar, Rodrigo Paz, Amparo…) le restan equilibrio. Las críticas no se han dejado esperar por la inclusión de Evo cuya candidatura está en entredicho histórico y jurídico. Por quienes ven una tendencia en favor de Manfred y una inclusión parcial de Andrónico Rodríguez, y por quienes le restan autoridad total por no vivir en Bolivia y por opinar sobre un tema que no tiene que ver con sus empresas y, por lo tanto, desconfían de la independencia que pregona.
Aparecen preguntas obvias. ¿Por qué no apoya abiertamente a Samuel Doria Medina, empresario como él y con un discurso similar en la lucha contra la pobreza a través del trabajo? ¿Por qué no apoya abiertamente a Tuto que tendría un discurso liberal similar al suyo? ¿Por qué no apoya a las nuevas generaciones de políticos emergentes que plantean conductas distintas de las tradicionales? ¿Sus próximas decisiones, serán parte de una segunda etapa? ¿Tenemos que estar preparados a que se realice una invitación pública para sumarse? ¿Soportará la presión insoportable de mantenerse neutral luego de esta primera incursión en un mundo nuevo y encantador?
Lo que está claro es que ha cumplido, comunicacionalmente, su primer objetivo: está posicionado en la tabla del debate y ha logrado incomodar a Tirios y Troyanos, que lo querrían de aliado por la potencia de sus recursos (materiales y simbólicos) o lo ven peligroso si estuviera con «el otro».
El mecenas cibernético tendrá que entender que las claves de relacionamiento humano en la política y la sociedad, no corresponden a las que tiene como parte de su ejercicio empresarial; y para que no se frustre muy rápido y su trajín tenga perspectiva, alguien de su entorno tendrá que advertirle que los bolivianos estamos escaldados de autoritarismo y prepotencia.
Creo que hay una tarea que Marcelo puede ayudar con creces, más allá de sus posibles veleidades, sueños inconclusos o convicciones ciudadanas, y tiene que ver con las claves que él maneja y Bolivia necesita: superar el lamento boliviano para ingresar al Mundo del Siglo XXI, sostenible, competitivo, humano… Que acabe la conmiseración frustrante en favor del débil y la espera de comprensión y caridad cuando se necesita superación con trabajo digno, lejos del narcotráfico, la expoliación de los recursos naturales, fortaleciendo la libertad de creatividad y pensamiento.
Para concluir este primer análisis elemental, faltaría conocer la relación comercial, pública en las redes, en la que aparecen como socios en “Li3 Energy Holding SL”, Raúl Marcelo Claure y un conocido empresario ligado al gobierno del MAS, Carlos Enrique Gil Ramírez. La empresa tiene giros en litio.
Tengo la sensación que esta película recién comienza