El uso de los agrotóxicos y el represamiento del agua en propiedades privadas son dos vulneraciones a los derechos de los pueblos indígenas de San Ignacio de Velasco, según una investigación realizada de manera mancomunada entre la Universidad Católica Boliviana (UCB) y otras instituciones que trabajan en la defensa del medio ambiente, y presentada ayer en Cochabamba.
Fuente: lostiempos.com
El docente de la UCB Joaquín Chacín señaló que el estudio confirmó que los pueblos indígenas son vulnerables a la contaminación y la falta de agua, debido a las prácticas extensivas de la agricultura y de la ganadería.
Los agrotóxicos
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La investigación reveló que las grandes extensiones de cultivos de soya se fumigan con glifosato al menos tres veces al año. Se trata de un sistema aéreo que a la vez que llega a las plantaciones también lo hace a los reservorios de agua. “Se trata de un producto altamente dañino para la salud”.
Chacín señaló que hubo una deforestación en el territorio chiquitano para las prácticas ganaderas y agroindustriales destinadas a la exportación, son extensos terrenos donde se siembra soya y se reemplaza el bosque con pastizal para el alimento del ganado. “Cada año se deforesta 61 mil hectáreas para cultivar soya”, sostuvo el profesional.
“Las comunidades se encuentran como islas rodeadas de las parcelas de soya o pastizales”, explicó el profesional.
Camila Vargas, integrante del equipo investigador, señaló que los agrotóxicos enferman a los indígenas, les producen nauseas, dolores estomacales e irritación en los ojos. Según los testimonios recogidos, los pobladores se quejan porque, antes de la llegada de sus nuevos vecinos, los empresarios de la soya y la carne, no adolecían de esos malestares. Se suma la falta de acceso a la salud, pues el centro de salud más cercano les queda a nueve horas de viaje.
Vargas precisó que el glifosato contamina el aire, el agua las plantaciones y el suelo.
Acceso al agua
El estudio evidenció que los cursos de agua pasan por territorio privado y limitan su uso para las comunidades, ahora incluso dependen de carros cisterna que llegan cada tres semanas porque hay cortes de los cursos de agua que hacen los empresarios para destinar el agua a sus actividades ganaderas o soyeras.
Los investigadores señalaron que el consumo de agua del ganado es alto, unos 40 litros al día.
Testimonios de los indígenas
Los participantes del estudio sobre los efectos de las fumigaciones con agrotóxicos y represamiento de los cursos de agua en San Ignacio de Velasco señalaron que los testimonios de los indígenas fueron lo más relevante del trabajo de campo.
Los indígenas incluso reclamaron que cuando son empleados por las grandes empresas no tienen las condiciones mínimas laborales. Además, protestaron porque no pueden realizarse los exámenes necesarios para saber en qué estado de salud están.